Tras el cierre de la Feria de Nuestra Señora de la Salud 2018, el pasado domingo, y como viene siendo casi una tradición en las ediciones de hace ya más de década y media, surgieron inmediatamente voces reclamando de nuevo mejoras urgentes tanto en el recinto como en el propio desarrollo y concepción del ciclo festivo. Nada nuevo si se miran las ediciones anteriores, una vez pasada la satisfacción por el traslado de la Feria a El Arenal (en 1994) y de unos primeros años con cambios notables e imprescindibles para ajustar el desarrollo de la fiesta a su nuevo marco.

Sin embargo, en este 2018 ha habido una diferencia en lo que se reclama para la Feria: ya no se pide hablar y replanificar la fiesta, sino ejecutar lo ya acordado con mucho esfuerzo. Así, apenas siete horas después de terminar la Feria, que concluyó oficialmente a las 6.00 de la madrugada del domingo, el Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC) difundía una nota en la que defendía poner en práctica el dictamen de la comisión técnico-ciudadana sobre la Feria de Córdoba. Aquel foro, con la presencia de 17 grandes colectivos y áreas municipales, que se creó en enero del 2017 y se constituyó cuatro meses después, pidió informes precisos a los organismos municipales implicados, celebró seis sesiones de análisis más y en noviembre del pasado año presentó sus conclusiones, que no tienen desperdicio.

Algunos cambios hechos

En estas conclusiones de la comisión técnico-ciudadana sobre la Feria (CTF) se propugnan cambios más que notables, aunque algunos con poco o nulo coste ya se implantaron en esta edición pasada del 2018, «como la recuperación de la comisión de Feria, las sanciones a casetas, la mejora del saneamiento, apostar por la calidad y no la cantidad de las casetas o la ampliación del transporte público», que «han dado un resultado positivo», explicaba la nota del CMC.

Sin embargo, el máximo órgano de participación ciudadana también reclamaba más agilidad en los otros grandes cambios pactados, ejecutando mejoras a partir de este mismo verano con la construcción «de aceras, cambio del pavimento, el soterramiento de la instalación eléctrica, la ampliación de la red de eliminación de aguas o la adecuación de los accesos».

Y aquí empieza lo complicado, cuando hay que buscar el dinero. Ya la comisión, en la página 13 de sus conclusiones, era «consciente de que estas actuaciones requieren de un plan de inversión que se debe temporalizar ante el coste que supone, debiendo buscarse las formas de financiación para que pudiera ser realidad en un plazo razonable», dice sin poner fechas. Algunos auguran para ello años y hasta décadas, además de decenas de millones de euros. Porque, además de los cambios ya reclamados para el próximo año por el CMC (algo ante lo que los responsables municipales Carmen González (de Promoción de la Ciudad), Pedro García (Urbanismo) y Amparo Pernichi (Infraestructuras) no han dicho esta semana ni «sí» ni «no», lo que en lenguaje político significa «no») se propugnan medidas que se podrían agrupar en tres bloques: el primero de ellos, el de iniciativas sin grandes costes y realizables a corto plazo.

Lo relativamente fácil

En este capítulo estaría el sistema sombras aprovechando árboles en crecimiento y toldos o instalaciones de microclima que prevé impulsar este mismo verano la concejala Pernichi. También el dictamen de la Gerencia de Urbanismo (se prevé que en este mes), que fijaría si se pueden dejar estructuras estables por parte de las casetas en El Arenal abaratando costes, bien a nivel cero, bajo la rasante, con infraestructuras permanentes, bien con estructuras aéreas que abaratarían más los montajes (cerramientos, soportes para las carpas, etcétera) o incluso con construcciones completas, reordenando El Arenal y con vigilancia permanente para evitar robos y ocupaciones irregulares.

Los números no mienten: si se multiplica el coste medio de montaje y dotación de una caseta media por las 96 de este año encontramos que 3,84 millones de euros se tienen que tirar al contenedor cada año al desmontar la Feria, a lo que hay que sumar otros 200.000 euros del Ayuntamiento de recableado de El Arenal en cada edición y otras partidas para reacondicionar el pavimento, ajardinamiento, etcétera. Y todo eso año tras año. ¿Cuánto de este dinero se podrá ahorrar? Se supone que pronto se sabrá.

Cambios legales

En un segundo apartado de los cambios que propugnó la comisión estarían acciones sin costes (en teoría), pero a medio y largo plazo, como la propia reforma del PGOU que propugna la propia comisión, que convertiría la Feria en el uso prioritario de El Arenal, para asegurar inversiones público-privadas en él, desechando un hipotético traslado que haría inútil todo el esfuerzo de inversiones que se propugnan. También en este apartado estaría la elaboración de una ordenanza «que dé estabilidad política y seguridad jurídica» a los que apuestan por la Feria.

Lo más costoso

En un último bloque, estarían las obras e iniciativas con un significativo coste y que habría que acometer a largo plazo. Entre ellas, una plaza centrada en el mundo del caballo (con traslado de casetas del ámbito ecuestre a este entorno) frente a la caseta municipal, mejorar la calle del Potro (entre las casetas y la calle del Infierno) para el paseo de caballos o zona de estancia, aceras de taqueado para las casetas y plataforma de hormigón tintado para sus carpas, soterramiento de líneas eléctricas con un sistema antirrobo y armarios eléctricos desmontables, mejoras de los saneamientos, puntos limpios para Sadeco, enganches de agua en la parte delantera de las casetas, incrementar las fuentes, hidrantes para bomberos, infraestructura subterráneas para la evacuación de aguas pluviales, más mobiliario urbano...

La organización

Más fácil, en teoría, sería trabajar en los aspectos de organización y de funcionamiento de la Feria, con un modelo «que debe dar respuesta y acoger a todos los colectivos y formas de entender la Feria, por tanto, debe ser abierta y plural». Sin embargo, se reconoce que «se debe superar el modelo exclusivo asociativo, aunque potenciando el mismo mediante ayudas municipales», no permitir «en ningún caso la reventa total de la caseta» y hasta contemplar «el cobro de tasas directas a las casetas por la cesión», bonificando así a las que apuesten por una caseta asociativa y de voluntariado. También se acepta «el modelo actual de cierres temporales para actividades internas del colectivo», algo que «es adecuado y funciona bien», pero se rechaza frontalmente la práctica de acceso «mediante invitaciones o entradas». Respecto al número de casetas, el dictamen propugna «perder la obsesión por el número» abogando más por la calidad que por la cantidad. Para la comisión, un centenar de casetas sería actualmente lo adecuado

Y, por último, hay un acuerdo tan total y absoluto como coincidencia en lo complejo que será eliminarlo: no se quiere el botellón.

En todo caso, afirma el dicho que «cada uno cuenta la Feria según le va». Correcto, pero habrá que ver cúanto tardará en materializarse la Feria del futuro, esa que todos la cuetan de la misma forma.