Juan Sánchez Porras comenzó en el Teléfono de la Esperanza (717003717) trabajando de voluntario; ahora, como presidente nacional mantiene la cercanía del primer día y dice no ser un gestor. Sigue «al pie del cañón».

-La labor durante 47 años de su organización le ha granjeado el Premio Prever en 2017, y el pasado mes de febrero el Premio Onda Cero Mallorca a la salud, así como el del Colegio de Psicólogos de Toledo. Esta vez, la Medalla de Oro al Mérito Profesional en la modalidad de colectivos. ¿Qué importancia le da a los galardones?

-Considero que a quien se le otorgan estos premios es al voluntariado, el haber principal del Teléfono de la Esperanza. La asociación se constituye con un 98,2% de voluntarios. Es además un voluntariado muy profesionalizado y entregado.

<b>-¿Cuál es la formación del voluntariado? ¿Se hacen cursos continuados para atender nuevos tipos de acoso?</b>

-Es exhaustiva; suele durar más de un año. Trabajamos el conocimiento del yo interno. Profundizar para empatizar y conectar con los demás. Cursos de desarrollo personal, talleres de salud e inteligencia emocional. En algunos teléfonos se están desarrollando programas específicos para los centros educativos y el acercamiento a los jóvenes como política de prevención.

<b>-El fenómeno tecnológico y las RRSS nos aíslan pero KIO AI, con un equipo de psicólogos, ha desarrollado un robot capaz de detectar sentimientos mediante preguntas y juegos, para ser utilizado en un entorno educativo con alumnos de 8 a 16 años. ¿Se plantea en el futuro el uso de algo así para casos más extremos de ‘bullying’?

</b>-La prevención es fundamental. Es el sustento más importante del Teléfono de la Esperanza. Pero acoplar el uso de las tecnologías al ser humano es complejo. Hay un programa nuevo, llamado MyMind, que vamos a implementar a través de una aplicación móvil, dirigido por una universidad de EEUU, en conjunción con un equipo de psiquiatras españoles, con el que vamos a analizar y atender a enfermos psiquiátricos con ideas suicidas a través del chat. Pero el mal uso de las tecnologías también nos puede aislar. Nos convierte en una sociedad individualizada.

<b>-¿Genera la sociedad de consumo expectativas irrealizables que nos abocan a problemas mentales y sociales comunes?</b>

-El consumismo excesivo, la inmediatez, nos alejan de valores fundamentales en el ser humano. Nos ponemos metas irrealizables, que generan insatisfacción. Puede atajarse desde un plan educativo eficaz. El ser humano no puede entrar en la vorágine de lo que quieren las macroempresas. Existen múltiples factores sociales que tratan de inculcarnos ideas para robotizarnos y convertirnos en una sociedad fácilmente manipulable. En el Teléfono de la Esperanza tratamos de que la persona sea libre de toda clase de dependencias.

<b>-El crack del 29 precipitó suicidios en masa y la crisis económica de 2007 también ha sido señalada como una causa ineludible. ¿Existe correlación entre recesión, desempleo y el aumento exponencial de los suicidios?</b>

-La economía sustenta mucho la resolución del conflicto, y si a todas las situaciones de vulnerabilidad que puedan darse se le suma una situación de paro y economía precaria, el problema se agudiza. La somatización es importante y hay patologías que pueden aflorar; depresión, trastornos bipolares, estrés, ansiedad...

-La British Medical Journal incidía en los efectos positivos para la salud mental que se derivarían de una renta básica universal. ¿Es necesaria?

-Sí. El ser humano solo tiene tres necesidades básicas: comida, vivienda, y vestimenta. Todo lo demás es superfluo. En la sociedad en la que vivimos, lógicamente, habría que tener una renta básica para tener las necesidades básicas cubiertas, además de motivaciones personales. También hay que tener en cuenta la pirámide de las necesidades de Maslow.

<b>-¿Hay una generación al filo de la cornisa?

</b>-No soy catastrofista. Vamos encontrando cada vez más salidas a los problemas. Hay núcleos sociales que sí pueden estar al borde de la cornisa: hay dos millones de parados jóvenes y no hemos conseguido la igualdad todavía, ni la justicia social absoluta. Pero intentamos dar esperanza, la sociedad se reinventa. En el Teléfono procuramos no culpar al entorno, sino hacer hincapié en la búsqueda de otros recursos, sin dejar de reivindicar ni luchar.

<b>-¿Habría que elevar el suicido a problema de salud pública? ¿Qué demanda desde su posición a las distintas instituciones capaces de contenerlo?</b>

-Sí. En noviembre presentamos una Proposición No de Ley junto a UPN en el Congreso de los Diputados, para que se considere el suicidio un problema de salud pública, en un plazo de seis meses. Necesitamos urgentemente un programa para la prevención del suicidio.