¿Es Flavia, la elefanta del zoológico de Córdoba, feliz? ¿Debería jubilarse después de llevar en activo desde el año 76? ¿Cómo se jubila un paquidermo? ¿Reúne el zoo las medidas necesarias para ofrecer una buena calidad de vida a los animales? En suma, ¿habría, como pide el Partido Animalista (Pacma), que reconvertir el zoo en un centro de conservación?

Para Javier Luna, coordinador provincial de Pacma, las instalaciones del zoo de Córdoba se han quedado «obsoletas», por eso propone la reconversión de este espacio, que el año próximo cumplirá 50 años, en un una especie de refugio de animales, en el que solo pudieran estar especies autóctonas mientras se recuperan. «Es incoherente que la ciudad no permita que se instalen circos con animales pero en cambio mantenga un zoológico obsoleto y con animales encerrados y deprimidos», afirmó ayer Luna que, junto a varios miembros de Pacma, se concentró a las puertas del Ayuntamiento de la ciudad para protestar por la situación en la que viven los animales. Entre ellos, el símbolo del zoo, Flavia que «vive desde hace 40 años, que pasea de lado a lado de su celda, sumida en una profunda depresión», lo que la convierte en «la elefanta más triste del mundo».

Por contra, la concejala de Medio Ambiente, Amparo Pernichi, aseguró ayer que Flavia está «perfectamente cuidada», y garantizó que en el zoo se preocupan por que «todas las especies animales que hay tengan un bienestar alto». «Flavia es una elefanta muy mayor, a la que se cuida especialmente y no solo se le tiene un cariño desde el zoo, sino desde la ciudad». No obstante, la concejala admitió que debería tener compañía y que, de hecho, el Ayuntamiento estuvo en conversaciones con la Asociación de Acuarios y Zoológicos de España, que «controla el bienestar animal y felicita al zoológico de Córdoba insistentemente», dijo Pernichi. El problema es que esta misma asociación es la que desaconseja introducir a una nueva compañera por la avanzada edad de Flavia y porque podrían tener enfrentamientos. La concejala invita a Pacma a acercarse al zoo para hablar con los cuidadores y desterrar la percepción que tienen de su trabajo y del recinto. Así las cosas, el debate está servido.