Esta semana, paseando por la Córdoba histórica, he decidido cruzar el Guadalquivir para llegar al Campo de la Verdad. La gastronomía y la hostelería en general tienen mucho peso en este barrio, con bares y tabernas tan cordobesas como las de la otra orilla. Allí está mi amigo Paco, el del Miguelito. Con él comparto muchas cosas, pero hay una que nos une de por vida: ambos nacimos en la vivienda que había por encima del establecimiento que regentaban nuestros padres. El, en el Miguelito; y yo, en Crismona, en el Sector Sur. Crecimos, por tanto, en un ambiente cien por cien de hostelería y desde niños sabíamos que un día estaríamos detrás de una barra. Y así ha sido. En este encuentro tengo sensaciones diferentes, ni mejores ni peores, pero diferentes. Lo conozco bien y sé que tiene muchas cosas que contar a Córdoba. Su vida es una historia de dedicación a su trabajo y su familia.

--Paco, llevas desde los 14 años en el negocio. Toda una vida.

--Una vida y parte de otra. Muchos años. Antiguamente, los niños que teníamos unos padres que trabajaban en un negocio de hostelería sabíamos que toda la familia estaba metida. Mujer, primos... todos.

--Tu abuelo Antonio llegó al bar Miguelito en 1948, pero no fue él quien lo inauguró.

--En 1945 lo abrió Miguel, de ahí el nombre. Después estuvieron mis padres, mi tía Paca y mi tío Pepe. Un bar con 71 años.

--¿Cómo sigue un negocio a través de tres generaciones?

--Procurando dar la calidad y el cariño que has visto dar a tus padres. Tampoco debes endiosarte y creer que eres un fenómeno y tener una línea de precios, porque al cliente no puedes darle un leñazo y encenderlo. Este negocio es de familia y no he conocido la crisis porque he mantenido calidad y precios. En los años de bonanza yo estaba en mi línea, en la crisis igualmente y ahora que parece que se está recuperando pues también sigo en mi línea.

--Bar Miguelito, Séneca, Los Romerillos, Tenerife, Casino... Es impresionante que el que menos en el barrio tenga 50 años. Merecéis un honor por todo lo que lleváis dando al Campo de la Verdad, riqueza y trabajo. Qué curioso, hay pocos barrios que puedan presumir de esto.

--Es un barrio antiguo y que ha estado bastante dejadillo por parte de los políticos. Ahora parece ser que quieren hacer algo. No hay muchos bares, pero los que hay tienen mucho arraigo.

--O sea, que habría sido imposible que hubiesen durado tanto tiempo si no es por esa simbiosis con el barrio.

--Exactamente, ha habido un acoplamiento. Hay una unión entre los barrios y los negocios.

--No podemos olvidarnos en esta conversación de Fray Albino, que venía a tu bar a tomarseuna cerveza cuando contábais con los barriles de madera. Hizo mucho por el barrio.

-Fray Albino es la base del Campo de la Verdad. Todo esto era campo e hizo el barrio. Aquí trajo

a muchísimas familias que no podían y vivían en chabolas como las del tercer mundo. Él fue

el primero que, junto con Juan Font, creó las primeras escuelas profesionales en Córdoba.

-Me llamaba mucho la atención el hecho de que tus padres tuvieran el negocio 24 horas abierto.

-Mis padres vivían en la calle Tinte y luego se mudaron a la misma casa del bar, en la parte de arriba. No es que estuviera abierto, pero mi abuelo no se subía al cierre y se quedaba abajo

con el mandil. Entonces, era habitual que lo llamaran y él atendiera a la gente. El Miguelito pudo ser el primer 24 horas que hubo en Córdoba.

-¿Crees que hoy funcionaría un negocio de 24 horas de gastronomía?

-Creo que no porque quien sale por la noche son los jóvenes y la juventud no está por la labor de

comer fuera. Salen cenados y si comen se van a la clásica pizza o algo rápido.

-Tres generaciones. Cuánto sacrificio y cuánta entrega. Es impresionante.

-Y lo que te pierdes con la familia. Me he perdido parte de mi vida.

-¿Consideras que la sociedad es consciente del sacrificio, la constancia y la preparación que

requiere un establecimiento de este tipo para que sea exitoso y perdure en el tiempo?

-La gente cada vez lo valora más. El auge que está cobrando ahora la hostelería y la cocina hace que la gente le dé más valor del que se le daba antes. Es más consciente de que se trata de un trabajo muy sacrificado. La gente ve que cada día se abren muchos negocios, pero cuántos cierran

también. Hay quien se mete en el negocio creyendo que es algo fácil, se entrampan con 30.000 o

40.000 euros y luego no pueden ni pagarlos.

-¿Cómo es vuestra cocina?

-La de Miguelito es la misma de toda la vida, aunque con algunas incorporaciones. Hay algunas tapas, como el buchón de merluza que tienen más de 50 años. Son platos que hacía mi padre y yo

hago lo que veía hacer a mi padre. La escuela que tiene la cocina del Miguelito es la de mi padre.

-¿Crees que en una sociedad en la que el tiempo es oro y las circunstancias sociales y familiares están cambiando, se valorará cada vez más este tipo de cocina tradicional?

-La tradicional creo que nunca se va a perder. Ahora bien, esta cocina nueva que está saliendo,

a la que no sé ni cómo llamar, es sólo para ir un día a comer. ¿A quién le gusta ese tipo de cocina

para todas las semanas y en ambiente familiar? Para un día está bien, porque te atienden bien y

vas a sitios muy bonitos y son elegantes. Te confieso que aún no he ido a esos sitios, porque

soy muy delicadito para comer.

-Tu primo Cristóbal, Antonio, Ángela... son el alma del Miguelito.

-Mi primo se jubiló y ahora mismo de la familia sólo quedo yo. Mi hija se está medio incorporando,

pero no lo tiene muy claro. Ella ha estudiado Magisterio Infantil y me dice que querría probar esto. Puede haber cuarta generación. Ella lo tiene menos claro de lo que yo lo tuve. Quiere ver la cocina, la barra, el trato con la gente... todo.

-¿Te gustaría que tu hija se incorporara?

-Tengo mis dudas, porque está sola y un negocio solo me da miedo. Egoístamente me gustaría,

porque es un buen negocio y sería una pena que se perdiera.

-¿Sigue siendo una asignatura pendiente que las personas con las que un hostelero conviveentiendan el trabajo y lo que implica?

-Mi mujer todavía no lo ha entendido. Yo he cerrado en Semana Santa y ahora estoy abriendo

en esas fechas y es algo que ella no acaba de entender. No abro en Semana Santa y Reyes por dinero, sino por el compromiso con la gente.

-Estás cerca de la Judería, al lado del C4 si alguna vez lo inauguran, cerca del campo de fútbol... ¿Cómo ves a la Córdoba turística?

-Muy bien. Es verdad que con la cantidad de negocios que hay lo poquito que pierdes por la competencia lo ganas con el turismo. El barrio no está acondicionado, es una pena. Cuando viene un político al Campo de la Verdad siempre le digo que si no les da vergüenza tener esto así. A 50

metros de aquí está la foto de Córdoba, pero cuando un turista mira para atrás lo que ve es un

muladar.

-¿Qué debe mejorar Córdoba para que vengan más turistas y disfruten más de la ciudad?

-Creo que Córdoba está en ello. Tal vez deberían vender más la ciudad y enlazar más con Medina

Azahara.

-¿Cuál es tu balance personal y profesional después de tantos años de oficio?

-La vida te va guiando y se trueca en nada. En mi caso, la vida me dio un palo muy grande con

la pérdida de mi hija. ¿Quién lo espera? Tú intervienes en tu vida, pero ella es la que te lleva.

-¿Qué le has pedido a los Reyes?

-Nada, porque soy muy malo regalando. Para mi vida lo que le pido es que estemos bien y que

no haya problemas en la familia.

-¿Es difícil tener un negocio familiar?

-Una familia se tiene que llevar muy bien porque son muchas las horas que echas. La hostelería

es el roce diario y el público no puede estar pendiente de una discusión.

-Estamos en una nueva dependencia del bar, en otra casa. Está claro que te has decidido

por ampliar el negocio.

-Esta casa la compré como almacén y cuando la tenía me puse a arreglarla. Descubrí estas paredes detrás de unas coberturas de plástico de los que ponían para la humedad. Fue una ampliación del negocio sin querer.

-Quiero que le des un beso a tu mujer y a tu hija, a las que quiero mucho.

-Lo sé. Cuando voy a tu casa he notado el cariño, de verdad.

-Quiero acabar con el pasodoble que os dedicó Los de Sierra Morena: “Toda la gente de clase

que por allí se pasa / siempre viene a recrearse en lo que sirve esta casa / y el que quiera comprobar satisfecho y orgulloso: / Paco quiero otro s’cocio”.

-Lo hizo el grupo los S’cocios, que después se llamaron Los de Sierra Morena. Le sacaron el nombre a la tapa s’cocio. Mi padre les dijo que si le sacaban un pasodoble le pondría su nombre a una tapa. Y así fue.