Son herederos del horror del campo de exterminio nazi de Mauthausen, pero también llevan en el ADN la esperanza y el idealismo de construir un mundo sin guerras. Por este motivo, José Barrios, de 84 años, y su hija Cristina Andreu, de 54, se han embarcado en la aventura vital de narrar la agitada vida de su padre y abuelo, Bartolomé Barrios, que sobrevivió al campo austríaco y está enterrado en la localidad francesa de Carbonne tras fallecer a los 84 años.

«Hemos venido a contar todo lo que han sufrido muchas personas y sus familias, entre ellas cordobesas, que lucharon en el bando republicano, se exiliaron a Francia, vivieron en campos de prisioneros franceses, donde no se podía vivir, y luego fueron deportados con una condena de muerte al campo de exterminio de Mauthausen. Y mi padre sobrevivió», cuenta José Barrios, tranquilo y a la vez bastante emocionado.

En su opinión, su padre pudo salir con vida de ese lugar de exterminio, porque fue útil en el campo, era «muy habilidoso y mañoso para construir cosas, para fabricar herramientas, porque era herrador de caballos» y lo mismo hacía escobas de campo, que herraduras para percherones o palas y picos.

La familia Barrios Gómez, junta en Francia. ARCHIVO DE LA FAMILIA

Cuenta José Barros, que el jefe del campo le encargó a su padre que hiciera un juego de ajedrez con hueso de caballo por las noches tras sus ocho horas de trabajo diario. Su padre pidió permiso para matar a un animal y escondió la carne en la nieve, que se fue comiendo cruda poco a poco. «No lo mataron por eso, porque era muy bueno con las manos. Además, pienso que tenía una gran fortaleza física y mental», recuerda.

Cuando su padre se fue a luchar a la guerra en el bando republicano, José Barrios tenía un año y volvió a verlo al cumplir los 15. Desde 1939 hasta 1950, la familia Barrios Gómez estuvo separada y sin saber si Bartolomé estaba vivo o muerto, hasta 1948. «Mi padre salió de Mauthaussen con 39 kilos de peso y dos días antes de que liberaran el campo. porque le daba miedo que los pudieran matar y se ocultaron en un bosque cercano. Tal era la situación de mi padre que solo podía alimentarse con biberones», comenta.

«Mi padre no hablaba mucho de su experiencia, porque era demasiado doloroso», pero sí recordaba que en el campo los sacaban desnudos a la intemperie de madrugada para que murieran veinte o treinta y así dejarles su espacio a los nuevos.

Bartolomé Barrios. ARCHIVO DE LA FAMILIA

Bartolomé estuvo en Matuthaussen desde el 1 de abril de 1941 hasta el 5 de mayo de 1945, más de cuatro años. En 1948, escribió una carta a su familia, que vivía en Villarrubia, con las palabras «estoy vivo y en Francia». Entonces, comenzó otra aventura, la de su madre, Isabel, que junto con él y con su hermana pequeña, Genoveva, iniciaron el viaje para reunirse con él. «En aquellos años ir a Francia era como ir a la luna», comenta Cristina. La primera vez le salió mal el viaje y la encarcelarón en Barcelona, en la cárcel de Las Corts por ir sin pasaporte. A la segunda, lo consiguió. «Mi madre tenía mucho coraje», asegura José Barrios.

Empezó entonces una vida de refugiados para esta familia cordobesa. José Barrios tuvo que ponerse a trabajar y ahora cuenta con orgullo que ha tenido un supermercado en Francia, está casado con una francesa, Mireille, tiene dos hijos y cuatro nietos. «He vivido la desgracia de una guerra y del posterior exilio y deportación de mi padre y he sido un refugiado, pero he tenido mucha salud y mucha suerte. Le doy gracias a Francia por casarme allí, tener hijos y lograr una posición económica buena, siendo un refugiado español», sostiene.

Foto de Isabel e hijos para su marido (1948). ARCHIVO DE LA FAMILIA

Su hija es profesora de castellano en el centro de educación francés Pablo Picasso y considera que «esto no es por casualidad. Yo quería seguir contando la historia de mi familia». En cierta manera, es ella la responsable, de que su padre haya contado la historia de su abuelo a más de 500 estudiantes franceses. «Yo les deseo a los estudiantes que no conozcan una guerra nunca y que trabajen y sean serios en sus vidas», dice este refugiado español, que hoy junto a su hija ofrecerá una conferencia en Filosofía y Letras de Córdoba, a las 19.00 horas, con el único deseo de que «se pueda construir un mundo en paz y sin extremismos», sostiene José Barrios. La invitación para recordar este pasado de muchos exiliados cordobeses es de la Plataforma por la Verdad de las Organizaciones Memorialistas de Córdoba, pero la idea surgió de Nicolás Puerto, primo de José Barrios. «Con el tiempo se pueden olvidar muchas cosas y hay que recordarlas», dice.