La directora de la Unidad de Alergia del hospital Universitario Reina Sofía, Carmen Moreno, aprovechando el inicio de la primavera, hace un llamamiento a los pacientes con alergias respiratorias para que “se tomen en serio su enfermedad, no abandonen la medicación y se vacunen en aquellos casos en los que esté indicado -ya que es éste el tratamiento más eficaz para hacer frente a las alergias-”.

En esta línea, recuerda que “los alérgicos al polen nunca deben empezar a vacunarse durante la primavera, han de hacerlo antes o después”. Por lo que, la especialista indica que “el verano o el otoño próximos serían un buen momento para que los alérgicos al polen que hayan pasado una mala primavera se pusieran la vacuna”.

Carmen Moreno ha informado hoy de las previsiones de esta temporada en base a los datos que manejan las sociedades científicas, que estiman que la primavera en Andalucía se presenta moderada-intensa para los alérgicos. Por sus características geoclimáticas, la provincia de Córdoba presenta una elevada incidencia de alérgicos respiratorios, informa el hospital en una nota de prensa.

La Unidad de Inmunoteria y Alergia del hospital Universitario Reina Sofía atiende a pacientes derivados de toda la provincia de Córdoba, donde se estima que pueda haber unas 150.000 personas con alergias respiratorias, de los que en torno al 60%, unos 90.000, pueden serlo al polen. Del total de personas con alergia respiratoria al polen, el 80% lo son al olivo, el 65% a las gramíneas, seguidos de Salsoa (30%), del plátano de sombra (20%) y del ciprés (13%).

Sólo algunos pacientes, con una combinación determinada de síntomas y perfil de sensibilización precisan inmunoterapia (vacunas). La Unidad de Alergia del complejo sanitario cordobés puede identificarlos correctamente de entre todos los que son derivados desde Atención Primaria o desde otras especialidades. La doctora Moreno señala que en torno a un 6% de todos los pacientes con alergias respiratorias -en estadios leve, moderado o grave- de la provincia son atendidos en el hospital. En este sentido, es importante recordar que la efectividad de las vacunas “ha aumentado mucho en los últimos años gracias al mayor conocimiento de esta patología y de los pacientes”, prosigue.

Esta efectividad se traduce directamente en la vida diaria de la persona con alergia. Así, un paciente que se vacune desarrollará probablemente menos síntomas cuando se enfrente al polen y tendrá mejor calidad de vida, ya que podrá permanecer más tiempo al aire libre, tolerará mejor el ejercicio físico, dormirá mejor o necesitará menos medicación. Además, la vacuna aporta otras ventajas como detener el curso progresivo de la enfermedad, que cuando evoluciona sin control puede llevar al paciente a padecer asma, a enfrentarse a crisis de gravedad o al desarrollo de reacciones alérgicas a alimentos vegetales, una consecuencia cada vez más frecuente.

Por otro lado, la directora de la unidad aclara que “no hay que confundir las verdaderas alergias con las pruebas múltiplemente positivas. Es decir, tener muchos positivos no significa tener muchas alergias”. Hay pólenes que contienen la misma proteína (alérgeno) y pueden dar positivo en las pruebas cutáneas. En estos casos, los especialistas proceden a desarrollar técnicas moleculares en una muestra sanguínea para determinar si los positivos cutáneos responden a una alergia del paciente o no.

Esto es así porque el diagnóstico está basado en las proteínas, no en el tipo de polen. Este aspecto es sumamente importante, ya que ayuda a personalizar los tratamientos y a ser más precisos en el diagnóstico. Así, gracias al diagnóstico basado en las proteínas se pueden diferenciar tipos de pacientes por áreas geográficas. Por ejemplo, tomando como referencia el olivo, los pacientes de la mitad norte de la provincia de Córdoba son predominantemente alérgicos a una proteína al polen de olivo (Ole e 1). Sin embargo, los pacientes de la Subbética son alérgicos a tres (Ole e 1, Ole e 7 y Ole e 9). Estas peculiaridades se traducen en que la enfermedad se comporta de manera diferente en unos pacientes y en otros.

Factores de riesgo

La alergia es una enfermedad de sociedades desarrolladas, en las que las comunicaciones han propiciado un mundo globalizado que se extrapola también al ámbito de las enfermedades. Como ejemplo, la doctora Moreno ha señalado que “hace 20 años en España no había alergia al sésamo porque no comíamos sésamos. Ahora lo comemos y aparecen las alergias a este alimento”.

Otro de los grandes factores que impacta directamente en la incidencia de la alergia es el cambio climático. En este sentido, la doctora Moreno explica que “se están produciendo una serie de perversiones en la naturaleza que repercuten en los pacientes alérgicos”. Ejemplo de ello es que los calendarios de polinización pueden llegar a ser imprevisibles porque las plantas pueden tener floraciones extemporáneas y esto provoca que los pacientes acusen los síntomas con una temporalidad no prevista.