Antonio Gala nunca ha tenido pelos en la lengua, pero ayer estaba especialmente inspirado. Y eso que ante la prensa, momentos antes de salir al escenario, se mostró parco en palabras y algo huraño. Apenas quiso comentar cuál era su apuesta por el partido contra el Barcelona. "Ganará el más (o quiso decir el Mas?)", dijo. Se encontraba "regular", aseguró antes de subirse al escenario para crecerse ante la mirada del público.

Mientras media Córdoba miraba al Arcángel, los asistentes al Teatro Góngora centraban su mirada en el trabajo de una organización humanitaria como Médicos Sin Fronteras y abría el debate en torno a la violencia, un tema tan antiguo como el ser humano. El propio Gala, que aprovechó la víspera navideña para escribir una carta a los Reyes Magos, trufada de los guiños irónicos en los que es experto (no faltó la cuestión mula y buey o el origen andalusí de los magos de Oriente), aludió en su discurso a Caín y a Abel para definir la esencia retorcida del ser humano, pero inmediatamente después lanzó un canto a la esperanza apostando por una humanidad más humana y para pedir a Melchor, Gaspar y Baltasar: "PAZ", con mayúsculas, para todos y para siempre. En la recámara, llevaba verdaderos misiles con los que torpedear cualquier argumento en favor de esa idea de que "si no hay guerras, se acaba la historia". Así, habló del inútil gasto en armamento, de las guerras inventadas por "meros megalómanos", de la mayoría "condenada a la ignorancia y la enfermedad, cada vez menos capaz de gritar ¡no!" y de "los 800 millones de personas que no comerán hoy, 300 de ellos niños". Y es que, como dijo, "cada dos segundos (uno, dos) muere una persona de hambre mientras los expertos dicen que no se puede evitar porque harían falta 28.000 millones de euros, que es lo que Europa gasta en perfumes, bolsos y helados", disparó, antes de sentenciar que "el pan nos sabe a sangre" y que el ser humano "está actuando como antropófago con el propio ser humano" o que "quienes fomentan la violencia son los mismos que deberían extirparla porque los grandes estados son los leviatanes del mal".

En un debate moderado por el periodista Jesús Vigorra, en el que también tenía opción a intervenir el público (entre el que hubo presencia de personas de la cultura, profesionales médicos, enfermeras y alguna autoridad local), el presidente de Médicos Sin Fronteras, José Antonio Bastos, actuó como interlocutor de Gala. Bastos defendió el arduo trabajo de la oenegé, ilustrado previamente en un vídeo, "que cuenta con un apoyo social muy importante en Córdoba", destacó, y cuyo sueño sería desaparecer "ya que eso supondría que no habría guerras en el mundo".