José Ángel Moyano Cañero es un apasionado de la enseñanza. Este cordobés puso en marcha en el 2015 el Centro Educativo Integral para Altas Capacidades de Aguascalientes (México), un centro público y gratuito único en el mundo dirigido a alumnado con necesidades especiales en el que han confiado instituciones como la Universidad de Cambridge, el University College of London (Gran Bretaña) o la empresa Intel Education. Cursó sus estudios de Magisterio en la Universidad de Córdoba y se licenció en Psicopedagogía y Maestría en Formación del Profesorado en la Universidad Complutense de Madrid, donde en la actualidad cursa su doctorado sobre un modelo educativo que da forma a la escuela del siglo XXI y especializado en la atención de estudiantes de altas capacidades. De formación es multidisciplinar, se ha adentrado en campos como las políticas públicas educativas o los impulsos de liderazgo en varias universidades internacionales, entre ellas Harvard (EEUU).

-Viene de un entorno dedicado a la docencia y su madre, Isabel Cañero, recibió en el 2008 la Medalla de Oro al Mérito en la Educación. Parece que su relación con el mundo educativo estaba escrita.

-Podría mencionar infinidad de referentes educativos que, por vocación, decidieron regalar lo más preciado que tenemos, nuestro tiempo, a la enseñanza. Giner de los Ríos, el padre Milano... pero debo confesar que mi único faro educativo, quien supo despertar en mí el compromiso por la dedicación a los demás, es Isabel Cañero Villegas, mi madre. Ella es educación en estado puro, ella, simplemente es magia. Porque la educación es eso, hacer que ocurra lo inesperado, sembrar ilusión y esperanza, transformando a los pequeños por dentro y, aunque no se ve, esa magia se siente. Su entrega ha sido mi punto de equilibrio en mi vida profesional. Maestras como ella hacen falta en mi vida y, sobre todo, en este mundo convulso.

-Comenzó su andadura profesional de la mano de su madre, en el aula ocupacional de El Pedal, del CEIP Duque de Rivas. ¿Es ahí cuándo empieza a fijarse en otras formas de ser docente?

-Desde muy pequeño disfruté en la escuela de experiencias un tanto atípicas. He tenido grandes maestros y maestras que me hacían sentir el deseo de regalarles a los demás las experiencias que ellos me ofrecían. Pero con mi madre tuve la oportunidad de hacer ese clic profesional que engancha, me hizo darme cuenta de que en ella vivían muchas fórmulas que podían ayudar a cambiarle el paso en el camino de la vida a otros, que los libros no tenían todas las respuestas, que los maestros tampoco, pero que se podía hacer pedagogía del abrazo y ser una brújula para aquellos que se encontrasen perdidos. En el aula la prioridad no era el currículum, en la escuela la prioridad es el alumno.

-¿Y cuándo y por qué se lía la manta a la cabeza y decide cruzar el charco?

-Diría que por loco, por inconsciente, pero mentiría. Lo hice por idealista y por cumplir mi sueño. Supongo que todos tenemos anhelos y confié en que en ese momento se presentaba la oportunidad que esperaba. Fernando León de Aranoa, en su película Princesas, dejó muchos mensajes, pero recuerdo el que comparte en la interpretación de Candela Peña sobre el desvío: «Hay un día, ya verás (...) Pasa solo una vez en la vida, por eso hay que estar muy atenta, no sea que se te pase. Es como un desvío, como cuando vas por la carretera y hay un desvío pero a lo mejor vas hablando por el móvil o lo que sea y se te pasa y lo estropeas porque ya no puedes volver atrás». Creo que sentí que ese era mi desvío. Me tocó sacrificar mucho. A veces, me planteo que demasiado, pero debemos ser consecuentes con lo que decidimos.

-Cuénteme, qué es exactamente el Ceipac.

-Ceipac es la escuela en la que siempre he creído. Es una revolución del concepto educativo aplicado a una práctica en la que se vive en libertad, donde la prioridad es que los niños sean felices y emocionalmente estables. Quizás suene romántico, pero es un viaje a la escuela que todos los niños merecen, a una escuela que inspira y que implica transformar muchas ideas forjadas en otros tiempos que seguimos considerando como referentes para construir las generaciones que se sumarán a un mundo que ya no existe. El Ceipac se puso en marcha para demostrar que el cambio se puede hacer, que el valor está en las personas, que la escuela no son paredes y que el maestro no es un título impreso en papel. Trabajamos para compensar una deuda social existente con los chicos que tienen estas necesidades educativas y que durante años han sido reprimidos, perdiéndose en un entorno hostil; para sumar a las familias haciendo que las escuelas dejen de ser islas; demostrando que la escuela es una responsabilidad compartida entre gobierno y sociedad, donde sus equipos deben ser líderes que hagan de ella un motor de transformación social y de la comunidad educativa sus agentes de cambio. Si quieres un cambio social, empieza por la escuela; y si quieres un cambio en la escuela, empieza por los maestros. Los maestros hacen que esta escuela sea posible. Es una escuela que no forma alumnos, sino personas; que los prepara para ser ciudadanos del mundo con identidad cultural; a que no tengan miedos, pero sí conciencia de que solo esforzándose por mejorar día a día harán del mundo un lugar mejor.

-Cuando se habla de distintas capacidades se suele pensar en personas con dificultades de aprendizaje, pero en el caso del alumnado del Ceipac hablamos de niños con un elevado coeficiente intelectual. ¿Qué necesidades especiales tienen?

-La primera es una enorme dosis de cariño y comprensión. Son chicos que suelen sentirse tristes, que han enfrentado situaciones de rechazo porque piensan de manera divergente. Su capacidad cognitiva está por encima de su capacidad de gestión emocional, y esto los lleva a vivir en conflicto, porque, aunque entienden las cosas, sienten como niños. Quieren jugar, gritar, comer chucherías y subirse a los árboles, pero les preocupan temáticas de astrofísica, de la trascendencia del ser humano o de la conservación del medio ambiente. Requieren de la seguridad que ganan al encontrar que hay otros que son y piensan igual que ellos, que no son un bicho raro, que hay personas que los apoyan y los impulsan, porque, por encima de todo, los valoran y creen en ellos.

-El que es percibido como «diferente» por la mayoría puede ser objeto de acoso. ¿Se dan muchos casos de fracaso escolar por no haber visto la situación a tiempo?

-Esa es una de las alarmas que se manifiestan por las personas que conocen de cerca la situación de los estudiantes de altas capacidades. El fracaso escolar está muy presente ya que, al no tener una respuesta educativa ajustada a sus necesidades, entran en posturas de rechazo. Son niños etiquetados, porque son nerviosos, porque no paran de preguntar, porque distraen a los compañeros, porque... hay miles de razones que muchos adultos podrían ofrecer como etiquetas. Desde mi perspectiva, lo importante es dar respuesta a... ¿Para qué? ¿Para qué está haciendo eso? Y cuanto más tiempo pasa o más tiempo se tarda en detectar, más se agravan las conductas, llegando tristemente al abandono escolar.

-¿A qué edad puede detectarse si un niño tiene altas capacidades y cómo se detecta?

-Normalmente, el foco de alerta se da desde casa o desde la escuela. Los padres ven que el niño se desarrolla con mayor fluidez que los de su entorno, que hace preguntas poco comunes en los niños de su edad, que prefiere juntarse con niños más mayores o cuestionar a los adultos. En la escuela los maestros ven que terminan rápido, que, aunque no sean muy perfeccionistas, todo lo acaban y se ponen a hablar, a jugar… Ya en preescolar existen instrumentos estandarizados que permiten el diagnóstico.

-¿Cómo son las clases que se imparten en el Ceipac?

-Hay un máximo de 15 niños por aula que cada 15 días inician un proyecto que trata de temas que ellos proponen al maestro. Hemos trabajado desde biotecnología a superhéroes. Los maestros les dan forma a un conjunto de actividades, de retos, de desafíos, y preparan a los niños para que puedan enfrentarlos con éxito. Pero no solo es el maestro de grupo, tienen especialistas (teatro, danza, ajedrez, dibujo técnico, fútbol, boxeo, oficios, tochito, literatura y poesía, idiomas, canto...), que los preparan para tener mayor cantidad de recursos en su repertorio de habilidades y conocimientos. Los forman para ser más competentes. Y siempre les decimos: «La vida no avisa, la vida te llega por sorpresa y debes estar preparado. A veces, tendrás que aceptar fracasos y otras, celebrar éxitos. Ambos van a estar presentes en tu vida, así que prepárate para vivir».

-Se trata de un modelo participativo y colaborativo.

-Trabajar en un formato de coworking no es una opción, es una necesidad. Vivimos con personas que tienen habilidades diferentes, convivimos con ellos en nuestro día a día. Aportar al equipo y colaborar generando flujos de interacción en el trabajo se puede hacer real en la escuela, lo único que hay que cambiar es el panorama de los agentes que participan. Nosotros cambiamos el rol de los niños en pequeños, medianos y grandes grupos. Pueden ser grupos compuestos solo por estudiantes o grupos en los que se suman externos, especialistas de ámbitos profesionales, educativos, científicos, empresariales... para que los estudiantes entiendan que juntos hacemos más a través de las vivencias que tienen a la hora de resolver los retos que les fijamos nosotros y que también ellos mismos se marcan.

-¿Y cómo participan las familias en el proyecto docente?

-Formar comunidad es imprescindible. La escuela no juzga, la escuela ayuda. Trabajamos mucho las cuestiones de unidad familiar. Padres, madres, abuelos, hermanos... están involucrados en la escuela porque, si no caminamos de la mano, el rumbo que marcamos a nuestros niños va a ser cambiante y se podría perder.

-Dirige un centro público, un lugar para la formación de cualquier niño, independientemente del estatus económico de su familia. ¿Existen muchos centros como este en el mundo o es un caso excepcional?

-Con el modelo de atención que ofrecemos es el único, pues la metodología que implementamos es mi propio modelo educativo. Ya lo he sistematizado y está listo para replicarse, pero por ahora Ceipac solo hay uno.

-¿Sería posible llevar a cabo un proyecto así en España?

-Con voluntad todo es posible. De hecho, me encantaría poder llevarlo a cabo en mi tierra. Ya no es una idea, ni un proyecto en papel, ya es una realidad, que se ha validado con investigación científica para respaldar lo que los resultados cualitativos y cuantitativos demuestran. Tenemos estudiantes que estaban siendo medicados y han dejado la medicación. Algunos chicos comparten que ahora son felices. Otras familias dan testimonio del cambio en gran cantidad de conductas entre las que destacan la manifestación de sus emociones. Igualmente, uno de nuestros alumnos ha obtenido un tercer lugar nacional en una olimpiada matemática, otros han ganado concursos de diversos ámbitos como la olimpiada del conocimiento e incluso una competencia de las Naciones Unidas, que nos llevó a tener una conexión en directo con la sede en New York. Me encantaría que estas experiencias pudieran desarrollarse en España, y que muchos niños y niñas de mi país pudieran disfrutar la alegría de aprender felices.

-¿Qué cree que es mejorable del sistema educativo español?

-Quizás esta pregunta se responda mejor con un café. Creo que muchos lectores están ahora mismo llenando sus cabezas con argumentos para destacar aquellas áreas de oportunidad que presenta nuestro sistema. Por mi parte, concuerdo con lo expresado en el informe McKinsey: «La calidad de un sistema educativo se basa en la calidad de sus maestros». Sin embargo, es necesario revolucionar en positivo muchos aspectos y no solo a los docentes. Hay quien destaca que es un problema de presupuesto, otros que mencionan que es una cuestión de estrategia... quizás sea un punto a considerar que la escuela es una máquina para viajar en el tiempo que tristemente solo nos lleva al pasado. Es hora de hacer que el lenguaje que manejan los estudiantes dentro de la escuela se ajuste con el que manejan fuera. Hoy en día queremos vivir experiencias, comunicarlas, compartirlas, hacer... y en la escuela nos quieren sentar para escuchar, copiar y replicar. Mientras eso siga así, no se verán cambios en un sistema que, aun teniendo muchas cosas positivas, se ancla a un pasado que le impide avanzar.

-La educación es un tema político recurrente. ¿Apuesta por un pacto de Estado?

-Por supuesto, podría ayudar y generar cambios que beneficiasen un modelo de trabajo que permitiese que la ley permease con mayor profundidad en las distintas etapas haciendo mucho más eficiente la longitudinalidad de la misma. Es hora de hacer política educativa y no más política con la educación.

-¿Le gustaría volver a España o de momento ni se lo plantea?

-Debo confesar que aquí soy feliz, que quiero seguir haciendo que Ceipac crezca, pero extraño mi tierra y a mi gente.