Una consulta al traumatólogo, debido a un pinzamiento en el piramidal, le llevó al cordobés Antonio Millán, de 68 años, a saber que tenía un linfoma, pues la resonancia reveló la existencia de adenopatías (aumento de tamaño de ganglios linfáticos). Casi un año tardó en saber Antonio que el tipo de linfoma que presentaba era difuso de células grandes. Se sometió a un tratamiento de inmunoquimioterapia, pero «parecía que el linfoma me lo habían pegado con pegamento y no había forma de hacer desaparecer las adenopatías», por lo que la siguiente opción que le plantearon en el hospital Reina Sofía fue que se sometiera a un autotrasplante de progenitores hematopoyéticos, injerto que recibió hace casi año y medio, que le está permitiendo volver a generar defensas y no necesitar medicación alguna. Desde el autotrasplante, la enfermedad ha remitido y Antonio se somete a revisiones cada seis meses para comprobar que todo sigue bien. «El equipo médico del Reina Sofía, con el doctor Joaquín Sánchez y otros especialistas, es de cinco estrellas para arriba, para mí el mejor de España, y lo más importante es que transmite una gran confianza a la hora de buscar soluciones a la enfermedad», resalta este cordobés.