«Hay días que estás mal y días que estás peor». Con esta frase resume su estado de ánimo Isidro Molina, el padre de Paco, el joven cordobés que desapareció hace ya 22 meses, cuando aún tenía 16 años, y del que sigue sin haber noticias. «Esto es tremendo, Te planteas si estará bien o no, si comerá o no… Esto no cicatriza. Seguimos con las mismas preguntas, con las mismas dudas del primer día», confiesa el padre al tiempo que se pregunta «dónde se lo habrán llevado». Porque, eso sí, a Isidro no le cabe duda de que a Paco «se lo llevaron». «Todo apunta a eso y yo cada vez estoy más convencido. ¿Que en un momento dado pudo estar de acuerdo o subirse de forma voluntaria en un autobús…? Puede ser, pero engañado, y luego se encontró con otra realidad. Es mi hijo, lo conozco y es impensable otra cosa».

Paco Molina desapareció el 2 de julio del 2015, camino va ya de dos años. Aquel día salió, como otras veces, a dar una vuelta con los amigos. Cuando se despidió de ellos, a eso de las doce de la noche, les dijo que había quedado con otra persona que no conocían. A sus padres, en un mensaje de móvil, les había dicho que dormiría en casa de unos conocidos. A una amiga, en la última llamada que hizo, la emplazó a hablar cuando él llegara a casa y cargara el móvil. Poco después, sin embargo, su teléfono dejó de estar operativo. Al día siguiente, al no tener noticias de su hijo y comprobar que no había dormido en casa de los amigos que había dicho, los padres presentaron la denuncia. Paco había desaparecido.

A partir de ahí, una sola noticia, la aportada por el testimonio de un conductor que situó a Paco el mismo día 3 en un autobús camino de Madrid. Pero ni una prueba más, ni una imagen de una cámara que ratifique que llegó a la capital. Y muchas preguntas de sus padres. ¿Cómo pudo subirse al autobús si no llevaba dinero? ¿Iba solo o acompañado? ¿Por qué no hay imágenes en estaciones como Córdoba y Madrid, incluso en las paradas intermedias? ¿Se hizo bien la investigación al principio?

Sin respuestas, los padres mantienen viva «a diario» la búsqueda de su hijo a través de las redes sociales, donde no dejan de difundir su imagen en busca de alguna pista. Además, han conseguido que la foto de Paco cuelgue en paredes de muchas ciudades -incluso del extranjero- gracias a una campaña en la que invitan a descargar carteles con su imagen y pegarlos en todos los rincones posibles. Igualmente, los padres no dejan de buscar compromisos con el mismo fin, como el que recientemente han obtenido de la Asociación de Jóvenes Empresarios, que compartirá la foto en las redes sociales y distribuirá el cartel en sus establecimientos.

Mientras, la investigación de la Policía continúa, incluso con alguna línea nueva abierta, pero no hay avances. Tampoco la colaboración ciudadana ha dado sus frutos, ya que las pistas dadas por personas que creían haberlo visto no han conducido a nada cierto. Y así pasan los días, entre la «desesperación» de los padres y la búsqueda de respuestas a una pregunta que les «martillea»: ¿Dónde está Paco?