Una de los cientos de personas que se han acercado esta semana a la carpa del PP para firmar en contra de la eliminación del nombre de varias calles ha sido Rosa Laura Martínez, de 28 años edad y maestra, a la que le parece «una tontería» y «un sinsentido» esta revisión del callejero. «No me importa lo que hicieran esos personas, algo bueno harían si tienen una calle», comenta. Aunque reconoce que desconocía la existencia de una ley de Memoria Democrática, se reafirma en su postura: «No me afecta en nada», zanja. Para otros, como Carlos Ruiz, abogado de 65 años, el problema es el desconocimiento: «Quienes quieren quitarle la calle a José Cruz Conde no tienen ni idea de quién era y no veo necesario hacerlo. Si empezamos a revisar, tendríamos que quitar la de la Pasionaria. Es un absurdo», opina. Para muchos pesa el aspecto pragmático, para otros tantos, la historia es historia, y para otros, es el nombre de su barrio, una seña de identidad. «Es una estupidez. ¿Ahora después de tantos años lo vas a cambiar? ¿Para qué? Eso es historia, aunque no nos guste», dice Vanesa Marín, administrativa de 27 años.