«Para echarse a llorar», «un desastre», «un despropósito». Así definen el examen algunos de los que se presentaron a la convocatoria pública para ocupar los puestos de educador social realizada por el Ayuntamiento y que solo han aprobado 4 personas de las 400 aproximadamente que lo intentaron para cubrir 11 puestos. «El examen tenía dos partes y una duración de tres horas, hora y media para cada una, pero nos tuvieron las tres horas pegados a la silla, sin poder salir», explica una de las aspirantes, «las bases decían que había que contestar correctamente el 70% de las preguntas para tener un aprobado y faltó mucho tiempo porque la prueba, tipo test, era difícil». Más que difícil, se corrigen, tenía preguntas «sin sentido». Entre ellas, señalan, «hubo cuatro o cinco preguntas que ponían a prueba tu memoria fotográfica, del tipo ¿en qué parte del artículo X se habla de tal cosa?».

En opinión de los consultados, ese tipo de preguntas «no pretenden comprobar que conoces el contenido del artículo por lo que son una lotería» y si hay varias, como en este caso, «pueden ser decisivas a la hora de aprobar». Además, aseguran que había preguntas «que no se correspondían con ningún epígrafe del temario, no entraban, por lo que han tenido que ser anuladas al presentarse reclamaciones, pero como tampoco había preguntas de reserva por si algo así ocurría, han tenido que reducir el baremo mínimo para aprobar». Al parecer, entre los presentados, cundió la indignación tras la prueba y un grupo de los aspirantes llegó a organizarse para elaborar reclmaciones.

Los educadores se quejan del tiempo que han destinado a preparar la prueba y de la «falta de seriedad» de los responsables de la redacción del examen.