La crisis ha generado que a las personas, a los trabajadores, se les valore por los costes y no por el talento y por el conocimiento. Esa es una de las conclusiones principales del primer estudio sobre diversidad generacional que ayer se presentó en Córdoba y que ha sido elaborado por el Observatorio Generación y Talento. En relación con esta idea, Elena Cascante, directora del instituto, apuntó que esa gestión de costes considera que los mayores están perdiendo valor y capacidad y a los jóvenes se les traslada la idea de que son los que nos tendrán que ayudar en el cambio pero no se les valora salarialmente su mayor cualificación. Y eso está suponiendo «una descapitalización importante porque los más valiosos se están marchando fuera y otros ni siquiera han tenido la posibilidad de demostrar sus capacidades».

Cascante fue la encargada de presentar dicho estudio, un trabajo que pretende poner sobre la mesa las circunstancias que se están dando actualmente en el mercado laboral de nuestro país, en el que conviven «hasta cinco generaciones distintas», cada una con sus potencialidades.Explica la directora del observatorio que entre estas cinco generaciones puede haber hasta cincuenta años de diferencia. Y ahora de lo que se trata, añadió, es de ver cómo es la aportación de valor que cada una de estas generaciones tiene al ámbito del trabajo, con el objetivo de poner en valor el talento de todas las generaciones.

Señaló Cascante que «todos somos conscientes de que las personas mayores estamos siendo desvinculadas, sobre todo por el salario, y además no podemos volver al mercado laboral y la gente joven, que es la generación mejor preparada, se está incorporando en un momento de precariedad tremendo y el 50% ni siquiera se ha incorporado y el tiempo pasa y ni siquiera está desarrollando las competencias profesionales que debería». Otra de las conclusiones que se extraen es que «cada generación aporta un valor y ese valor es distinto y hay que desarrollarlo de manera distinta». Pero, sobre todo, lo importantes es «conectar el talento de los seniors con el de jóvenes para enriquecernos todos». Los jóvenes, apuntó, «están demandando formación de manera continuada de los seniors, que a su vez necesitan competencias del siglo XXI y eso procede de la inoculación que puede hacer la gente más joven. Por eso el reto es generar una cultura integradora y una red de conocimiento inverso».