Hoy se firmará en Madrid el acuerdo para la ansiada equiparación salarial de la Policía Nacional y Guardia Civil, con un salario casi congelado desde 1992 respecto a otros cuerpos como las policías autonómicas vasca y catalana. De entrada, todos reconocen que el acuerdo supondrá un sensible aumento en las nóminas en los próximos tres años. Ahora bien, equiparación, lo que se dice equiparación... Ahí ya hay mucho que discutir.

No a todos les cuadran las cuentas. Ni a nivel nacional ni entre los 730 policías nacionales de Córdoba y Lucena. Y es que Córdoba es un magnífico espejo donde tantear el panorama nacional respecto al acuerdo de equiparación que hoy ofrece el Gobierno y que firmarán entre otros SUP, CEP y UFP, también mayoritarios en Córdoba. Todos coinciden en que la subida es significativa. Sin embargo, no es una postura monolítica. Un ejemplo: el secretario de organización del SUP en Córdoba, Nicolás Doncel, elogiaba ayer el acuerdo, pero a título personal no era nada partidario de que este aumento sea lineal entre todas las escalas. En el CEP, por su parte, su secretario para Córdoba y Andalucía Occidental, Fernando Ramón Calderón, dejando atrás el muy turbio asunto del hakeo de la web de consulta del acuerdo, también lo defendía, pero reconocía que el comité de Córdoba había votado «no» al mismo. En Andalucía, el resultado fue «sí».

Quienes no tenían problemas para anunciar que no firmarán el acuerdo (y en presumir de ello) era en el sindicato ASP. Ayer mismo su secretario general, Gabriel Retamar, visitaba Córdoba y era recibido por un grupo de afiliados incondicionales, a juzgar por los abrazos de bienvenida. Gabriel no se cortaba un pelo a la hora de poner cifras sobre la mesa. Sencillamente, no harán falta 3 sino 7 años para igualar sueldos. «Si con la ciudadanía y los partidos hoy a favor no logramos la equiparación... ¿cuándo la conseguiremos?», decía. Mientras, Rubén López, de la plataforma Jusapol, camino de ser un sindicato, llegaba a usar ayer términos como «traición» a esa lucha de 30 años.

Y es que en estas tres décadas hay muchos matices y agravios para una única respuesta mágica a tantísimos agentes que trabajan hombro con hombro... pero cobran por separado.