Francisco Agulló, el propietario del avión DC7 que lo donó a la ciudad, lamentó en una entrevista que le hizo en 2016 Diario CÓRDOBA el estado de abandono de la aeronave que, tras casi siete años de su traslado al Balcón del Guadalquivir --el 11 de marzo se cumplirán--, sigue sin despegar. «De haber sabido que no se haría nada, no habría donado el avión a Córdoba», afirmó entonces en una conversación telefónica desde Ginebra (Suiza), ciudad donde reside.

La historia del avión es muy singular. Francisco Agulló es un piloto suizo de origen español y un gran amante de los aviones antiguos que en el año 2009 tuvo conocimiento de que había dos DC7 abandonados en el aeropuerto de Córdoba. «Quería hacer algo con ellos antes de que terminaran en la chatarra. Más que nada tienen un valor sentimental», explicó en aquella entrevista, aunque no precisó cuánto le costaron. «Su valor es más emocional que otra cosa, desmontarlos es mucho más caro que comprarlos, cuestan lo que su chatarra». Precisamente, para ver los aviones, Agulló viajó a Córdoba, una ciudad que no conocía entonces y a la que no había vuelto, para cerrar aquella operación.

El avión que se quedó en Córdoba, un modelo Douglas DC7-C, fue fabricado en el año 1957 (solo se construyeron 338 aeronaves de ese tipo) y llegó al aeropuerto de la ciudad desde Arizona en los años 80, después de estar un tiempo destinado a la extinción de incendios. El otro avión que Agulló compró en el aeropuerto de Córdoba era un DC7 de la compañía inglesa British Arways, que donó a un museo de la aviación en Francia, donde está perfectamente conservado, según explicó Agulló, que pretendía con su donación compartir su pasión por las aeronaves antiguas con los cordobeses. irina marzo