Vivir de la flor o por la flor, esa es la cuestión. Con la llegada del festival internacional Flora, caen las primeras gotas de agua en Córdoba. La ley de Murphy se alía así, tras semanas de tórrido calor, con las plantas en el inicio de un festival que sigue creciendo (o floreciendo) y que este año ha roto el muro invisible de separación entre Flora y los patios con un encuentro entre cuidadores, Araceli y Santi, de San Basilio y Zarco, y dos artistas, en este caso integrantes del equipo madrileño Flor Motion. Sobre la mesa, dos mundos: el arte floral frente a las flores por amor al arte. Y a partir de ahí, la conversación.

Flor Motion se explica. «Somos un colectivo de floristas con marca propia que trabajamos juntos no para autopromocionarnos, de ahí que nos tapemos las caras, sino para hacer cosas juntos sumando la creatividad de todos», explica Aitana, que da algunas pinceladas de su instalación: «nuestro proyecto quiere abrazar Córdoba y mostrar el cruce de Culturas, la luz, el color y por eso la mayor parte del material que empleamos viene de Andalucía». De lo general a lo personal. A cada cual, la afición le viene de un sitio, a Irene de un pasado cordobés remoto que le corre por las venas, a Aitana del descubrimiento espontáneo de la felicidad en el manejo de las flores.

Por momentos, pareciera que ellas también viven del amor al arte con esto de las flores. Al otro lado, Araceli y Santi comparten con ellas y con el público la esencia de la fiesta declarada patrimonio de la humanidad, la pasión heredada de madres y abuelas por las flores, la cultura silenciosa del cuidado de las macetas, la llegada de la primavera y la explosión de color, los secretos sobre el manejo de las plagas, el trasplante en la azotea y la evolución simbolizada en el salto desde la lata y la caña a la caña de pescar telescópica transformada en regadera por Araceli.

Las artistas de Flor Motion (que han elegido la Casa Góngora para mostrar su instalación) no son floristas al uso, ellas practican aquello de «si un desconocido te regala flores...», pero viven en Madrid y allí «tenemos que recordar a diario que existen las flores porque incluso en nuestras guerrillas florales que improvisamos en la calle para sorprender con flores a la gente, muchos pasan por encima y ni las ven». La imagen choca al público de Córdoba, tan acostumbrado a mirarlas y deleitarse con ellas, pero también hay autocrítica desde el otro lado, «por el maltrato vegetal que se infringe a las plantas al terminar las cruces de mayo o la batalla de las flores», comenta alguien. «Haced guerrillas florales con el material sobrante en las cruces, por favor», propone rápidamente Aitana. Primer intercambio cultural entre los dos mundos.

Luego Emilio Ruiz relata una anécdota de la primera edición de Flora, cuando el artista francés quiso regar sus plantas colgadas en el aire y se devanó los sesos hasta que alguien le tendió la caña y la lata. Segundo intercambio cultural. Luego habla una cuidadora de patios y lanza el eterno debate de si la fiesta de Córdoba está dejando de ser un paisaje interior expresado en casas decoradas con flores para convertirse en decenas de escenarios con exhibiciones de arte floral.

La organización de Flora reitera entonces que no está en Córdoba por casualidad y que, por más que a los de aquí les cueste creerlo, esta ciudad «vive la flor de otra manera». De momento, aquí no se vive de la flor, se vive por la flor y para la flor.

BOUTEMY, ESTA TARDE EN LA DIPUTACIÓN

Esta tarde, la Diputación de Córdoba acogerá el encuentro con el artista francés Thierry Boutemy, Thierry Boutemy,todo un referente del arte floral en el ámbito internacional. Será a las 19.30 horas con entrada libre hasta completar aforo. Boutemy explicará a los asistentes su modo de trabajo, dónde busca la inspiración, sus influencias y experiencias. Desde ayer, trabaja en su instalación de Flora, que ocupará el patio del Reloj del Palacio de la Merced.

Florista desde 1987, Boutemy se dio a conocer a escala internacional tras su trabajo en María Antonieta, la película dirigida por Sofia Coppola en 2006. Hoy, asentado en Bruselas, es un nombre clave en el mundo de la moda, el cine, el arte, las bodas y los eventos más exclusivos.