El doctor José Miguel Cisneros ha participado en el hospital Reina Sofía en el sexto Encuentro Pirasoa, con motivo de la reciente celebración del día europeo para el uso prudente de los antibióticos. Este programa de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía persigue la prevención y el control de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria y el uso apropiado de los antimicrobianos. Cisneros, además de estar al frente del programa Pirasoa, es director de la unidad de enfermedades infecciosas, microbiología y medicina preventiva del hospital Virgen del Rocío de Sevilla y presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Las bacterias multirresistentes (que no responden a los antibióticos debido al mal uso de estos tratamientos), son una amenaza de salud pública de primer orden, reconocida por la Organización Mundial de la Salud, las Naciones Unidas y la Unión Europea.

-Los centros de atención primaria de Andalucía han logrado reducir el consumo de antibióticos un 21% desde el 2014. ¿Cómo valora estos resultados?

-Más allá del porcentaje, porque la cifra varía de un año a otro, lo más importante es que desde el año 2014, que empezamos con el programa Pirasoa, se está produciendo una reducción constante y sostenida del consumo de antibióticos en Andalucía, teniendo incluso en cuenta los picos estacionales que tiene el consumo de antibióticos en la comunidad, siendo mayor en la época fría del año, en la estación invernal. Pero insisto, lo importante es que, durante 18 trimestres consecutivos que han pasado desde que arrancó el programa Pirasoa, se ha producido esa disminución constante en el consumo de antibióticos, que nos acerca al objetivo de que podamos alcanzar para el 2020 el consumo de antibióticos de países como Alemania, que lo hacen muy bien en esta materia.

-Estos son los datos de Andalucía, pero ¿en qué situación se encuentra España?

-En España no existe un programa como el Pirasoa. Existe el Plan Nacional de Resistencias a los Antibióticos, que es una buena iniciativa, pero no tiene presupuesto y no se ha implantado en otros territorios de la misma manera que en regiones como Andalucía o Aragón. En esta última comunidad ha empezado este año el programa Irasproa. En Aragón han reconocido públicamente que han copiado el modelo andaluz. Nos parece muy bien y nos sentimos muy honrados. El Irasproa aún no tiene resultados al ser muy reciente. En Cataluña hay un programa que lleva más tiempo, pero no incluye primaria. Está limitado a hospitales.

-Con este escenario, ¿se puede decir que Andalucía se encuentra a la cabeza del país en un mejor uso de los antibióticos?

-El programa Pirasoa es el programa de optimización de antibióticos más desarrollado que existe en España y es el que mejores resultados está aportando desde el 2014. Podemos estar satisfechos de lo que hemos logrado en Andalucía, pero aún no hemos alcanzado el objetivo de situarnos como Alemania para el 2020.

-¿No sería necesario reactivar el plan nacional?

-Claro. El objetivo del plan nacional es que estas buenas prácticas con los antibióticos se lleven a cabo en todo el país. Nos consta que nuestro programa Pirasoa está inspirando el desarrollo de otros programas sanitarios públicos españoles y también europeos, porque estamos llevando a cabo un proyecto de investigación, con el cual estamos tratando de validar algunos indicadores del Pirasoa a un formato mucho más reducido en varios países europeos.

-¿Por qué España es el primer país avanzado del mundo en consumo de antibióticos?

-No existe una única explicación. Por eso, en España tenemos más deberes que hacer. España, a diferencia de otros países desarrollados, que tienen tasas de uso de antibióticos menores y tasas de resistencia a las bacterias multirresistentes también inferiores, dispone de la mayoría de especialidades. Sin embargo, una especialidad que es clave -junto con los preventivistas, los farmacéuticos y los microbiólogos-, la de los especialistas en enfermedades infecciosas, que contribuiría a luchar contra la resistencia a estas bacterias, continúa sin crearse. En Europa, excepto en Chipre y Bélgica, existe esta especialidad.

-Los últimos datos de muertes asociadas a la resistencia a antibióticos en la Unión Europa han ascendido a 33.000 anuales. ¿Qué se puede hacer frente a esos datos?

-Existen estimaciones terroríficas. Estas estimaciones, que son previsiones, como aún no han ocurrido, las podemos cambiar. Dichas estimaciones apuntan a que en el 2050 las infecciones por bacterias multirresistentes ocasionarán más muertes que el cáncer. Por otro lado, según un estudio que la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología ha presentado este año, el número de personas que sufren infecciones por bacterias multirresistentes en España es ya muy importante. Por eso, tenemos que trabajar en estos programas de control de consumo de antibióticos y de control de las infecciones por bacterias multirresistentes en todos los hospitales. Que los programas estén coordinados y que cuenten con financiación, porque esto es tan importante como la reducción de la lista de espera quirúrgica. Y todo esto para mantener la calidad sanitaria y para evitar que esta crisis de los antibióticos ponga en riesgo la medicina moderna. Esto está sucediendo cuando no podemos curar a pacientes con infecciones por bacterias comunes. Son todavía situaciones excepcionales, pero ya reales, en las que la mortalidad se asemeja a la de nuestros abuelos y se vuelve a la fase preantibiótica (cuando no existían estos tratamientos).

-¿Puede detallar más ese estudio de la Seimc?

-En una semana medimos en 82 hospitales de España el número de pacientes que tenían infecciones por bacterias multirresistentes. Encontramos que estas bacterias estaban presentes en 903 pacientes y de ellos fallecieron 177 a los 30 días por cualquier causa. Fue una forma de medir el impacto sanitario por este tema en hospitales en solo en una semana. Las cifras extrapoladas al resto de hospitales serían de decenas de miles de pacientes en España infectados por estas bacterias al año (más de 180.000).

-¿La sanidad privada se ha implicado también en las buenas prácticas al usar antibióticos?

-Sí. Es importante la implicación de todos los ámbitos. Por eso, la Consejería de Salud ha renovado el convenio Pirasoa con los colegios profesionales de médicos, farmacéuticos y dentistas de Andalucía, para incluir en la formación sobre este tema también a estos profesionales y a los que solo tienen actividad privada. En esta línea hay dos hospitales privados que se han incorporado al programa. Es un dato excepcional que no existe en otras regiones de España. La característica fundamental del Pirasoa es la integración de todos los profesionales, de primaria y hospitales públicos y privados, para luchar contras las bacterias y contra los bichos malos como me gusta llamarlos. Y esto, gracias al apoyo de la Consejería de Salud y del Servicio Andaluz de Salud.