El bar Gaudí, ubicado en la avenida de Gran Capitán, ha echado el cierre después de 28 años de actividad en la ciudad. Según ha podido conocer este periódico, hoy se producirá su cese definitivo después de que el establecimiento ya permaneciera cerrado ayer. El socio mayoritario y administrador único desde el mes de noviembre del año pasado, Francisco Gutiérrez, informó de que esperan presentar en breve un concurso de acreedores, una vez que quede solucionada la extinción de empleo de sus 11 trabajadores.

En la mañana de ayer, un cartel colgado en su persiana informó a los clientes de que no se abriría, porque estaban realizando un inventario para conocer el material que les queda. En el interior del local se encontraban algunos trabajadores y Francisco Gutiérrez, que detalló que la decisión de presentar un concurso (del que depende su futuro) fue aprobada en una junta general de socios y, en la actualidad, el bar solo cuenta con dos, incluido él mismo. Además de esto, apuntó que han llegado a un acuerdo con los empleados en el Servicio Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales (Sercla) y esta misma semana el juez tiene que pronunciarse sobre esto.

En cuanto a los motivos por los que se produce este cierre, el socio mayoritario comentó que «el negocio no va bien» y señaló que ha sido impugnada -por un defecto de forma- la compraventa de las acciones de los antiguos socios, que fue realizada en el mes de junio del año pasado, aunque, por el momento, la Justicia la ha respaldado. Francisco Gutiérrez explicó que este proceso «ha impedido el desarrollo de la actividad, no se han podido realizar inversiones», y manifestó que ya contaban con un plan de viabilidad para el negocio que no ha podido acometerse.

La página web de este local informa de su historia y destaca que en la Semana Santa del año 1988, Antonio Jordano Domínguez, Paco Pérez Hornero, Pablo Pombo González y Ángel Pérez Hornero «regalaron a Córdoba un espacio único y singular, Café Gaudí, que se instaló en el mismo centro comercial de la ciudad, en los bajos de un precioso edificio de estilo modernista con un alto valor arquitectónico». Junto a esto, recuerda que «con el talento artístico de Carlos Cabeza, nuestro eterno decorador, y la férrea dirección de Antonio Jordano se consiguió un local enormemente funcional y arrebatadoramente hermoso». En esta línea, añade que «en una ciudad huérfana de propuestas de ocio integradoras y modernas», Gaudí supuso «una sacudida. No era de extrañar que pronto se convirtiera en el sitio de moda, referente para varias generaciones».