Muchas incertidumbres rodean a la ampliación de la ronda del Marrubial, tanto para los vecinos que llevan tiempo esperándola como para los residentes de los dos pabellones militares, que viven con la angustia de tener los días contados allí desde hace años. El retraso en la licitación y en el inicio de la segunda fase de la obra, que debía haber empezado a continuación de la primera, culminada el año pasado, y las últimas explicaciones de la Junta y del Ayuntamiento hacen presagiar que no comenzará hasta que no estén disponibles la totalidad de los terrenos, y eso incluye los pabellones, previstos en el PGOU como zona verde.

Idea inicial

La reforma lleva años gestándose pero quedó aparcada con la crisis, hasta que el Ayuntamiento, en este mandato, y la Junta, en la pasada legislatura, la retomaron, aunque con otro enfoque que, tras la presión vecinal, se transformó en un proyecto de cuatro carriles más la vía ciclista incluida en el Plan Andaluz de la Bicicleta. Lo anunciado por el anterior consejero de Fomento, Felipe López (PSOE), era que tras la primera fase, la ya culminada del carril bici y de la parte del acerado de la muralla, empezaría inmediatamente después la segunda. El horizonte de terminación de todo era el 2017, pero se fue retrasando y la última fecha barajada fue el 2019. Sin embargo, las obras del carril bici acabaron más tarde de lo previsto y la siguiente fase, la que proporcionará dos carriles más, ni siquiera ha salido a concurso.

El proyecto

Fomento y Vivienda aprobó el proyecto en julio del 2018, paso que iba a permitir licitar la obra tras el verano. La Junta dijo entonces que la segunda fase costará 2,5 millones (entre la primera y la segunda, la inversión prevista es de 3,5 millones sin contar con la muralla, que restaura Urbanismo). El proyecto presentado en el 2017 prevé dos carriles más, acerado en la zona de las viviendas y un espacio ajardinado, que será más amplio en la confluencia con Agrupación Córdoba y en la zona de los pabellones, cuyo cerramiento se demolería.

La expropiación

Junta y Ayuntamiento siempre han dicho que la segunda fase no afectará a los dos pabellones, que no haría falta expropiar ni derribar para llevarla a cabo. De hecho, en los planos difundidos los edificios se mantienen en pie. Ambos explicaban que solo es necesaria la zona delantera del primero de los inmuebles, que coincide con la verja, y que lo que ocurrirá es que el acerado será más estrecho en la parte en la que está uno de ellos. A pesar de ello, PP, Ciudadanos y UCOR expusieron su temor a que la expropiación y las negociaciones entre Ayuntamiento y Defensa retrasen la segunda fase. El PP auguraba que no estaría para la fecha prevista, precisamente por las expropiaciones, que incluyen la manzana que hay entre los dos supermercados. Sin embargo, Junta y Ayuntamiento reiteraban que la expropiación no condiciona la obra y que solo hacía falta la parte de la verja.

Cambios

Que la expropiación no condicione la obra no está ahora tan claro. Hace unos días, cuando el teniente de alcalde de Presidencia, Emilio Aumente, informó del proceso de negociación con Defensa en relación a Caballerizas, la farmacia militar y los pabellones, explicó que había una pequeña parte que en principio estaba cedida por Defensa, pero que esa entrega no se ha materializado porque el Ayuntamiento quiere todo el espacio, necesario para que los cuatro viales quepan bien y el acerado no quede muy reducido en la parte del cerramiento. Unos días después, la alcaldesa, Isabel Ambrosio, exigía a la Junta -ahora en manos de PP y Cs- que agilice la segunda fase y aseguraba que el Ayuntamiento estaba trabajando en las expropiaciones para iniciarla. De hecho, los presupuestos de Urbanismo incluyen 1,5 millones para ello.

Situación actual

¿Qué pasará con la segunda fase de la reforma del Marrubial? De momento, es un misterio. Los presupuestos que prepara la Junta para el 2020 pueden arrojar algo de luz. De momento, la Junta no hace previsiones de licitación ni de inicio de obras pero sí asegura que la expropiación de los dos pabellones hace falta. Fuentes de la misma indican que «para ejecutar el proyecto es necesario que el Ayuntamiento ponga a disposición de la Junta los terrenos», que son el espacio que coincide con «un estudio de detalle y la zona de los pabellones militares, sin que hasta la fecha se hayan puesto a disposición». Las mismas fuentes precisan que esa obligación está plasmada en un convenio rubricado entre Junta y Ayuntamiento el 2 de noviembre del 2017, que recogía que «los terrenos debían estar a disposición de la Junta antes de tres meses desde la firma» (2 de febrero del 2018), cosa que no ha ocurrido. En el Ayuntamiento, sin embargo, aseguran que eso no es así. Urbanismo indica que la falta de los pabellones no impide ejecutar el proyecto y afirma que desde los noventa el Ayuntamiento tiene cedida por convenio, aunque no está escriturado, la esquina del jardín delantero, por lo que solo falta la parte que hay entre esa zona y los edificios. El Ayuntamiento asevera que, al ser una expropiación «amigable», la cesión será automática en el momento en el que se inicie y no habría que esperar a que finalice.

En un informe del servicio de Proyectos de febrero del 2018 enviado a la Junta entonces, Urbanismo explicaba que faltaba expropiar la zona que está entre las calles Julio César y Vázquez Venegas, expediente que inició el año pasado y respecto al que planteaba una adquisición anticipada para acelerarlo, además de culminar el convenio con Defensa para disponer de todo el espacio delantero de los pabellones, aunque, a pesar de ello, veía «viable» el viario y un acerado de 1,5 metros manteniendo la situación actual. El informe recuerda que en 1990 Defensa y Ayuntamiento firmaron un convenio para el traspaso del antiguo cuartel de Lepanto, del que se excluyeron los pabellones y la farmacia. El acta de entrega de 1994 recoge que el retranqueo de la verja se haría cuando se ensanche la ronda y que las obras correrían a cargo del Ayuntamiento. El informe explica que el proyecto básico, redactado por Urbanismo, contempla conservar los dos pabellones por «criterio de economía» pero que en un futuro habría que replantearse la idoneidad de que sigan en pie para poder ampliar el acerado de 2 metros en la esquina. El informe añadía que había que culminar lo establecido en el convenio de 1990 para el retranqueo de la valla y, además, pedir a Defensa el resto del suelo.

Los inquilinos

Mucha incertidumbre tienen los inquilinos de las viviendas que aún permanecen ocupadas en uno de los dos pabellones (el otro está cerrado ya), que no saben cuándo tendrán que irse ni a dónde. Estas familias (entre cuatro y ocho -las fuentes no se ponen de acuerdo-) llevan años con la «angustia», como confiesa una de las residentes, que prefiere mantenerse en el anonimato, de desconocer cuándo se verán obligadas a hacer las maletas y abandonar la vivienda en la que llevan media vida. «Llevo cincuenta años aquí», asegura, «y no tengo dónde ir». «Hace más de veinte años nos dijeron que nos tendríamos que marchar, pero no sabemos nada», señala, «y me provocaría una gran tristeza». Otro de los residentes, que tampoco da su nombre, no entiende por qué hay que demoler el pabellón en el que vive «si delante hay espacio suficiente» para lograr cuatro carriles.

«No sabemos nada, ni Defensa ni el Ayuntamiento nos comunican nada», lamenta otra vecina, Consuelo Jiménez, que lleva 45 años residiendo con su familia en un piso de 200 metros cuyo aspecto contrasta con la desolación que evoca el jardín exterior de estos llamativos edificios situados frente a la muralla del Marrubial y destinados a ser zona verde. Fuera, todo es soledad y deterioro, que se mezclan con recuerdos de otro tiempo. Aunque se nota la diferencia entre el pabellón habitado y el vacío, los jaramagos crecen a su antojo y aumentan la sensación de abandono.