Con interés, esfuerzo y motivación -además de los conocimientos específicos propios de cada profesión u oficio- es posible lograr la plena integración social y laboral. Estos son los principales pilares del proyecto Aprender trabajando que desarrolla actualmente la Cruz Roja en Córdoba, mediante el cual una veintena de jóvenes en riesgo de exclusión están formándose como ayudantes de cocina a la par que aprenden e interiorizan otras competencias sociales y laborales que no solo les ayudarán en su integración futura al mercado laboral, sino que ya les están sirviendo para su desarrollo personal y reforzar su propia motivación y autoestima.

Así lo señalan los propios jóvenes participantes en la sexta edición de este proyecto, que en Córdoba gestiona la Cruz Roja y que está cofinanciado por el Programa Operativo de Empleo Juvenil del Fondo Social Europeo y por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Este programa está dirigido a jóvenes de entre 18 y 30 años inscritos en el Fichero Nacional de Garantía Juvenil, y aúna aprendizaje de competencias básicas y transversales, con formación específica en hostelería, concretamente para la labor de ayudante de cocina. En el caso de Córdoba, pues la Cruz Roja desarrolla este programa en varias ciudades españolas, fueron 22 los jóvenes que comenzaron este programa formativo a finales del pasado mes de enero, aunque dos ellos ya han conseguido un puesto de trabajo, según explica Marco Antonio Torres, responsable de este proyecto en Córdoba.

En concreto, estos jóvenes comenzaron este proceso formativo en aulas de Cruz Roja aprendiendo competencias tales como razonamiento matemático, comunicación, trabajo en equipo, adaptación al cambio y nuevas tecnologías, a la par que visitaron algunas empresas.

Previamente, estos alumnos pasaron por un proceso de selección entre el total de 80 solicitudes que registró la Cruz Roja en Córdoba, procedentes tanto de jóvenes que habían tenido conocimiento del proyecto a nivel particular, como de jóvenes puestos en contacto con esta iniciativa por trabajadores sociales o por otras ONG.

Además de comprobar su inscripción en el sistema de garantía juvenil y analizar sus propias situaciones económicas y personales, se les hizo una entrevista grupal, otra individual y se comprobó su «verdadero interés y motivación para dedicarse al sector de la hostelería», como explica Marco Antonio Torres.

De este proceso se seleccionaron inicialmente 22 alumnos, cuyo perfil medio responde a un joven residente en Cordoba capital de unos 25 años, con poca o nula experiencia laboral, sin apenas estudios y pertenecientes a familias con escasos recursos económicos, aunque «altamente motivados por este sector», recuerda el responsable de este proyecto.

Tras la adquisición de varias competencias básicas, la segunda fase formativa de este proyecto, la ya directamente relacionada con el oficio de ayudante de cocina, comenzó a principios de marzo, con una primera parte más teórica, de unas 70 horas de duración; y una segunda ya más práctica, con otras 100 horas, que empezó el pasado 26 de marzo y que se prolongará hasta principios de mayo. Ambas de la mano del formador y chef ejecutivo del grupo Restaurante Puerta Sevilla, Rafael Martínez, empresa y chef que vienen colaborando con este proyecto durante los tres últimos años.

Precisamente, y junto a la motivación de los propios alumnos, Marco Antonio Torres destaca la importancia de la motivación del propio formador, «ya que en proyectos como éste es importante que el formador no solo sepa de su trabajo, sino que también se implique y se comprometa con el desarrollo personal de todos los integrantes del grupo», algo que se percibe y que los propios jóvenes participantes resaltan de Rafael Martínez, que, lejos de impartir cada día una lección magistral alejada de sus alumnos, considera que «aquí todos formamos un grupo de trabajo. De estos jóvenes resaltaría su máxima implicación por aprender y mejorar en la cocina».

Durante esta etapa de práctica en cocina los alumnos seguirán con el mismo horario, 5 horas al día de lunes a viernes, a la par que continuarán recibiendo a través de este programa 6 euros diarios en concepto de gastos de transporte, desayuno, etc.

Para empezar, estos aprendices de ayudante de cocina, que coinciden en resaltar que la parte práctica «es lo más interesante», han comenzado a trabajar con los cuchillos para aprender la técnica de los distintos cortes, a la par que también irán poniendo en práctica las diferentes cuestiones teóricas aprendidas como el escandallo de un plato (o determinación de su coste concreto en función de los productos y recursos utilizados), cómo gestionar una cocina, cómo ser un comprador de productos eficiente, o incluso elaborar platos típicos cordobeses como el rabo de toro o el salmorejo, «ya que el curso está basado también en la cocina tradicional cordobesa», como explica Rafael Martínez.

No en vano, los propios alumnos señalan que este programa va más allá de lo que se imparte en otros cursos formativos para ayudante de cocina, «a los que es difícil acceder o en muchas ocasiones son muy caros», señalan, por lo que consideran que con esta formación de calidad aumentarán sus posibilidades de encontrar un puesto de trabajo dentro de este sector.

Una vez termine esta segunda fase formativa, los jóvenes realizarán individualmente dos meses de prácticas -del 2 de mayo al 11 de julio- en diferentes restaurantes, tabernas y hoteles de la ciudad; a la par que recibirán una ayuda de 250 euros al mes, «con la que se intenta lograr que también haya un pequeño impacto positivo en la economía propia y de sus familias», indica Torres.

Por las ediciones anteriores de Aprender trabajando en Córdoba han pasado cerca de un centenar de jóvenes, alcanzándose un porcentaje de inserción laboral de en torno al 50% en los dos últimos años. Todo ello en el marco de un programa formativo cuya calidad es cada vez más reconocida por el propio sector hostelero cordobés, según afirman sus organizadores. Calidad y grado de inserción laboral que todos esperan que se supere este año, ya que para estos jóvenes un puesto de trabajo no sólo representa una importante fuente de ingresos, sino que también es un factor clave para el necesario desarrollo personal y social al que todos deberían acceder.