Un mercadillo sin bullicio no es mercadillo. Al menos, no es un mercadillo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Quizás por eso, vendedores ambulantes y clientes se movían este martes entre los puestos con una sensación de extrañeza difícil de disimular. "Esto es muy raro, y no solo porque llevamos todos mascarillas y hay que echarse constantemente gel hidroalcohólicosino porque nos han colocado los puestos a una distancia exagerada los unos de los otros", comentaba una comerciante en La Ladera, uno de los tres mercadillos de la ciudad que han operado esta mañana, "esto no tienen ningún sentido, en el mercadillo no hay carga viral porque estamos al aire libre y, sin embargo, nos ponen unas medidas de seguridad mucho más estrictas que a cualquier supermercado o gran superficie, donde la gente hace cola en un espacio cerrado a menos de un metro del resto de clientes, y ahí no pasa nada". En opinión de los comerciantes, "hay muchas contradicciones, como que ahí a unos metros esté la gente sentada sin mascarilla comiéndose los caracoles en grupo y aquí al lado, al aire libre igual, nos coloquen por lo menos a ocho o diez metros cada puesto, ¿eso cómo puede ser?".

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Entre el público, solidaridad con los vendedores. "Estas criaturas vienen hoy y ya no saben si volverán aquí el martes que viene o el viernes siguiente porque se tienen que turnar, así que para ellos y para nosotros es un extravío", confesaba, "deberían venir todos a la vez para que esto sea un mercadillo de verdad, ellos ya están separados unos de otros, y si acaso, que controlen el aforo para que no haya aglomeraciones, aunque también te digo que hay mucho miedo todavía entre la gente mayor y no las iba a haber tampoco».

Víctor, vendedor ambulante desde hace años, tiene licencia para operar en nueve mercadillos, pero ahora solo podrá trabajar la mitad de días. "Es una locura, yo tengo mucho stock que vender, hay clientas que me compran y no puedo estar en mi sitio, pero las letras de las furgonetas, el alquiler y el resto de deudas, eso tengo que seguir pagándolo, pero ¿cómo pago si no gano?". La mayoría ha pasado los tres meses de confinamiento «con muchos apuros y sin dormir, dándole vueltas a la cabeza, desesperados y deseando trabajar otra vez». Algunos se vieron obligados a tirar su producto, entre ellos, los que venden encurtidos. "Más de mil euros a la basura", explica María, "y ahora hemos tenido que comprarlo todo otra vez, mil euros, porque hay que tener de todo, pero vamos a trabajar la mitad de los días". Según relatan, "en los pueblos se está haciendo mejor, hay personas que echan gel y dan mascarillas a quienes no las traen y controlan que por dentro no haya bulla, pero los puestos están todos un poco más separados, pero todos".

Del control del aforo se encargarán al menos hasta el día 21 trabajadores de Integra, contratados "para echar hidrogel a la entrada, explicar que el mercadillo es de sentido único, que hay una entrada y una salida y que tienen que mantener la distancia de seguridad".

Pese a las quejas, celebran la respuesta del público. "La gente tenía muchas ganas de venir al mercadillo, hay quien tiene miedo de ir a las tiendas y prefiere comprar aquí al aire libre y quien tiene que comprar barato y viene a vernos a nosotros", asegura un vendedor de bragas y sujetadores, entre chistes a sus clientes. "El buen humor no se puede perder si quieres vender, estamos fastidiados, pero hay que echarle ganas y poner al mal tiempo buena cara". Esa es la máxima del comercio, afirman con la sonrisa abierta. "Yo espero que esto sea solo al principio y luego nos dejen trabajar en condiciones", comenta otro vendedor, "además, hay mucha gente que aún no se ha enterado de que ya estamos aquí, seguro que en los próximos días la cosa se va animando más".

El mercadillo no solo alegra la calle sino los negocios de alrededor, por más que alguno se queje de que su llegada ha aumentado la entrada a los servicios y la obligación de desinfectarlos más a menudo. Otros se alegran de que la actividad vuelva. "Mucha gente que viene a comprar, se para a desayunar y consume", explica la responsable de una cafetería próxima, "todo lo que sea mover el dinero es bueno para todos, nos ayudamos unos a otros".