Soledad Tejero es una luchadora y una trabajadora nata con más de 20 años de experiencia en el mundo de la estética, que tuvo que reinventarse cuando un tsunami pasó por su vida. «En un año me pasaron muchas cosas», dice para explicar qué le motivó a pasar de ser la asalariada que siempre había sido, a armarse de valor y convertirse en empresaria para hacer realidad su sueño: tener su propio centro de estética. «Siempre pensaba que, si un día ponía algo, tendría que ser diferente. Gracias a Dios lo he conseguido. Ahora es mi momento, con mi edad, ¿quién iba a contratarme?». Desde hace un año, junto a su compañera Beatriz Adamuz, abre cada mañana Lakshmi, Imagen y Bienestar, en Fidiana. Para materializar este sueño fue a Cruz Roja, donde dice que le han ayudado «al 100%, sobre todo una persona, Rocío Ariza, que ya es una amiga». Allí le buscaron ayudas y asesoramiento empresarial. «El emprendimiento es duro», reconoce orgullosa, eso sí, de lo que ha conseguido por ella misma.