El Ministerio del Interior ha paralizado un estudio que se estaba llevando a cabo en las prisiones de Córdoba y Huelva para conocer la reacción de los presos violentos tras recibir una estimulación eléctrica en la corteza cerebral.

Según confirmaron a este periódico fuentes de Instituciones Penitenciarias, el proyecto se inició en la anterior legislatura y con la llegada del nuevo Gobierno se ha paralizado hasta que se reciba un informe de Sanidad Penitenciaria encargado al efecto, para ver la idoneidad o nó del citado trabajo.

El trabajo forma parte de la investigación de una tesis doctoral de una psicóloga de Huelva, coordinado por el profesor Andrés Molero, quien indica que en enero de este mismo año le había sido concedida una prórroga para continuar y que «es una falta de delicadeza» no haber sido informado de esta decisión, de la que se han enterado por la prensa.

Molero explica que la investigación pretende estudiar el cambio de conducta de los presos violentos tras serle aplicada una estimulación eléctrica en la zona de la corteza cerebral presuntamente vinculada con la agresividad, por medio de unos electrodos de carbono, lo que, según explica el profesor, «es una técnica no invasiva».

Previamente, a los internos se les hacía una serie de pruebas sobre agresividad verbal, física o rabia. Según Molero, en total se ha trabajado con unos 40 internos, 20 de cada prisión, y que se hacían dos grupos «de asesinos y no asesinos», que se han prestado «voluntariamente» a participar en la experiencia. Así, añade, los internos manifestaban, tras recibir tres sesiones, que se encontraban mucho más relajados, mientras que otros voluntarios a los que se les hacía creer que también recibían la descarga pero no era cierto, no cambiaban.

Andrés Molero señala que este estudio, que se inició en 2016 en Huelva y siguió en el 2017 en Córdoba, no estaba pensado para aplicarlo en los presos, sino para que sirviera de base para posteriores investigaciones.