La Audiencia Provincial de Córdoba ha impuesto a un padre el régimen de custodia compartida sobre sus hijos menores de edad debido a la grave enfermedad que padece uno de ellos y la imposibilidad de la madre de cuidarlos en solitario, según informa la Asociación Española de Abogados de Familia (Aeafa). La sentencia estipula para ambos progenitores la custodia compartida por semanas alternas, pese a la oposición del padre, explica la Aeafa, una de cuyas abogadas ha defendido a la madre en este caso. En concreto, la sentencia indica que «dada la entidad del problema familiar, se exige extremar los deberes de ambos, sin que puedan hacerse recaer exclusivamente en la madre». El tribunal considera que se trata de «una situación excepcional que requiere una solución también excepcional». La Audiencia se niega a establecer un régimen diferente para cada hijo «con el fin de evitar un conflicto entre hermanos y sentimientos de rechazo», recomendación además que habían realizado los médicos.

En palabras de la vicepresidenta de Aeafa, María Dolores Azaustre, «se trata de una sentencia muy humana, que da una solución efectiva al problema real de esta familia. Es pionera, es la primera vez que se obliga a un padre a ejercer una custodia compartida, pese a su oposición».

Azaustre señala que «hasta ahora los tribunales entendían que si el progenitor se negaba a cuidar de los hijos, difícilmente se le podía obligar». La letrada de Aeafa destaca que, «afortunadamente, en el caso de la sentencia de la Audiencia Provincial de Córdoba se ha velado prioritariamente por el interés de los hijos». Cuando se tramitó el divorcio de esta pareja de Córdoba se atribuyó a la madre la guarda y custodia de los dos hijos, que ahora tienen 16 y 14 años. La Aeafa explica en el comunicado donde da cuenta de la sentencia que uno de los hijos padece una discapacidad que se ha agravado en su etapa adolescente, lo que hace que su cuidado diario requiera una atención especial y dedicación constante, con el agotamiento que ello conlleva. Azaustre relata que la madre estaba «desbordada», «no podía más» y solicitaba más implicación del padre en el cuidado de los hijos, mediante una guarda y custodia compartida, a lo que se negaba el hombre.