Cientos de familias desesperadas de los barrios pobres siguen esperando el cobro de la renta mínima de inserción social, que lleva atascado desde hace meses y que en la actual situación de cero ingresos (confinados por la crisis del coronavirus) en la que sobreviven a duras penas sería un alivio importante para economías precarias de antemano.

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En esta situación se encuentra, por ejemplo, Carmen Fernández Vallejo, una mujer de 61 años que vive sola, con varias enfermedades crónicas y lleva esperando cobrar la renta desde hace 15 meses. "Estoy comiendo pan con mantequilla y lo poco que me pueden dar mis hijos, que están todos parados, porque no hay manera de que llegue esa ayuda", explica inquieta, "se supone que en seis o siete meses te lo tendrían que pagar, esta ayuda es para personas y familias que están muy mal si tardan tanto tiempo en dárnosla, qué hacemos mientras, nos morimos de hambre?", se pregunta indignada. En Servicios Sociales, cuyas líneas están colapsadas, afirma, "me dan largas y así llevo año y medio casi, pero ahora es aún peor porque no puedo salir y ya no sé qué hacer ni a quién pedir, nadie te oye y un día apareceré tirada en casa, esto que está pasando es horrible, entiendo que hay muchísima gente mal, pero por lo menos tendrían que darnos para comer".

Carmen Fernández, Josefa Serrato y Gema Almeda.

Josefa Serrato, vecina del Sector de 41 años y su marido, con un 71% de discapacidad está en situación similar. "Llevo ocho meses esperando la renta mínima y sobreviviendo con dos hijos pequeños con la no contributiva de mi marido, de la que nos quitarán la mitad cuando nos venga la renta", explica, "he llamado a Servicios Sociales porque estaba pendiente de un trabajo y con esto de la cuarentena se ha parado todo", comenta. "Me dan los alimentos de los niños en el colegio, pero se supone que ya no tengo derecho a nada más, mi marido y yo no comemos", lamenta, "lo que está pasando es muy fuerte, hay familias que no tienen para comer y seguimos esperando y esperando una ayuda que nunca llega". No reciben de momento entrega de alimentos del Ayuntamiento.

Gema Almeda tiene 35 años y tres hijos y lleva desde febrero del 2019 esperando cobrar la renta mínima de inserción social. "Pero hoy he llamado a la Consejería de Políticas Sociales y me han dicho que sigue parada en noviembre del 2018 y que no saben cuándo empezarán a pagar las demás". Según relata con la voz temblorosa, "no tengo ni un euro de ingresos, yo trabajaba por horas en las casas y ahora no puedo hacer nada, tengo a tres niños y no me dan la comida del colegio ni nada, así que lo poquito que tenía ahorrado de lo que ganaba me lo he gastado y me quedan 30 euros ya, no sé qué voy a hacer, he llamado a todas las puertas pero no dan ayuda en ningún sitio porque somos muchos los que estamos así, pobres". Según cuenta, hace unos días una señora le trajo unas cajas de leche y algunos alimentos, pero "en Servicios Sociales me dicen que la renta mínima la van a pagar a las situaciones de emergencia solo, a los de los desahucios y a víctimas de violencia de género, que claro está deben tener lo que les haga falta". Luego se pregunta "si mi marido no me pega, ¿yo no tengo derecho a comer? Tengo tres niños de 1,3 y 7 años ¿y no soy una urgencia?, te entran ganas de tirarte por el balcón cuando ves que no hay salida", lamenta insistentemente, "esto no es justo, es una barbaridad lo que estamos viviendo, encerrados y sin nada". De momento, no recibe ayudas del Ayuntamiento de alimentos.

La Junta de Andalucía, por su parte, informó el pasado lunes de que 5.000 familias de toda Andalucía, de las más de 30.000 que se estima pueden estar esperando el ingreso, recibirán esta semana la renta mínima que les corresponde, de entre 419 y 779 euros al mes. Se trata de un ingreso pensado para los hogares en grave situación de vulnerabilidad aunque de momento solo se agilizará el pago de los "casos urgentes". Se consideran casos urgentes "a las víctimas de violencia de género o explotación sexual o laboral; a quienes se encuentren en proceso de desahucio, ejecución hipotecaria o pérdida de la vivienda habitual; o enfermedad grave que impida el desarrollo de la vida cotidiana".