El barrio de Santa María de Trassierra es la joya verde de la ciudad, un entorno urbano sumergido en plena naturaleza, en uno de los lugares de mayor valor ambiental de Andalucía.

Lo que hoy es un barrio antaño fue una villa que terminó por formar parte del término municipal de Córdoba debido al descenso de su población.

El censo histórico registrado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde 1842 en adelante señala que el aquella fecha tan solo había 29 hogares y 116 vecinos en Santa María de Trassierra, circunstancia que llevó a esta aldea a convertirse en uno de los barrios de la ciudad. Por eso los datos del INE especifican que «entre el censo de 1857 y el anterior, este municipio desaparece porque se integra» en la capital.

El historiador cordobés Luis María Ramírez de las Casas-Deza señala en su obra Corografía histórico estadística de la provincia y obispado de Córdoba, publicada en 1840, que en el siglo XV Trassierra era «tierra yerma e inculta» y que el último tercio de ese siglo «estaba ya desmontado el terreno y formadas las heredades, como también los colonos de estas dieron origen a la población tomando ésta el nombre de aquel pago».

Por aquella época una joven, Beatriz Enríquez de Arana, había heredado unas humildes tierras en Santa María de Trassierra, según un estudio publicado por Rafael Ramírez de Arellano en un Boletín de la Real Academia de la Historia de finales del XIX. Esta mujer se convertiría en la amante de Cristóbal Colón, que por aquellas fechas buscaba en Córdoba el favor de los Reyes Católicos, que establecieron aquí su corte, para emprender su aventura transatlántica. De aquella relación, que nunca terminó en matrimonio, nació Hernando Colón, el segundo hijo del descubridor, que años más tarde se convertiría en un conocido erudito.

Otro gran erudito paseó por este barrio su sapiencia y su verbo afilado: Luis de Góngora y Argote, que pasó largas temporadas en la Huerta de San Marcos, cercana a la antigua villa. La tradición popular dice que aquí escribió parte de sus poemas mayores, como la Fábula de Polifemo y Galatea y la primera Soledad. Hay estudiosos que dudan de esta afirmación y en este punto las teorías son dispares.

Cuentan, también, que Góngora fue párroco de la Iglesia de Santa María de Trassierra, que según el registro del Patrimonio Inmueble de Andalucía tuvo su origen a finales del siglo XII y principios del XIII y que «pudo estar construida sobre la primitiva mezquita».

No muy lejos de Trassierra y muy cerca del yacimiento arqueológico de Medina Azahara se encuentra una de las joyas arquitectónicas de la zona, el Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, una construcción gótica tardía iniciada a mediados del siglo XV y acabada en 1510, como recoge el informe de la Consejería de Cultura.

A las puertas de este monasterio, fundado por Fray Vasco de Sonsa en el siglo XVI , llamó un joven de 17 años en 1470 pidiendo entrar en la orden, pero el prior, fray Antonio de Hinojares, le respondió «vuélvete con Dios que para mayores cosas te tiene el Señor guardado». Parece que el fraile acertó porque ese joven se convertiría años más tarde en el Gran Capitán, según escribió el periodista Enrique Casal, bajo el pseudónimo de León-Boyd, en su obra El año aristocrático (1916).

Los jerónimos estuvieron en el monasterio hasta 1836, fecha en la fueron expulsados tras la desamortización. A partir de ahí comezó su declive, hasta que a principios del siglo XX fue adquirido por los Marqueses del Mérito, sus actuales propietarios, que rehabilitaron las distintas estancias, entre ellas un claustro gótico-cisterciense. Hoy a familia lo ha abierto a contadas visitas turísticas.

Trassierra, con su exhuberante riqueza natural, custodia otro tesoro, las Ermitas, que según Teodomiro Ramírez de Arellano estuvieron habitadas por eremitas desde el siglo IV, en época del Obispo Osio, que fue consejero del emperador Constantino I.