--Su trabajo supone la actualización para el siglo XXI del entorno arquitectónico que configura el símbolo de la ciudad: Puente Romano, Puerta del Puente, la Calahorra, el impacto visual del río, que están en el escudo de la ciudad. ¿Cómo afronta esa responsabilidad?

--Siempre le he tenido mucho respeto a ese entorno, al que ni siquiera me atrevía a abordarlo en mi pensamiento. Pero cuando salió el anuncio del concurso para ejecutar el plan de actuaciones en ese espacio me pensé un poquito si participaba o no. Decidí hacerlo con el lema de ´Transformaciones´.

--Otra transformación más en ese entorno.

--Efectivamente, ese es un entorno extremadamente transformado por el que han pasado todas las civilizaciones que, a partir de los romanos, se asentaron en Córdoba. Me di cuenta de que allí nada era definitivo y de que todo se estaba moviendo. El concurso iba a consistir en mostrar esas transformaciones y esta última que se hace en nuestro tiempo, en la que teníamos la obligación de dar un paso más, pero siempre, y ese era el contenido del concurso, desde el respeto a todos esos pasos sucesivos anteriores y que se mostraran de alguna manera.

--¿Y cómo lo vivió?

--Lo que hice rápidamente fue refrendar esta tesis con una visión cercana. Uno está harto de ver el lugar, pero hasta que uno se mete realmente en el tema no lo ha visto bien. Lo demás son visiones más o menos superficiales, pero cuando hay que enfrentarse a esta situación uno ya mira con rayos X.

--¿En qué consistía esa tesis?

--En hacer una restauración y una rehabilitación para nuestro tiempo, para poder usar ese espacio. Esos eran los dos aspectos que tenía este proyecto. Con el primero se pretendía hacer la transformación continua y mostrarla; con el segundo, acondicionarlo a nuestro tiempo sin destruir su historia. Ese fue el planteamiento, así lo desarrollé y así lo sigo desarrollando.

--¿Cómo se preparó para intervenir en ese entorno?

--Busqué fuentes escritas, documentación gráfica. Esto se hace de la mano de historiadores, de arqueólogos. No fue fácil porque no estamos acostumbrados a trabajar en equipo, aunque yo lo conseguí en parte. Todo lo que se haga tiene que tener una tesis teórica.

--Mucha historia tiene este entorno, pero poco queda de aquellas épocas.

--Como decía al principio, todo este lugar ha sufrido cambios muy profundos, sobre todo el puente, porque, además de los que hicieron las distintas civilizaciones que se asentaron en Córdoba, la fuerza de la naturaleza también ha influido bastante porque el río es muy fiero. Del puente romano apenas queda nada. Está muy reconstruido desde los árabes, desde la etapa de Abderramán II, y también se tiene constancia por crónicas y acuerdos municipales de la ejecución de obras. Lo más reconocible, desde mi punto de vista, son los sillares romanos del último arco del puente, el más próximo a la Calahorra.

--¿Qué ha aportado usted a este puente?

--Un trabajo para mostrar todas esas transformaciones, todas las fases que ha tenido. Había muchas cosas ocultas por el enfoscado que tenía.

--¿Y qué le ha supuesto desde el punto de vista personal y profesional haber intervenido en ese espacio?

--Una gran responsabilidad porque es un proyecto muy señero y emblemático en la ciudad que, a veces, me hace sentir abrumado. Siento también un gran orgullo por tener entre mis manos esta obra en una etapa muy avanzada de mi vida profesional. Lo que sí es verdad es que es un trabajo que pesa mucho porque la obra no es posible hacerla de golpe, ya que por razones técnicas hay que hacer unas antes y otras después. Siempre hay que estar muy atento a toda esa operación. El mayor trabajo viene de estar en un sitio extremadamente sensible, porque todo lo que se toca, sin que sea cosas importantes, son vestigios históricos que tienes que respetar e integrar. Un buen espectador que esté atento va a entender lo que ha pasado allí durante todo ese periodo histórico.

--Todo ese trabajo del que habla y en la ciudad todo se redujo a la polémica del granito rosa. ¿Cómo vivió esa polémica?

--El fondo es de tristeza, porque no tiene nada que ver con lo que se estaba haciendo. Fueron otros intereses espurios que no tenían nada que ver con la obra. Los políticos también hablaron, pero estos lo hicieron por intereses electorales. Fue un absurdo mezclar esta intervención en una zona muy importante y trascendente de la ciudad con una época electoral. Sobre este asunto he oído muchas tonterías por parte de la gente y por parte de los políticos. Incluso Andrés Ocaña, en su calidad de presidente de la Gerencia de Urbanismo, se vio en obligación de decir una cosa de la que se retractó al día siguiente porque estaba diciendo una chorrada acerca de que no teníamos permiso. Fue una tontería porque todo estaba hecho perfectamente, ya que cuidamos de que todos los pasos estuvieran bien dados legalmente y bien acordados.

--¿Y piensa darnos otro sobresalto con el Edificio de Recepción de Visitantes?

--Es posible. Sí, sí, sí. No me extrañaría nada.

--¡Vaya!

--La campaña electoral le vino muy mal (a la restauración del puente) porque en esas situaciones se busca cualquier pretexto para atacar al contrario. Ahora estoy tranquilo porque hemos planteado esta operación a conciencia. Yo tengo mi manera de reflexionar, mi manera de ser, y la crítica no me molesta. Lo malo es que no se hable de la obra, que fue lo que pasó con el puente. Se dijo que estaba muy bien con los chorreones que tenía, que era un monumento de mucho tiempo, lo cual era mentira porque el puente es prácticamente nuevo. El pretil que tanto dio que hablar no es nuevo, es manual de Obras Públicas y tiene la misma sección que el del Puente de San Rafael. El original se eliminó de mala manera, a la hornacina se le pegó una patada, el balcón se quitó de forma brutal, lo que fue muy criticado por los académicos de aquel tiempo. El puente se había desnaturalizado. El puente era un adefesio.

--¿Y para cuándo estará listo el Centro de Visitantes?

--Está muy avanzado. Calculo que a finales de octubre o primeros de noviembre puede estar rematado, pero ahora hay que ir gestionando el tema del mobiliario. Creo que para finales de año es probable que esté abierto. Yo quiero dar tiempo también a que se termine la calle de nueva apertura, la de la plaza Canónigo Torres Molina, que va a ser peatonal y en la que el viandante va a ir bordeando restos arqueológicos.

--¿Qué mensaje quiere trasladar con el Centro de Visitantes?

--Este edificio lo he concebido pensando mucho en el lugar donde se enclava. El edificio nace en consideración al entorno y en lo que tiene a su alrededor. Ese es el mensaje que quiero lanzar con este edificio.