Un grupo de empresarios quiere construir en Córdoba la primera playa urbana de España. El proyecto incluye la construcción de una laguna artificial con playa de arena, a la que la ciudadanía tendría acceso gratuito y que estaría rodeada de elementos lúdicos como restaurantes, tiendas y hotel. La playa artificial supondría una inversión aproximada de 2,5 millones de euros, que se haría con capital mayoritariamente de fuera de Córdoba.

El sistema de construcción de este tipo de playas pertenece a Crystal Lagoons, una multinacional que ha desarrollado y patentado una tecnología única para la construcción y mantenimiento de lagunas de tamaños ilimitados a muy bajos costes.

La intención de los promotores es que se ubique cerca del río (aunque no es una playa fluvial) porque consideran que la iniciativa podría revitalizarlo y completar la oferta lúdica de la zona, amén de convertirse en un nuevo reclamo turístico. Detrás de este proyecto está también el arquitecto cordobés Rafael Castelló (Torre del Agua, Palacio Homes o el Deza de Isla Fuerteventura), que recuerda que ésta ha sido siempre «una aspiración» en Córdoba. «La construcción de playas fluviales tiene altísimos costes medioambientales y económicos que este nuevo proyecto no tendría», dice.

La playa artificial tendría una lámina de agua dulce de 30.000 metros y una profundidad media de 2,5 metros. «La idea es construir una especie de piscina temática, con tirolinas o pequeños barquitos de vela», explica el arquitecto, quien matiza que los usos lucrativos no están aún totalmente definidos.

Existen unas 300 lagunas artificiales de este tipo en todo el mundo, pero la de Córdoba podría ser la primera playa artificial urbana de España. En Andalucía, por ejemplo, hay una de similares características a la que se quiere construir aquí en el municipio malagueño de Estepona, pero aquella pertenece a una urbanización privada.

«La ubicación exacta no está determinada y es algo que lógicamente hay que consensuar con el Ayuntamiento para que sea el sitio más idóneo para todos», comenta Castelló, que explica que los promotores han tenido ya una primera toma de contacto con la Gerencia Municipal de Urbanismo.

El arquitecto defiende que la playa es sostenible, ya que el agua no se cambia y que el consumo derivado de la evaporación «supondría solo el 50% del coste habitual para el riego de una zona verde normal».