--Lo primero: felicidades por el título de Hijo Adoptivo de Córdoba.--(Ríe entre dientes).

--¿Se imaginaba alguna vez siendo el protagonista de la jornada de San Rafael, uno de los actores principales de la ceremonia de premios de la ciudad?--Bueno... Una vez me hicieron Cordobés del Año, pero nunca hubiera imaginado este acontecimiento. Nunca lo he perseguido. Sinceramente. Yo no me veo una persona tan significativa como para que me den un premio. No tengo en mi vida hechos para ello...

--Pues la ciudad piensa lo contrario.--(Ríe).

--En el reconocimiento que le han hecho, y sin dudar lo más mínimo que se lo merece, ¿hay también un cierto reconocimiento a una época, una lucha?--Yo siempre lo he dicho: éste ha sido un premio colectivo. Las ideas, los pensamientos, las actitudes, los riesgos- han sido del colectivo. Uno no trabaja en plan "yo dirijo y tú obedeces". Precisamente, una de las facetas de este movimiento cultural es la posibilidad de un pensamiento y una acción de forma colectiva. Soy consciente de que esto ha sido hecho a través de muchas personas. De hecho, cuando me entregaron el título me surgieron un montón de nombres: Pepe, Ortega, Pedro García, Pedro Fernández... Esos, entre los primeros, pero ha habido muchísimo chavales y chavalas: María Jesús, Curro, Faelo, Ríder, Pedro Pablo, El Yayo, Mari Loli... Hay cientos de nombres que han trabajado mucho y nuncan saldrán a la palestra.

--Pero son parte del nombre de Francisco Aguilera.--Sí (sonríe). Pero pesa más el colectivo. Un movimiento auténticamente entendido no funciona si no tiene una fuerza democrática y autogestionaria, porque, si no, se mantiene una línea vesticalista que no es la forma de aunar auténticamente a las personas.

--Hablemos de los principios: hubo un tiempo en el que no se podía reunir la gente, y venían a pedirle un sitio a usted...--Bueno... Lo primero es que yo siempre he estado trabajando con la clase obrera. Soy consciente desde que subí a El Naranjo, en 1964. Allí empecé a trabajar con los trabajadores en las distintas reivindicaciones que se tenían. Por entonces se dio un paso fundamental: era una época donde hacíamos reivindicaciones individuales, pero me di cuenta de que aquello no tenía trascendencia. Me acuerdo cuando echaron a 18 chavales de un trabajo porque hacían reivindicaciones individuales. Pero eso no hacía ninguna pupa al sistema. Entonces, reflexionamos y vimos que organizándonos por gremios seríamos más eficaces. Metal, sanidad, comercio...

subí pupa

--Eso suena a "sindicatos", y en esa época algo que sonara a "sindicatos"...--Bien. La JOC es un movimiento educativo a través de la acción, cuyos protagonistas son los mismos jóvenes. Todo esto busca que se haga un mundo de justicia (en el lenguaje cristiano, que se haga el Reino de Dios) y ellos, los jóvenes, a su vez, hacían una lectura creyente de su acción. No era una actitud puramente sindical, sino que se unían todas las actitudes psicológicas de la persona, su crecimiento personal y la lectura creyente de todas esas cosas. Aquello no era un sindicato puro y duro (sin quitarle valor a los sindicatos, por supuesto). La JOC es un movimiento educativo con un sentido de lo trascendente.

--¿Ha tenido la ocasión de ver los frutos de ese medio siglo de trabajo?--Hombre, ese trabajo lo mantuve con dedicación plena hasta los años 90. Pero sí, claro. He visto a muchísimos chavales de Las Margaritas, de Los Vikingos , de Palmeras... He visto reestructurarse a chavales que llegaron desorientados, desestructurados, y hacerse auténticas personas. Eso sí lo he constatado. Y no solo ellos, sino también estructurar sus familias, sus amigos, sus entornos... Y junto a las personas, también las empresas, sobre todo en el comercio, el metal... Me acuerdo de la transformación que tuvo González Espaliú a través de los chavales que salieron, que cambiaron hasta el ambiente. Y eso que eran jóvenes que no venían de una tradición cristiana tal y como se concebía oficialmente en toda España.

Los Vikingos

--Es curioso el legado político que ha dejado en Córdoba la Iglesia durante la transición: desde las ideas más conservadoras hasta germen de la izquierda actual, de IU, y hasta del grapo. ¿Cómo es posible que una misma doctrina dé todo ese espectro político en una ciudad?--Pues es cierto. Me acuerdo de los casos de Manolo Quesada, Pepe Balmón... Yo creo que la presentación de Jesús es una imagen atractiva, y Jesucristo no fue alguien desentendido de su propio pueblo. Aunque las cosas no son tan simples. También convivimos con cristianos que creen que están haciendo el bien con posiciones económicas y políticas distintas. No creo que estén con mala conciencia. Algunos sí me parece que están algo alienados, equivocados, porque ese no es el pensamiento de Jesús. Pero no se le puede reprochar. También he conocido a gente en Córdoba de estratos burgueses que eran gente limpia. En todos los sitios cuecen habas.

--Hoy en día, los demócratas, ¿se saben comunicar mejor o peor que antes? ¿Se entienden mejor?--Hubo un tiempo en que existía un frente de oposición al franquismo, y eso reforzaba los puntos de coincidencia. Luego, las divisiones, las tendencias... eso ha existido siempre, incluso en la clandestinidad, como las críticas de unos a otros, los enfrentamientos internos, el apuntarse los tantos... Los humanos somos así. Hay un egocentrismo personal y también un egocentrismo de grupo, en todos los estratos y en todas las ideologías.

apuntarse

--Le voy a citar nombres: Antonio Pareja, Juan Perea... Quedan pocos sacerdotes con ganas de luchar de esa forma, ¿no?--Juan Perea también comenzó en la JOC, en Puente Genil, y siempre ha trabajado mucho en el Sector Sur. El dio el paso al dejar la JOC hacia el movimiento vecinal y siempre ha estado con los trabajadores. Luego estaba mi compañero Antonio Pareja, centrado sobre todo en el mundo del trabajo.

--Mientras que usted se fijaba más en el campo de la educación ¿Por qué?--El elemento más determinante de esta sociedad es la economía. Sin embargo, realmente la economía, para subsistir, necesita un sistema cultural. Cuando se lucha en la cultura, transformando la cultura dominante, tienes que atacar en cierta forma la economía reinante, porque la economía produce la cultura y la cultura mantiene la economía. Entonces, cuando se trabaja desde la cultura (no desde el culturalismo, desde aspectos como el folklore, etcétera) se llega a transformar hábitos, cambiar formas de sentir, formas de pensar y las actitudes profundas, incluso colectivamente. La educación, sin duda, es uno de los caminos del cambio de la Historia.

--Volvamos a esos tiempos duros en los que abría la iglesia