El frenillo sublingual corto provoca la anquiloglosia (lengua fija) que dificulta que el recién nacido se alimente de manera correcta y puede más adelante causar problemas con la pronunciación de algunos fonemas, según ha indicado la cirujana pediátrica del Hospital Quirónsalud Córdoba Victoria Jiménez.

Según ha indicado el centro hospitalario en una nota, la cirujana ha explicado que para resolver este problema, que afecta al cuatro por ciento de los recién nacidos, el procedimiento más efectivo y seguro es la frenectomía lingual, se trata de una intervención mínimamente invasiva, sencilla, rápida y segura que solventa la dificultad de alimentar a los neonatos con diagnóstico de anquiloglosia.

La intervención consiste en dar un corte para liberar la lengua y facilitar un mayor movimiento de ésta, la recuperación es muy rápida y el niño se alimenta poniéndose al pecho de la madre sin dificultad inmediatamente tras la intervención.

Los padres realizan unos sencillos ejercicios de rehabilitación post-frenectomía durante dos meses, para evitar que el frenillo intervenido se pegue y para ayudar al bebé a aprender a manejar su lengua. Se trata de estimular al bebé para que mueva la lengua.

El frenillo sublingual es una membrana que se encuentra debajo de la lengua y que debe permitir su movimiento. Los niños con anquiloglosia o frenillo sublingual corto tienen la lengua unida al suelo de la boca, lo que puede conllevar problemas con la lactancia así como con la dicción, ha insistido la especialista.

Los frenillos cortos se clasifican habitualmente en cuatro tipos, los tipos uno y dos se encuentran en la parte anterior de la lengua hacia la encía, y los tres y cuatro en la zona posterior, presentando habitualmente componente submucoso, que hace que la lengua se ancla más a la base de la boca. La anquiloglosia es hereditaria, aunque no se sabe su etiopatogenia.

La doctora Jiménez ha señalado que un bebé con frenillo corto habitualmente hace daño a la madre al mamar por tener un mal agarre, succiona con dificultad, hace tomas muy largas, y puede hacer chasquidos al tomar aire, lo que le provoca gases. Además, el bebé pierde peso o no gana el suficiente "por lo que es importante solventar este problema que afecta tanto a la mamá como al bebé".

Así, un lactante en el que se evidencian dificultades para su alimentación o en el que se visualiza un frenillo sublingual corto debe ser examinado por un cirujano pediátrico, que ha de valorar la necesidad de realizar una frenectomía.