Con solo 34 años, Mariana Florentina Radu tiene una historia dura a su espalda. Esta mujer, de origen rumano, dejó su país en el año 2008 acompañada del padre de su hija y se trasladaron a Elche. Allí, la vida no les trató bien, entre otras cosas por la adicción de ambos a las drogas y algunos problemas con la justicia. La situación era tal que perdió la custodia de su pequeña, que acabó en Rumanía con su abuela materna. La mediación de Cruz Roja «me permitió ver la luz al final del túnel», relata Mariana. La llevaron a Córdoba, a un centro de desintoxicación, «y en dos meses había salido de ese mundo», afirma. En cualquier caso, su situación seguía siendo precaria, hasta que en el año 2010, «el 29 de septiembre», lo recuerda bien, le cambió la vida. «Conocí al que hoy es mi marido, y desde ese día hasta hoy». Mariana solo ha tenido un empleo, concretamente de ayudante de cocina en un restaurante de la ciudad, pero tiene el apoyo económico de su esposo, que es pinche de cocina en el Hospital Provincial. Con él ha tenido dos hijos varones y ahora viven todos juntos con la hija de Mariana, a quien recuperó en marzo de 2011, con ocho años de edad. En total, estuvo tres años sin verla. Se muestra confiada en tener un trabajo y para ello está realizando un curso formativo de Cruz Roja. Asegura que nunca ha sentido que el hecho de ser rumana le haya perjudicado para tener un empleo. «Al contrario, aquí me siento más acogida que en mi tierra». En su barrio, la zona de San Lorenzo, «me siento muy querida y muy a gusto».