El rambleño Pedro Javier Gómez Gálvez, de 26 años, recibió el pasado jueves, de manos de la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, el Premio Nacional de Juventud 2019, que concede el Instituto de la Juventud (Injuve), en la categoría de Ciencia y Tecnología. Este investigador quería estudiar ingeniería aeronáutica, pero será que el destino pensó que los avances biomédicos necesitaban de su saber, así que Pedro Gómez acabó graduándose en Ingeniería de la Salud en Sevilla, lo que le ha permitido participar en un importante descubrimiento a nivel mundial, el escutoide, nueva forma geométrica, muy útil en el campo de la biología celular, descrita el pasado año por el grupo de investigación que dirige Luis María Escudero, en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS) y en el departamento de Biología Celular de la universidad hispalense. El escutoide facilita que los tejidos puedan curvarse, que los órganos puedan adquirir formas muy complejas, pero que a la vez sean estables. Los expertos afirman que estas estructuras son la solución que ha encontrado la naturaleza para doblar y curvar los epitelios (tejido, que recubre la superficie externa del cuerpo y de ciertos órganos interiores). Tras graduarse, este joven empezó en el 2016 en Sevilla un máster en Lógica, Computación e Inteligencia Artificial y, mientras lo cursaba, Luis María Escudero le propuso incorporarse a su equipo de investigación, en el IBIS, y comenzó en este equipo y en el departamento de Biología Celular a realizar su tesis doctoral.

-La Universidad de Sevilla le propuso para este premio. ¿Esperaba recibirlo?

-Fue una noticia totalmente inesperada, pero a la vez muy gratificante porque recompensa el enorme trabajo que estamos realizando. Es fantástico que el Injuve premie el área de la ciencia y otras ramas comprometidas con la sociedad. He sido yo el premiado y el representante del grupo porque fui el primer autor del artículo, el que realizó gran parte del trabajo experimental. Mi compañero Pablo Vicente Munuera también tuvo un papel principal en el trabajo, siendo co-primer autor, pero consensuadamente decidimos que sería yo el representante, ya que ha sido mi investigación principal desde que me uní al grupo y he estado trabajando en la misma casi desde el inicio. Ojalá todos pudiéramos ser premiados a la vez. No tiene sentido premiar a una persona, debería ser al grupo.

-¿Cuánto tiempo llevó conseguir el hallazgo que le ha hecho merecedor del premio?

-El grupo que dirige Luis María Escudero estaba interesado en dar el salto del estudio de la topología epitelial del 2D al 3D. El proceso fue muy complejo, ya que era muy poco lo que se sabía al respecto, y partíamos prácticamente desde cero. Comenzamos casi desde el día que me incorporé al grupo y se fructificó en julio del 2018 con el descubrimiento del escutoide y su correspondiente publicación. Dedicamos unos dos años a este descubrimiento.

-¿Y por qué se llama escutoide?

-Oficialmente se llama así porque se parece al scutum/scutellum (escudo) de algunos escarabajos, pero realmente es por el apellido de mi jefe, Escudero. El trabajo del escutoide se publicó en la revista Nature Communications, con prestigio y gran impacto en el campo de la ciencia, y fue difundido por The New York Times, Forbes, entre otros medios mundiales.

-¿Hará falta mucho tiempo para que este hallazgo se aplique a la medicina clínica?

-Siempre nos preguntan por la utilidad del escutoide para curar el cáncer, pero nuestro grupo no quiere vender una idea falsa. Nuestro equipo se dedica a investigación básica y su misión es proveer a los clínicos de conocimientos fundamentales para su aplicación a la medicina. Si esto tendrá una aplicación directa no lo sabemos, pero es cierto que hemos propuesto algo nuevo, que se debe de tener en cuenta para el correcto desarrollo de los tejidos curvos. El escutoide podría ser muy útil para la generación de organoides. Los organoides son órganos en miniatura que se cultivan en el laboratorio e intentan imitar la funcionalidad de un órgano real. Aunque aún es una tecnología que se encuentra en pañales, se vislumbran muchas posibilidades para que sea aplicada por ejemplo a la medicina personalizada. Pero muchas cosas tienen que pasar para que nuestro descubrimiento sea importante a nivel clínico.

-¿Otra de las líneas principales de investigación de su grupo se centra en un cáncer infantil, el neuroblastoma?

-Sí. Es una de las líneas de investigación del laboratorio, en la que mi jefe y mi compañero Pablo Vicente Munuera están haciendo un trabajo muy novedoso, que ha sido publicado en una revista de alto impacto internacional, International Journal of Cancer. Este proyecto está siendo desarrollado por ellos dos, con la colaboración de un grupo de Valencia. El abordaje que se desarrolla es un análisis computacional que intenta predecir la severidad del tumor, concluyendo que la vitronectina es una agente clave, ya que forma una especie de vías que favorecen que el tumor se agrave. Creo que estos tipos de análisis, aunque se enmarquen dentro de la ciencia básica, sí que ayudan directamente a los clínicos a encontrar un objetivo contra el que actuar. Las herramientas que se usan pueden aplicarse para estudiar cualquier tipo de anomalía que se desvíe de la estabilidad de un tejido sano. Estudiar la biología con herramientas computacionales abre numerosas posibilidades.

-¿Para el descubrimiento del escutoide con qué colaboraciones se ha contado?

-Para este hallazgo nuestro grupo ha tenido muchos colaboradores. Destacaría a los matemáticos Alberto Márquez y Clara Grima, que ayudaron a sentar las bases para desarrollar los modelos computacionales. Y al físico Javier Buceta, que contribuyó enormemente en los análisis físicos. También debo mencionar a Flor, Sol y Lola, que nos proporcionaron imágenes de embriones de mosca y de pez cebra. Todos han tenido un papel importante en el trabajo, desde mi jefe y mi compañero Pablo como todos los estudiantes que nos ayudaron en el proceso.

-¿El escutoide también pretende sentar líneas básicas para la futura fabricación de órganos artificiales, como ocurre por ejemplo con los corazones artificiales?

-Esto es algo que pienso que está muy lejos. Los órganos artificiales que existen ahora mismo, básicamente los corazones, constituyen una estrategia que nace de la necesidad de la falta de donantes y presenta un problema que es la baja biocompatibilidad con las células humanas. Creo que la ciencia está mirando ahora en otra dirección, la de desarrollar en el laboratorio órganos artificiales, pero a partir de las células del propio paciente. Aunque, de nuevo hago énfasis en que esto es una tecnología futurista que aún no tenemos a nuestro alcance y que podría tardar muchísimos años en llegar o incluso no llegar nunca.

-¿Cómo se financió la la investigación del escutoide?

-Con el plan nacional que el Gobierno de España establece para tres años de investigación.

-El hospital Reina Sofía y el Imibic de Córdoba están trabajando en dos modelos de corazón y órgano artificial. ¿Sabe si en Sevilla existe alguna investigación de este tipo y qué le parece el proyecto surgido en Córdoba?

-Es ilusionante que se promuevan nuevas vías para paliar un problema de esta índole. En Sevilla se está trabajando en la impresión en 3D de órganos de los pacientes, que ayudan a los médicos a ver y analizar la posible patología del individuo sin tener que operar. Hace poco vi la noticia de la impresión de un corazón por parte de un grupo del hospital Virgen del Rocio. Actualmente no conozco ninguna investigación acerca de este tema, pero la de Córdoba es una línea de investigación muy bonita.

-¿En qué posibles líneas de investigación sobre fabricación de tejidos trabaja su grupo? ¿Por dónde camina la investigación?

-Estamos poniendo nuestro laboratorio a punto para cultivar nuestros propios tejidos, estructurándolos en 3 dimensiones para seguir con nuestra línea de investigación. El objetivo a medio plazo está en involucrarnos en el cultivo y estudio de organoides.

-¿El descubrimiento del escutoide ha supuesto algún premio más para su grupo o para su director?

-En mi caso, recibí la mención honorífica del Premio Investigador Joven, promovido por el Ayuntamiento de Sevilla. También recibimos el premio a la segunda mejor publicación del año, de la Facultad de Biología de Sevilla. Tanto mi director como yo estamos propuestos a varios premios y esperando que se resuelvan.

-¿Considera que es necesario incrementar la inversión pública y privada en investigación?

-Sí, porque es un factor limitante. La falta de fondos está provocando un problema en muchos grupos. Dentro de pocos meses nuestro grupo estará sin financiación por fallos en la planificación por parte del Gobierno central, que nos dejan sin financiación durante al menos nueve meses, que luego seguro será más tiempo.

-¿Qué le parece la fuga de cerebros que se sigue produciendo? ¿Andalucía tiene mucho talento que se está desaprovechando?

-Andalucía tiene investigadores muy potentes, pero cada vez encontramos más gente que realiza la tesis doctoral y luego abandona la investigación porque ve lo que se le avecina en el futuro laboral. Por desgracia, la fuga de talentos es casi un ley establecida en investigación. Si pretendes tener un empleo estable como investigador es necesario obtener una beca en el extranjero, tener muy buenas publicaciones, y después podrás volver a España si has tenido suerte. No creo que a los investigadores les haga mucha gracia marcharse lejos de su gente y de su país indefinidamente. La media de edad para estabilizarse en este mundo está en los 45 años. Este dato lo dice todo.

-¿Se plantea marcharse en un futuro próximo al extranjero?

-El futuro está un poco complicado. Estoy a punto de entregar mi tesis doctoral y después me gustaría estar un año y medio al menos en el grupo para cerrar algunos proyectos que tenemos abiertos. Después tendré que buscar un grupo huésped para continuar con mi posdoctorado. Aunque no me guste la idea, seguramente tenga que salir algún tiempo al extranjero, pero siempre con el objetivo de volver. Ojalá tuviera la oportunidad de no tener que salir fuera y realizar mi trabajo en España.

-Su jefe se hizo conocido, además de por el descubrimiento del escutoide, por el llamamiento público que hizo en una ocasión para que le ayudaran a encontrar la prótesis de su hijo que había extraviado. ¿Al final apareció?

-Alguien la encontró, pero la tiró a la basura y no consiguió recuperarse. Por suerte, al niño le correspondía al poco tiempo una prótesis nueva y aceleraron los trámites para conseguirla. Muchas personas se ofrecieron para hacerle una nueva prótesis. Por eso, mi jefe bromea con que ya se hizo famoso antes de descubrir los escutoides.

-¿Sigue muy vinculado a su localidad natal, La Rambla?

-Sí. Cada vez que puedo intento acercarme y pasar allí tiempo con familia y amigos. Aunque suene a cliché, lo mejor de La Rambla es la gente y lo familiar que es. Allí nos conocemos todos, resulta muy acogedor que la gente te pare por la calle y te pregunte por tu vida y por tu familia. Ahora con la noticia del premio esto se ha acentuado, y mis paisanos, aunque no tengan contacto directo conmigo, se han volcado dándome sus muestras de cariño y de apoyo. Estoy seguro de que esto no hubiese pasado si hubiera nacido en la ciudad. Estoy orgulloso de ser rambleño.