Rafael Rodríguez Carracedo (61 años) nació en Córdoba y se inició en la actividad sindical en los últimos años del Franquismo. Empezó a trabajar de listero en los albañiles, con 16 años. Después pasó a Europapel, donde estuvo 11 años y más tarde se incorporó a la Sanidad, en el servicio de mantenimiento del Reina Sofía. Ahora deja la secretaría provincial a la que llegó en 2004. El sustituto saldrá del congreso que será los días 24 y 25 de marzo.

--¿Cómo llegó usted a CCOO?

--Yo llegué a Comisiones todavía en la clandestinidad. Era muy joven, tenía 17 años, trabajaba de aprendiz en Europapel y hubo elecciones sindicales, con el sindicato vertical, y Comisiones decidió presentarse. Me presenté y salí elegido. Así empecé.

--A lo largo de todos estos años, la lucha sindical ha cambiado considerablemente. ¿No cree?

--Bueno, la lucha sindical en la época de la Dictadura era distinta. Y luego ha habido épocas. Yo creo que los fundamentos del sindicalismo siempre han sido los mismos. Es decir, la base es que tenemos que ir consiguiendo mejorar cada vez más las condiciones de trabajo. Yo creo que en las épocas de crisis lo que cambia es que la lucha no se encamina a conseguir más sino a intentar que no te quiten. Entonces sí que parece que la actividad sindical se reduce un poco, porque la gente se vuelve más conservadora. Y en esta última época con más intensidad porque ha habido un acoso muy importante al sindicalismo de clase en este país y por eso hay quien entiende que está devaluado el sindicalismo.

--A eso iba, ¿no cree que los sindicatos están socialmente algo desacreditados, que la gente les tiene cada vez menos apego?

--Bueno, lo cierto es que en las empresas donde hay elecciones, la participación es más alta incluso que las políticas. Estamos hablando de una participación de más del 65%. Hay encuestas del INE que muestran que en las empresas donde hay representación sindical, la valoración es bastante mejor que donde no los hay, y es porque las condiciones laborales son mucho mejores.

--¿No siente frustración cuando ve la realidad actual de las condiciones laborales de España?

--Hombre, el sindicalismo es una actividad de esperanza. Porque si no tuvieras esperanza estaría liquidado. Uno a veces no diría que se siente frustrado, pero no se alcanzan los objetivos que nos marcamos. Por eso muchas veces cuando nos sentamos a debatir yo siempre digo que más vale ajustarnos a la capacidad que tenemos de conseguir, que crear frustración entre los trabajadores. Comisiones es un sindicato sociopolítico, cuando hablo de sociopolítico quiero decir que peleamos por una sanidad pública universal y gratuita para toda la población. Eso no es solo para los trabajadores de la sanidad, es para el conjunto de la población, y una educación pública… Es porque creemos que o se asientan esas conquistas o finalmente perderemos todos. Por lo tanto creo que ahí tenemos un papel muy importante que desarrollar.

--La gente está desmotivada para luchar ¿o es que se ha quedado sin armas, y un empleo, aunque sea en precario, puede más que un sentimiento?

--La gente está desmotivada por lo que decía al principio. Si lo que se está haciendo es intentar frenar que te quiten cosas y no conseguir cosas nuevas, pues claro, eso no motiva a nadie. Pero eso ocurre en todas las crisis, intentamos conservar lo que tenemos. Yo creo que el problema no es de armas tampoco. Las herramientas que tienen los trabajadores son las organizaciones sindicales. Los afiliados a CCOO están pagando una cuota que tiene una carga de solidaridad tremenda con quienes no están afiliados. Porque cuando se negocia un convenio, el coste que eso tiene lo pagan los afiliados y sin embargo, el convenio es de aplicación para todos. Y si luchamos por unas pensiones más dignas, pues lo mismo. Por lo tanto, el arma fundamental que tienen los trabajadores es organizarse en un sindicato de clase. Y lo del sueldo en precario es el mantra que se ha lanzado en los últimos años a la sociedad. Evidentemente, para una persona que no tiene nada, llevar 300 euros a su casa es mucho, pero no deja de ser un salario de miseria. Nosotros no estamos de acuerdo y estamos peleando contra eso. No es cierto que más vale cualquier empleo que ninguno. Es muy importante tener un buen empleo, porque no solo es bueno para los trabajadores sino también para la economía. Si los trabajadores no tienen capacidad de compra y de ahorro, la economía no crece.

--Uno de los objetivos que han perseguido siempre es lograr la paz social. ¿Están ahora en condiciones de asumir negociaciones con la misma capacidad de presión que antes?</b>

--La paz social no es ni más ni menos que el fruto del acuerdo entre las partes. Nosotros estamos firmando permanentemente la paz social con la patronal. Cuando firmamos un convenio llegamos a un acuerdo en el que consideramos los sindicatos que es suficiente para las personas que representamos y la patronal considera que es suficiente para sus intereses. Eso es la paz social. Y con las administraciones ocurre igual, pero aquí hay otro elemento que resaltar, y es que los sindicatos tenemos un papel adjudicado en la Constitución para intervenir en las políticas que afectan a las personas y a los intereses que representamos. Y en los últimos años, las administraciones parece que han olvidado eso.

--CCOO es una organización muy vinculada a los avatares de la historia local. ¿Cree que se ha contado con ustedes lo suficiente en momentos trascendentales para la provincia?

--Ha habido épocas y épocas. CCOO ha peleado mucho en esta provincia para que se nos tenga en cuenta al diseñar las políticas tanto en los ayuntamientos como a nivel provincial. Ha habido épocas en las que se nos ha obviado. En el último gobierno tanto en la Diputación como en el Ayuntamiento de Córdoba se obvió no solo a los sindicatos sino también a la patronal. Y creo que esa fue una de las razones por las que el PP perdió apoyos en las últimas elecciones y la Alcaldía. Ahora estamos en una época distinta y ya hemos firmado el Compromiso por Córdoba con la Diputación y con el Ayuntamiento.

--¿No cree que en una provincia como Córdoba, donde el 90% de las empresas son muy pequeñas y no tienen obligación de tener comité, son más difíciles las posibilidades de negociación?

--Es muy complicado. De hecho tenemos sectores donde no hay patronal establecida, como las panaderías o las oficinas y despachos. Entonces, no tienes interlocutor con quien negociar y los trabajadores se encuentran sin un paraguas que los ampare.

--Pero en el campo pasa lo contrario, que hay una patronal muy fuerte y una gran dispersión de trabajadores, y sin afiliar.

-- Bueno, tenemos afiliados, lo que pasa es que los trabajadores no tienen empresa. Solo se pueden hacer elecciones en el campo en empresas que tienen personal permanente, pero la mayoría son trabajadores eventuales que un día trabajan para un jefe y al otro, con otro. Por eso el método de trabajo para las negociaciones es distinto. Se convocan asambleas a las que puede ir todo el mundo, sea o no afiliado.

--Se dice que para cambiar la realidad económica de Córdoba hay que cambiar el modelo productivo ¿Qué tipo de modelo hay que imponer y de quién debe ser esa responsabilidad?

-- Yo creo que en Córdoba y provincia hay una falta de liderazgo considerable y es muy difícil tirar del carro si la gente no reconoce autoridad. Yo creo que las administraciones tienen una responsabilidad muy grande, pero también los empresarios, que tenemos muchas empresas. Los empresarios no deberían tener solo la visión de ganar sino también de generar actividad económica para la sociedad. De esos tenemos muy pocos. Córdoba tiene que apostar por la industrialización, pero no por el tipo de industria que conocemos tradicionalmente. Aquí tenemos una riqueza enorme en biomasa, desarrollar tecnología para generar energía en torno a la biomasa podría dar mucho rendimiento; industrias relacionadas con la biomedicina, con el Imibic; industria vinculada a la innovación, al desarrollo, al conocimiento, que no son muy grandes pero generan mucho valor añadido y que en torno a ellas se genera también mucho empleo.

--Durante el tiempo que usted ha estado de secretario provincial también han atravesado malos momentos, con despidos incluidos. Les acusaron incluso de aplicar una reforma laboral de la que ustedes estaban presuntamente en contra.

--Despedir a personas para un sindicalista es una contradicción tremenda. Pero lo cierto es que a las personas que trabajan en el sindicato quienes les pagan son los afiliados con sus cuotas. Si no hay cuota para pagar, hay que intentar que el sindicato siga siendo esa herramienta de respuesta a los afiliados y si no nos llega la capacidad, porque las vacas gordas se acabaron, hay que adoptar medidas, que no son agradables. A pesar de ello, hemos intentado hacerlo lo menos gravoso para los trabajadores. Que en ningún caso voy a decir que sea lo mejor, porque cuando una persona pierde su empleo, encontrar otro y más en esta época es muy complicado. Y luego, sobre que hemos aplicado la reforma laboral…. Mira, lo de los 20 días por año por el despido legal está vigente desde el año 80, que se recoge en el Estatuto de los Trabajadores. Entonces ya se opuso CCOO. Lo que ha hecho el Gobierno del PP, que también lo hizo el PSOE, es ampliar las causas por las que se puede aplicar el despido objetivo (legal), causas que en ningún caso ha utilizado CCOO. No ha aplicado lo de justificar los despidos por previsiones de pérdidas, ni lo de tres trimestres consecutivos teniendo pérdidas… CCOO lo que ha puesto sobre la mesa y ante los representantes de los trabajadores, que los tenían, es que las cuentas y los ingresos del sindicato no permitían mantener la estructura que teníamos.

--CCOO ha firmado varios acuerdos de concertación con UGT, CECO, Ayuntamiento y Diputación. ¿Han dado resultado?

-- Yo creo que sí. Más allá de que yo creo que todo es mejorable, y de que muchas veces el seguimiento de esos acuerdos ha sido relajado. Creo que lo que han permitido es confianza a las empresas y a la sociedad para generar actividad económica.

--Durante muchos años CCOO y CECO han compartido edificio ¿Han sido fáciles las relaciones de vecindad y negociación con la patronal cordobesa?

--Mi experiencia, más allá de las tensiones propias, porque somos contraparte, claro, es buena. Yo he tenido una magnífica relación con Luis Carreto. Y con Antonio Díaz, también. Pero claro, hemos tenido discrepancias y encontronazos entre dos instituciones que defienden intereses distintos.

--También ha visto usted pasar varios líderes en el sindicato rival-hermano de UGT ¿Ahí, qué pesa más, la rivalidad electoral o los objetivos comunes?

--También han sido excelentes la relaciones. Y, vamos a ver, la unidad de acción con UGT es un objetivo estratégico de CCOO. Nosotros pensamos que vamos a conseguir más cosas unidos que desunidos, pero cuando tengo que pelear por la representación de Comisiones Obreras lo hago sin ningún tipo de dudas.

--Cuando uno se jubila de un puesto como éste ¿deja o propone sustituto?</b>

--Ni lo he pensado nunca ni creo que sea bueno para el sindicato.

--¿Y tiene usted su favorito?

--Hombre, uno siempre tiene su favorito, pero eso da igual. Mi obligación como secretario general es procurar que este sindicato cuando yo termine tenga la mayor cohesión posible, y la seguridad de que la gente que siga será la mejor. De eso estoy seguro y yo no voy a estorbar.

-- A partir de ahora, ¿dejará completamente la actividad o seguirá vinculado a CCOO?

--Yo voy a seguir vinculado al sindicato, tenga o no responsabilidades. Pero en Córdoba no voy a asumir ninguna. Si me piden que les eche una mano, que quieren hablar conmigo de lo que sea, estaré ahí, pero más no. Porque creo que un exsecretario general por medio puede hacer más daño que ayudar.

--Sin embargo en los grandes partidos no tienen eso tan claro.

--Bueno, decía Felipe González que un exsecretario general tenía que ser como los jarrones chinos, que adornan mucho pero que no sirven para nada, pero luego él no lo ha cumplido. Yo creo que una persona que ha estado en un puesto de responsabilidad tiene que ayudar a otra persona a hacer lo que su nuevo equipo quiere hacer, no lo que tú quieras.