Francisco de Paula Sánchez Zamorano (Carcabuey, 2 de abril de 1957), acaba de ser reelegido por el Consejo General del Poder Judicial para ocupar la presidencia de la Audiencia Provincial de Córdoba, a la que llegó por primera vez en noviembre del 2014. Preside la Sección Tercera de este órgano, al que accedió como magistrado en 1990, y en la información de su currículo destaca, entre otros datos, que ingresó con 25 años en la carrera judicial teniendo como primer destino el juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Pozoblanco. Además de su extensa trayectoria profesional, también sobresale la literaria, que comenzó en 1999 con VII Sentencia Romana (C. R. Munda) y ha sumado este mismo año la publicación del poemario Luz Furtiva (Ánfora Nova). En la entrevista concedida a este periódico, recuerda que «el último recurso contra cualquier abuso es el juez, quizá por eso puede haber intentos de tener la Justicia muy escasa de medios, controlada».

-¿Qué objetivos se ha planteado para el nuevo mandato al frente de la Audiencia Provincial?

-Los objetivos para estos próximos cinco años los resumiría en varios puntos. El primero, seguir potenciando las relaciones con los órganos de gobierno del Poder Judicial; avanzar en la unificación de criterios dentro de la Audiencia para dar seguridad jurídica y evitar pleitos innecesarios, y la optimización de los recursos, entre otros. También la lucha contra la lacra de la violencia de género; abogar por que se nombre un juez más para reforzar el juzgado especializado en cláusulas suelo, el de Primera Instancia 11; potenciar la mediación y profundizar en el uso y la promoción de la nuevas tecnologías. Por otra parte, espero insistir en las necesidades de plazas de la Audiencia y la creación de nuevos juzgados. Hacen falta una plaza en la Sección Civil y otra en el orden Penal. Mientras no se avizore a corto o medio plazo la implantación de los tribunales de Instancia, se ha de insistir en las comisiones de servicio que ya vienen funcionando y en la dotación de alguna plaza más de Jueces de Adscripción Territorial (JAT). Y por lo que respecta a los órganos unipersonales, abogaré por la creación de un nuevo juzgado de lo Social; dos de Primera Instancia y uno de Familia. Por último, reivindicaré que se amplíen las plantillas de funcionarios de los juzgados de la provincia. En concreto, en Montoro y Cabra exigiré la creación de un servicio común de notificaciones y embargos para cada uno de estos partidos judiciales.

-¿Cuáles son para usted los principales hitos de los cinco últimos años?

-Entre otros, me propuse tomar contacto con la realidad judicial de los partidos de la provincia y creo haberlo conseguido. Además, tuve el honor de organizar las 18ª Jornadas de Presidentes de Audiencias Provinciales. En estrecha colaboración con la Consejería de Justicia, llevamos a cabo un traslado modélico de las nueve sedes a la nueva Ciudad de la Justicia. Conseguí la implantación del protocolo de Mediación Intrajudicial en los ámbitos Civil, Mercantil y de Familia. Se ha reconvertido el juzgado de Menores 2 en el Penal 6, con competencias exclusivas y excluyentes para el enjuiciamiento de causas de violencia de género. También conseguimos desarrollar unas pautas de utilización de la Sala Gesell, que es adecuada, por su sistema de cristales y aislamiento, para la declaración de menores en casos de abusos sexuales. Asimismo, logré dos magistrados de refuerzo en comisión de servicio para las dos secciones penales. Se ha incrementado en una plaza la plantilla, con lo que ya solo nos queda una comisión de servicio que prorrogar.

-La reivindicación de medios personales se ha convertido prácticamente en un clásico.

-Es verdad que esa reivindicación es ya endémica y los avances, escasos y lentos. Además de lo ya citado, tengo verdaderos problemas por la escasez de jueces sustitutos. No se repara en que en la carrera judicial hay ya más mujeres que hombres y se producen muchas bajas por maternidad que no podemos cubrir.

-¿Se puede esperar que el próximo mandato sea el de la implantación de la oficina judicial?

-Esperemos que el año 2020 sea el de su definitiva implantación.

-Uno de los avances alcanzados este año ha sido la apertura del juzgado de 24 horas. ¿Cómo valora el descontento manifestado por el Colegio de Abogados por la existencia de solo dos conducciones diarias de detenidos?

-Creo que realmente estamos ante una polémica exagerada. Quizá todo derive de una cuestión de formas, pero se están poniendo las bases para reconducir la situación.

-Se ha criticado que las protestas por los casos de las ‘Manadas’ buscan presionar a los jueces. ¿Le preocupan los efectos de estas movilizaciones ciudadanas?

-Los jueces no nos dejamos influir. La justicia es independiente. Otra cosa ya son unos niveles mucho más altos, que sea más susceptible de ser cuestionada por parte del ciudadano por el nombramiento de los vocales del Consejo. Los ciudadanos tienen su derecho a manifestarse. Otra cosa son los colectivos o personas que, estando bien informadas, instrumentalizan las protestas. A veces somos receptores de un descontento que a lo mejor merecemos, pero la mayoría de las veces, no. A veces se cuestiona la ley y nosotros aplicamos la ley, pero no la hacemos.

-Alguna vez ha comentado que la sede judicial de Lucena no reúne las condiciones de dignidad que debería tener. ¿Se ha retrasado demasiado el nuevo palacio?

-Esperemos que el 2020 sea el año del inicio de las obras. Estoy convencido. Lucena debe tener la sede judicial que se merece.

-Pasadas las primeras críticas por la reconversión de un juzgado de Menores en Penal para violencia de género, ¿cómo valora su funcionamiento?

-Razonablemente bien, pese a la dificultad que representó que el juzgado tuviese que poner a término las causas sobre menores que tenía al tiempo de la reconversión y el enjuiciamiento de los asuntos de violencia contra la mujer. El esfuerzo del magistrado, de la letrada de la Administración de Justicia y de los funcionarios viene siendo extraordinario. Las ejecutorias, el cumplimiento del fallo, de este tipo de asuntos son más laboriosas que las de otros delitos. Para paliar esa dificultad, se han logrado funcionarios de refuerzo, pero no se puede bajar la guardia, pues el número de asuntos no para de crecer.

-Teniendo en cuenta el aumento de casos de violencia machista, agresiones sexuales y otros, ¿se puede pensar que los temas que preocupan a la sociedad están evolucionando?

-En la España rural de los años 60 había muchos hurtos de caballerías, se robaba mucho ganado. En los 70 vino la droga. En los comportamientos delictivos hay modas y épocas. Abusos y agresiones sexuales siempre las ha habido, pero ahora se tiene mucho menos miedo a denunciar. Y violencia de género siempre la ha habido, lo que ocurre es que ahora los medios de comunicación ponen al descubierto rápidamente cualquier hecho, la mujer se siente más segura, está más dada a denunciar y a no consentirlo como antes.

-¿Existe el peligro de que cualquier incidente entre hombre y mujer sea tratado como violencia de género sin serlo?

-Generalmente, si hay una relación, tiene todas las trazas. La propia jurisprudencia del Supremo va orientada hacia considerar que tendría que acreditarse que el hecho no tiene nada que ver con una dominación del hombre sobre la mujer, pero lo prudente es instruir esos casos como de violencia contra la mujer.

-En cuanto a los recursos, parece que defiende centralizar en la capital los juzgados de violencia machista de la provincia.

-La estructura judicial está obsoleta. Los recursos hay que concentrarlos. En violencia de género abogaría por que, lo mismo que en Menores todo está centralizdo en el juzgado de la capital, consiguiéramos poner un juzgado más sumando todas las causas que hay en la provincia. El hecho de que tenga que haber un juzgado dedicado exclusivamente a conocer los asuntos de violencia de género distorsiona mucho la marcha normal de los juzgados de pueblo.

-Fernando Santos Urbaneja, fiscal delegado para la Protección de personas con discapacidad en Andalucía, ha lamentado el aumento de los ingresos en prisión de personas con discapacidad. ¿Coincide en que deberían tomarse medidas para evitarlo?

-Situaciones como esta en las que aparecen implicadas personas psicodeficientes no tienen una solución fácil, a tenor de la pobre infraestructura con la que para ellas cuenta la Administración. Hay pocos centros adecuados. En relación a estas personas que cometen hechos delictivos, sobre todo en el ámbito de la violencia doméstica, por ejemplo, el hijo que maltrata a la madre, a veces el uso de la maquinaria judicial provoca consecuencias un tanto irracionales, exageradas o contraproducentes.

-¿Qué es lo más difícil de ser magistrado?

-La experiencia te dota de instrumentos para afrontar con más naturalidad y seguridad la resolución de los casos, pero nunca, nunca, nunca estás seguro. Suelen surgir dudas más veces de las que uno desearía. Lógicamente, las dudas en el Derecho Penal siempre tienen un resultado, que es decantarse en favor del reo. Esta es una profesión muy difícil y muy estresante. Aquí hay un magistrado que es muy joven y que le he cursado ya al CGPJ la solicitud de jubilación voluntaria. Es un grandísimo magistrado y se va. La razón es que estamos machacados, hay mucho trabajo. Tendría que haber muchos más jueces. Los magistrados, salvo los de Instrucción, que están ahora en mejor situación, estamos en un índice resolutivo superior al 150% de la carga de trabajo que establece el Consejo.

-¿Cuál ha sido el caso más complejo al que se ha enfrentado?

-He tenido muchos. Tuve un delito de prevaricación donde el acusado era alcalde de Córdoba y fue condenado. Luego, he tenido crímenes muy escabrosos, de la España lorquiana. Todo tipo de asesinatos, estafas…

-¿Esto no le ha hecho perder la fe en el ser humano?

-No, al revés. Por los juzgados desfilan todo tipo de miserias humanas, angustias, anhelos, frustraciones. Pero es que eso es la propia condición humana.

-En estos momentos tiene 62 años de edad. ¿Cómo ve su jubilación?

-He estado en el dilema de pedir una vacante en la sala segunda del Tribunal Supremo. Al final, la he dejado pasar. Creo que todavía tengo que decir algunas cosas aquí y estoy muy satisfecho con que me hayan renovado. Dios deparará.