Esta es una historia de bonitas intenciones y supuesto final feliz que se quedará a la mitad por falta de voluntad. Hace tres meses, Magdalena llegó a Córdoba acompañada de su hijo Mariano, de 14 años, para que éste fuera intervenido de una infección en la córnea. Viajó desde Guinea Ecuatorial con un permiso indefinido y con la previsión de que, en tres meses, el problema estaría resuelto. A falta de familiares o conocidos en la ciudad, la Casa de Acogida Campo Madre de Dios, que depende del Ayuntamiento, fue la encargada de alojarlos. El problema surgió el 11 de marzo cuando, una vez dada de alta por la clínica donde fue operado, Magdalena pidió quedarse unos días más para que su hijo pudiera acudir a la consulta del médico en Reina Sofía y le dijeron que no. "Mariano tiene una especie de hernia que le duele y está hinchada, así que le han dado cita para el día 27", explica. La Casa de Acogida, según su relato, le informó entonces de que su tiempo había terminado y que tenía que abandonar su habitación. Paco Campos, voluntario de Cruz Roja, indignado con el caso, confirma la historia. "Le dieron un ultimátum sin hacerse cargo de que necesitaban ayuda porque el billete de vuelta de los dos se había caducado y si los echaban a la calle no tenían adónde ir". Aunque Paco se ha ofrecido a alojarlos, Magdalena y su hijo optaron anoche por tomar un autobús en dirección a Valencia, donde reside una tía de ella, y permanecer allí hasta la semana próxima, cuando viajarán de vuelta para asistir a la consulta. "No queremos molestar a nadie, estamos muy cansados, queremos volver a casa, en Guinea están mis otros dos hijos pequeños, pero no quiero irme sin que le vean para saber qué tiene", comenta con un hilo de voz. Córdoba Acoge y Cruz Roja están gestionando los gastos del billete de autobús y avión. "Hay que llamar a reflexionar sobre esto", insiste Paco, "no se entiende, no puede ser que no haya mecanismos en la administración pública para resolver una situación así, que se desentiendan y que no reciban el trato digno que merecen". Magdalena, por su parte, se siente "agradecida y decepcionada". Este periódico intentó sin éxito recoger la versión de la Casa de Acogida.