Rafi y Florentino conocen bien todas las etapas del amor vivido a fuego lento, el de antaño, un amor sin inmediateces como los de ahora. Se conocieron con 14 años. Floren la vio primero y sintió que ella era la mujer de su vida. «Yo pasaba por delante de su trabajo todos los días camino del mío y él se fijó en mí, así que empezó a mandarme cartas sin que yo supiera quién era», explica Rafi, «por aquel entonces, había otro muchacho que me esperaba siempre en el Patio de los Naranjos y pensé que era él». Ambos eran unos niños y Rafi aún no quería tener novio, así que Floren se pasó tres años de misivas, «pretendiéndome como se decía entonces», explica. «Me lo puso difícil», asegura su marido sincero, «pero me gustaba tanto la chica de la gabardina blanca que insistí». Siete años estuvieron «de novios» hasta que Floren, que se pasó la Mili enviando cartas diarias a su amor, regresó del Servicio Militar y se casaron. Según Rafi, «él era muy guapo». Según Floren, «cada vez que la veía por el puente, me saltaba el corazón».

Luego, llegaron los hijos, ella dejó de trabajar y vivieron una vida plena «con nuestros más y nuestros menos» que se ha prolongado durante 56 años. «El matrimonio no es un camino de rosas, pero si hay amor y mucho respeto por la otra persona, se supera todo», exponen convencidos. A día de hoy, se confiesan tan enamorados o más que al principio. «Yo a mi mujer no la cambio por nada del mundo», dice Floren sin dudar, «y eso que tiene un genio...». Rafi, llena de energía a sus 80 años (los mismos que él), explica que ha sido muy feliz con él y «aunque venimos de una sociedad machista que a veces ha desplazado a las mujeres a un segundo plano, él ha ido cambiado con los tiempos, y ahora la verdad es que es muy bonito poder envejecer juntos».