Él tiene 71 años y ella 59. Vinieron de Cuba hace 20 años, pero llevan tres viviendo en Córdoba, viviendo con los trabajos que consigue ella limpiando casas y cuidando de personas mayores. «Estamos en una situación muy difícil, a mí no me dan trabajo por la edad aunque soy fuerte y hago de todo y tampoco tengo derecho a pensión porque los años que trabajé en Cuba no me cuentan», explica Nicomedes. Cada mes, ahorran todo lo que van reuniendo para pagar el alquiler, que es «la prioridad absoluta, más que comer», afirman. «A veces, me llaman para ir al hospital a acompañar a un abuelito y voy», explica Nicomedes, «me da igual el covid porque lo importante es reunir el dinero».

Usuario de Cruz Roja, hace unos días recibieron el kit de ahorro energético que ha repartido la entidad y un calentador de bajo consumo que tienen en la mesa camilla para calentarse. «Durante el día, no lo ponemos, si hace bueno nos salimos a la terraza al sol y así nos calentamos, y si hace malo nos ponemos dos pares de calcetines, jerseys y doble pantalón», señala Nicomedes, que es titular del bono social de Endesa como familia en exclusión social y pagan 20-30 euros al mes. Su esposa se confiesa muy friolera. Por eso, «antes de acostarme, en los días de tanto frío, me pongo el secador del pelo en los pies que es lo que más se enfría y de ahí me voy a la cama».

Nicomedes no recibe pensión no contributiva «porque vine hace veinte años y estuve trabajando en Canarias, pero volví a Cuba un tiempo y cuando regresé había perdido el derecho acumulado y tuve que empezar de cero», comenta, «ahora ya llevo los años que se necesitan y la he vuelto a solicitar».

Cuando el Gobierno central abrió el periodo para pedir el ingreso mínimo vital, también lo pidieron, pero les fue denegado, señala Griselda, que es economista de profesión y en su país trabajó en empresas forestales. «Nos dijeron que no porque yo había tenido un contrato cuidando a unos abuelitos en el 2019 y aunque en la fecha de solicitud estaba en paro, no reunía los requisitos. «Cuentan los ingresos del 2019 cuando la situación en el 2020 es muy distinta», comenta extrañada, «yo tengo muy buenas referencias de las personas mayores a las que he cuidado porque yo los trato como si fueran mis padres, pero es difícil conseguir un trabajo, aunque sea de interna, desde que empezó el covid».

En contacto con la asistenta social correspondiente, solicitaron la ayuda para el alquiler, pero ya se ha terminado. «Pedí un poco de dinero a un médico y amigo nuestro para no retrasarme en el pago porque no queremos causar perjuicio a la propietaria y en cuanto nos pagaron la ayuda, se lo devolvimos», señala Nicomedes, cocinero de profesión, que logró un empleo con Solemccor en la recogida de basuras en un punto limpio durante unos meses que ahora echa en falta. «Estuve trabajando allá y estaba bien considerado, pero hay tanta gente sin empleo que al acabar el contrato me tuve que ir porque había que dar oportunidad a otras personas», comenta. Su sueño habría sido traer a España a su hijo de 22 años, joven y formado, «para que él pueda trabajar y ayudarnos a salir adelante, porque él tendría más oportunidades, pero con la pandemia Cuba y España están cerradas y nuestra situación es cada vez peor».