En el 2017, el Museo Arqueológico cumplió 150 años, una celebración que sirvió para resaltar el recorrido de este centro de arte, su bagaje histórico y, sobre todo, la transferencia de conocimiento que lleva a cabo implicándose en la sociedad y fomentando valores, consciente de que «somos depositarios de la memoria social para avanzar como sociedad», según explica Dolores Baena, que lleva 16 años al frente de esta institución «inventando» continuamente nuevas estrategias para acercar a los cordobeses y visitantes a un viaje por nuestra historia.

-¿Cómo recibe este reconocimiento al museo?

-Todo el equipo del museo lo recibe con mucho agradecimiento, satisfacción e ilusión. Pero, a la vez, con el compromiso y la responsabilidad de seguir creciendo y, sobre todo, avanzar en esa conexión que tenemos con la ciudadanía y la sociedad. Y damos las gracias a Diario CÓRDOBA porque siempre da voz al museo en todas sus actividades.

-El centro acaba de cumplir 150 años. ¿Qué balance hace de la celebración de este aniversario?

-El aniversario ha sido una oportunidad de poner aún más de manifiesto que somos una institución viva, con un importante bagaje histórico, que venimos de un recorrido no solo de conservación y preservación del patrimonio arqueólogico, sino también de investigación, de transferencia de conocimiento, de hacer llegar a todos de manera sencilla pero seria lo que es este patrimonio, de mostrar que el museo es de todo el mundo, que es una institución que fomenta valores y crea identidad y que somos depositarios de la memoria social para avanzar como sociedad.

-¿Cuáles son los puntos fuertes de este museo?

-Es un museo excepcional que aúna una serie de valores y un programa de acción que lo convierten en un gran centro cultural. Las colecciones son una de sus principales fortalezas, con una continuidad desde la más temprana Prehistoria hasta la época Moderna, destacando su extenso número y calidad, y el carácter único de muchas de las piezas. Su particularidad se completa con su sede: un palacio del siglo XVI, un edificio contemporáneo de ampliación y un extenso yacimiento arqueológico de más de 2.000 m2.

-Después de siglo y medio de historia, ¿Qué retos tiene ahora el centro?

-El museo se adapta a las demandas sociales de cada época, y en ello continuamos. Es necesario crecer en investigación, continuar con la adecuación de la gran área de reservas situada en el Silo, aumentar las redes ya creadas, sobre todo con la Universidad y con la sociedad civil, y contar de una vez por todas con el área de exposición permanente que desde hace ocho años no tenemos. Es imprescindible que termine el programa planteado desde el año 2000 de reforma del museo, por lo que es absolutamente necesaria la rehabilitación y adecuación del edificio del palacio para contar con esos 6.000 m2 de exposición permanente y con otros 900 m2 de yacimiento arqueológico visitable. Estamos en una situación de no poder crecer. Su apertura completa supondría un importante foco de atracción cultural y turística de esta ciudad.

-Lleva 16 años al frente de este museo y una de sus batallas ha sido su relación, su implicación, con la ciudad ¿Es difícil acercar a los ciudadanos nuestra remota historia?

-Acercar a la ciudadanía tiene sus claves y sus necesidades. Nuestra elección es que hay que ser mediadores de nuestra historia, contar relatos que nos identifiquen y sirvan para conocer porqué vivimos como vivimos ahora y de dónde venimos, recuperar memoria de grupos poco tratados en museos como las mujeres, los niños, los mayores... Hay que diversificar actividades y mensajes, según los públicos.

-¿Cuál es el perfil del visitante habitual?

-El público local es mayoritario, pero también el andaluz y el del resto de España, que en total son un 67,5%, y también del resto del mundo, con un 32,5%. Y como ocurre con la tendencia, no sólo española, sino también europea, las mujeres constituyen una mayoría, el 52,6%

-¿Cómo se relaciona el centro con el resto de museos de este tipo a nivel nacional e internacional?

-Tenemos una relación fluida y una serie de redes estables. Nuestras piezas viajan a numerosas exposiciones nacionales e internacionales, desde el Museo Arqueológico Nacional al MARQ de Alicante, desde el Louvre a Dallas (EEUU), y, por supuesto, con los museos andaluces y nuestros museos locales de la provincia. Además, participamos en investigaciones de todo tipo y recibimos a investigadores nacionales e internacionales. Y estamos presentes en conferencias, congresos y encuentros de todo tipo.

-¿Qué papel juega la investigación dentro de los objetivos del centro?

-Sin investigación, al igual que sin conservación y gestión, no hay exposición ni difusión. Todas las funciones del museo se complementan y son necesarias, no existe una sin otra. Y son funciones fijadas por la normativa legal. Cualquier actividad o acción lleva detrás un fondo científico necesario. La investigación tanto en arqueología como en museología, museografía, conservación-restauración, y planificación estratégica es absolutamente imprescindible. Pero los museos españoles tenemos desde hace años una gran reivindicación y es que nos reconozcan como centros de investigación.

-Si le pidiese que escogiera solo cinco piezas del museo, ¿con cuáles se quedaría?

-Eso es muy dificil. Pero si no hay más remedio... La estela de Ategua, por lo que nos cuenta de esas gentes emprendedoras y con liderazgo que en el siglo VIII a.C. se lanzaron por el Mediterráneo a otras tierras (como narra La Odisea); las esculturas togadas romanas que nos hablan de la implicación de ciudadanos ( y mujeres sin estatus de ciudadanía) para hacer mejor la vida de su ciudad; la inscripción en cúfico de Mustaq (siglo X), que atestigua cómo las mujeres andalusíes construyen ciudad; la cerámica califal, de la que hemos heredado el simbolismo de los colores verde y blanco, y una pesa del siglo XV que representa el alminar de la mezquita mayor antes de la construcción de la torre cristiana.

-El edificio que alberga el museo tiene, por sí mismo, protagonismo y valor. ¿En qué medida ha influido en el discurso museográfico?

-Nuestro discurso incide en los valores del mestizaje y encuentro de culturas. Y la museografía actual es ligera, deja ver el edificio, deja entrar la luz (controlada), permite visibilizar el exterior dentro de nuestro discurso de que museo y ciudad son una misma unidad. El edificio no influye en la museografía, pero la complementa y ayuda. Otra cuestión es el proyecto (y el programa de exposición ya está hecho por el museo) del palacio renacentista y la museografía futura, que tendrá que adaptarse y respetar, además de poner en valor, los elementos patrimoniales arquitectónicos.

-¿Qué proyectos o exposiciones tiene en mente para los próximos meses?

-El equipo del museo no para de inventar, siempre con exposiciones limitadas por la falta de espacio, pero que recupera para el público piezas que están en almacén y en las que contar temas transversales. La próxima tratará sobre los sectilia, unos pavimentos romanos hecho de piezas de mármol que nos remiten al lujo de la Córdoba romana, al comercio con todas las canteras del Mediterráneo, el nivel económico y social de una ciudad que es nudo de comunicaciones, logístico y de comercio desde tiempos remotos.