El proceso de escolarización, que permitirá la incorporación al sistema educativo de miles de niños cordobeses el próximo curso arrancó el lunes en un escenario marcado por la huelga convocada para este miércoles por la Plataforma en Defensa de la Escuela pública con el respaldo de sindicatos y partidos de la oposición. Los que rechazan el nuevo decreto critican el nuevo mapa escolar, que según la Junta, pretende garantizar que en todas las zonas haya al menos un colegio concertado y uno público que elegir. Muchos docentes y padres de la pública interpretan que el mensaje de la Consejería de Educación tiene un trasfondo ideológico que atenta contra el modelo público de educación frente a otro sistema financiado también con fondos públicos que, recalcan, «nació como subsidiario». Pero, ¿con qué argumentos defienden que la mejor opción de los padres es elegir la educación pública?

Antonio Bueno es filólogo, trabaja como educador social en Acpacys y es padre de un niño de cinco años. «Siempre he tenido claro que quería la escuela pública para mi hijo», explica, «para mí el colegio es el segundo hogar de mi hijo, el primero está en casa donde intento aportarle valores, y el segundo la escuela, donde recibe formación». Una de las ventajas de la escuela pública, en opinión de Bueno, es que «es fiel reflejo de la sociedad, algo que no siempre ocurre en la concertada; yo no quiero que mi hijo crezca en una burbuja, ajeno a la diversidad que existe en el mundo, que se relacione con personas inmigrantes, de distintas confesiones y con necesidades específicas distintas». Para este padre, el argumento de la libre elección es una falacia. «Según datos de la Consejería de Educación, el 93,7% de los padres tuvieron acceso el curso pasado al centro elegido en primera opción, luego la libre elección de centro ya existe, ¿dónde está esa supuesta demanda social?». A eso añade otro factor: «No todo el mundo puede elegir centro. Si tu hijo tiene necesidades especiales, por ejemplo, solo puedes elegir un colegio que tenga la dotación necesaria, algo que siempre te va condicionar a la hora de elegir».

Ximo Roig es maestro y director del CEIP Albolafia, una comunidad de aprendizaje que solo cuenta con 75 alumnos, la mayoría niños de etnia gitana del Sector Sur. Roig considera que la escuela pública es actualmente un referente de calidad en muchos parámetros. «No solo se ajusta de manera precisa a todas las exigencias legales y constitucionales, desde el principio de no confesionalidad, no ideología y no adoctrinamiento», sino que «cuenta con mecanismos legales para revertirlo si no se cumple», explica. «Las redes de centros de profesorado ofrecen formación permanente al profesorado, algo que revierte en la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje del alumnado y está inmersa plenamente en el actual proceso de renovación pedagógica, que aunque siempre pueda ser mejorable, constituye un mecanismo de alta exigencia que condiciona el acceso a la función pública docente». Este docente no esquiva las críticas al modelo público y considera que el papel de la Junta, a la que anima a ser «valiente», es «desarrollar mecanismos de control que permitan establecer un proceso de rendición de cuentas de su profesorado y de todo el personal que trabaja en esta institución», en aras de evitar que exista un sector del profesorado «que toma el ejercicio de su profesión de manera relajada, algo que contrasta con la dedicación y entrega de la mayoría de los docentes».

Diana Bazo es profesora del IES Fidiana y madre de tres niños escolarizados en el CEIP Salvador Vinuesa y el IES Medina Azahara. En su opinión, «la educación pública es garantía de calidad y no tiene nada que envidiar a la privada concertada ni en recursos humanos ni en materiales». Por su experiencia, afirma que «por muchas deficiencias que existan en el sistema de oposiciones, lo cierto es que es un garante de que los docentes que acceden son los que cumplen con unos criterios objetivos de profesionalidad muy distintos a los que rigen la selección del profesorado en la privada concertada». Como el resto de padres consultados, valora positivamente «los cauces de participación e implicación de las familias que existen en la escuela pública y los canales de información que se facilitan a los padres». Como el resto, valora la diversidad que existe en la educación pública como un valor. «En el colegio, no solo aprendemos contenidos, también habilidades sociales, por eso yo quiero que en las aulas donde estudian mis hijos haya niños con más o menos recursos, de distintas procedencias y con necesidades distintas porque el mundo al que se van a enfrentar es así».

Una de las demandas de Diana y Ximo, como docentes, a la Consejería de Educación es «que crea en la escuela pública y apueste por su cuidado, aportando elementos que garanticen que sea competitiva con otros modelos en igualdad de condiciones». En ese sentido, no entienden que antes de empezar el periodo de matriculación, «la previsión de plazas de la Delegación para la pública sea a la baja, pero ¿en qué estimaciones se basan?» o que se inviertan miles de euros para la climatización de centros públicos y a la vez prevean cerrar unidades. Ángel Naz, profesor del IES El Tablero y padre de una niña de 4 años y un niño de 2 matriculados en la pública, destaca que la pública es «la única de calidad, ya que tiene profesorado sometido a un proceso de selección objetivo». Además, subraya, «garantiza el derecho gratuito a la educación (sin buscar negocio), genera cohesión social y no excluye ni segrega a nadie». Para Ángel Naz, «apostar por la pública permitiría rescatar de la UCI un derecho a la educación cada día más maltratado, castigado y humillado por las administraciones públicas en beneficio de la educación concertada, como refleja el nuevo decreto de escolarización». No entiende Naz que «la ciudadanía que reclama sus derechos a boca llena, matricule a sus hijos en otro tipo de colegios que no sean públicos», al tiempo que subraya como un valor básico de la pública que sea «laica y plural porque educa en libertad y no impone dogmas ni creencias particulares». Por último, para este profesor, es fundamental defender como un valor clave la laicidad de la educación pública «tanto en escuelas infantiles, como colegios e institutos frente al intrusismo sin tapujos que ejerce la religión católica, ya que es la vía para ofrecer un espacio educativo neutral en el que dar cabida a personas de cualquier ideología o religión».