La vinculación de los jesuitas en Córdoba es una larga historia que comenzó a escribirse hace 450 años sobre un papel en blanco cuando San Ignacio de Loyola concretó allá por 1552 su idea de expandir la Compañía de Jesús por el sur de España. El desarrollo de este proyecto fue posible gracias a muchos religiosos y seglares, y su principal valedora fue Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego. En el discurrir de 450 años caben numerosos avatares y situaciones laberínticas. Sin duda, la de más calibre, su expulsión del país, que el año 1767 trae debajo del brazo. La bula del Santo Padre aceptando la reestructuración de la orden se produce bastante después, en 1814.

El hilo conductor del relato sobre los jesuitas no es otro que la implicación con el mundo en la época que les tocó y les toca vivir. Siglos atrás brindaron sus atenciones sociales a los moriscos y se metieron en las cárceles para atender a los presos. Y asumieron en la medida de sus posibilidades el cuidado de la población en tiempos de epidemias y catástrofes naturales (inundaciones, terremotos...

POR DELANTE En pleno siglo XXI conceden un gran protagonismo a la presencia de los laicos en las actividades que emprenden y su trabajo tiene una gran repercusión en el Tercer Mundo. Suelen adoptar una posición ideológica más avanzada que otros sectores de la Iglesia con sus ojos hacia lo que viene, por ejemplo, en el campo de la bioética. Algunos jesuitas que forman parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid trabajan en torno a la investigación con células madre. También se vuelcan con los flujos migratorios, por los que el Padre Arrupe creó el Servicio de Refugiados en los países más deprimidos.

La educación es una de sus puntas de lanza. La primera casa que abren en Andalucía es el Colegio de Santa Catalina en Córdoba --muy cerca de la Catedral--, doce años después de asentarse la Compañía en España. La inauguración oficial del curso llega el 26 de noviembre de 1553 y esta fecha es la que marca la señalada efemérides. El centro jesuita se ganó la fama como uno de los más importantes del momento. Poco después y por razones de espacio, el colegio cambia de sede y recala en la todavía hoy conocida La Compañía (en pleno centro de la capital) y a punto estuvo de convertirse en universidad. Cuatro siglos después, ETEA-Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (a partir de 1963) sigue la estela educativa.

El superior de la comunidad de la Real Colegiata de San Hipólito, Rafael Porras, presidió el pasado miércoles una eucaristía de acción de gracias por el aniversario y explicó que entre las actividades más sobresalientes previstas figura el desarrollo de un congreso internacional de historia sobre la acción de la Compañía de Jesús en el mundo. La cita académica se ha fijado para octubre del próximo año en ETEA.

Varias publicaciones y un folleto de gran tirada de tipo investigativo y divulgativo adornan la celebración, así como una exposición itinerante acompañada por conferencias sobre las misiones llevadas a cabo en Andalucía. El éxito y aceptación que esta orden religiosa experimenta en Córdoba y su provincia no son únicos en España. La expansión por el país, recuerda Rafael Porras, se puede calificar de "impresionante". De los diez jesuitas que encabezan la aventura en 1540 se pasa a un cuerpo de mil en tan sólo un siglo. Una edición facsímil de una guía para caminantes de la Compañía deja entrever con claridad la gran red de casas, colegios, residencias, seminarios y haciendas propias con que contaban en Andalucía hacia 1755.

Los estandartes jesuíticos en Córdoba y su provincia, además del Colegio Santa Catalina, son el Colegio de la Encarnación (Montilla, 19 de agosto de 1555), el de La Asunción (Córdoba, 1569) y el de la Santísima Trinidad (Baena, 1740). Llega el momento en que Carlos III los expulsa el 3 de abril de 1767. Las instituciones jesuitas cordobesas perpetúan su labor docente en los institutos La Inmaculada y Luis de Góngora; la iglesia del Colegio Santa Catalina se convierte en la parroquia del Salvador y Santo Domingo de Silos (nombre que mantiene hasta hoy).

Pasado ese lapso, los jesuitas se establecen --por petición del obispo-- en 1878 en la Real Colegiata de San Hipólito (cuyos orígenes remotos se asientan sobre 1740). Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA) nacen en Baena (1942), Bujalance (1972) y Pedro Abad (1985). Montilla, sumamente vinculada a la Compañía de Jesús desde 1552 gracias a los ánimos de San Juan de Avila, erige el Centro Misional San Juan de Avila en 1944. La parroquia de San Pelagio de Córdoba data de 1978.

Los jesuitas de todos los tiempos llegados a Córdoba o nacidos en esta tierra dan clase, predican la palabra y dan ejercicios espirituales. Muy al comienzo, se dedican a ser capellanes de cárceles, en contacto directo con los marginados. Y esa labor la continuaban con el apoyo a moriscos, cautivos y a la población vapuleada en época de epidemias (peste o tabardillos). Una de las estrategias apostólicas más sobresalientes son las misiones rurales o populares, de las que el centro de Montilla es la mejor prueba.

Por su actividad intelectual en Córdoba resaltan el cardenal Francisco Toledo (1532-1596), el granadino Francisco Suárez (que da nombre a la actual fundación que agrupa a los centros Fe Cultura), el cordobés Tomás Sánchez (1550-1610), el malagueño Jorge Hemelman y el cordobés Martín de Roa.

EL PLANTEL Dieciocho jesuitas componen el plantel actual y más de 300 seglares tienen algún compromiso con ellos en la capital y la provincia. La muestra de que los jesuitas prefieren estar en constante implicación con el entorno que les rodea reside también en la colaboración asidua de algunos en los medios de comunicación. Radio Ecca, obra del padre andaluz Francisco Guillén en la década de los 60, representa una de las creaciones más sonadas. En todo el mundo, sus programas de acciones formativas enseñan a leer a personas analfabetas, está presente en nueve naciones europeas y en Sudamérica, en todas. Gracias a ella, algunos que leyeron sus primeras letras así han llegado a ejercer la medicina.