¿Por qué conceptos urbanísticos ha de apostar la administración?

La emergencia del covid-19 no ha hecho más que adelantar y hacer más evidentes algunas pautas improrrogables acerca de la necesidad de apostar por un modelo urbano que, a la vez, es un modelo social - ya que la mayoría de la población mundial vive en ciudades - más sostenible. Por una parte, la pandemia es un reflejo de los riesgos ecológicos a los que nos enfrentamos; por otro, todo riesgo ecológico conlleva un riesgo social. Las ciudades deben virar de un modelo expansivo al de la rehabilitación de lo existente, de la construcción de nueva planta a la regeneración urbana. Esto es un urbanismo de proximidad, donde no sólo se garantiza una menor huella ecológica y menor ocupación de suelo, sino que, además, se reduce la movilidad y aumenta la accesibilidad ciclopeatonal y, sobre todo, la cohesión social de nuestro entorno. Tiene que ver con la política de vivienda, pero también con todo lo que hace habitable la ciudad existente a través de los servicios de proximidad, es decir los equipamientos - como el comercio, los centros escolares, de salud, etcétera - y con el espacio público, el lugar colectivo donde se garantiza el Derecho a la Ciudad.

¿Qué medidas concretas implementaría en Córdoba?

Lo primero, acciones de subvención e incentivos fiscales a la rehabilitación, empezando por el valor residencial del casco histórico y, sobre todo, de los patios, que se han ido despoblando, paulatinamente, en favor de los servicios turísticos. Se debe mantener un equilibrio adecuado entre el residente y el visitante para preservar el patrimonio material e inmaterial de Córdoba que, posiblemente, es el valor real de esta ciudad, junto a la producción agrícola. Ambas cosas, mucho más que la industria turística, se están revelando claves en la crisis del covid-19. Lo segundo, acciones que fomenten la renaturalización de la ciudad existente, tanto aprovechando el gran capital de los patios como del espacio público. Ambas cosas, juntas, potencian a Córdoba como ejemplo de ecología urbana de la ciudad mediterránea a partir de su patrimonio. Imaginemos, simplemente, cuánto se reduce la aportación al cambio climático si potenciamos la porosidad de la ciudad tradicional, si aprovechamos la permeabilidad de los suelos de los patios y su revegetación, así como la accesibilidad y la cercanía. Lo tercero, conseguir definitivamente compartir estos retos con la ciudadanía, apostando por mecanismos de cogestión que hagan posible formas de resiliencia y un modelo urbano y de convivencia adecuado a las necesidades y retos actuales, máxime tras la emergencia. Un ejemplo inminente es aquel que esta haciendo evidente la dificultad de la vuelta al espacio público tras el confinamiento. ¿Qué reglas nos permitirán realmente volver a cohabitar la ciudad? Fortalecer la ciudad peatonal, accesible y amable que es Córdoba. Las megalópolis se han revelado aún como más invivibles de lo que ya sospechábamos y el teletrabajo se va a erigir en un factor de cambio, al facilitar la distancia de los centros neurálgicos. Eso deja a Córdoba en una condición ideal como opción de vida, si es capaz de entender y fortalecer sus virtudes, en el fondo, su naturaleza.