El catedrático emérito de Derecho Civil de la Universidad de Córdoba José Manuel González Porras presentó ayer en la Fundación Cajasol su libro La propiedad de la iglesia de la Merced, un estudio histórico jurídico en el que concluye que la titularidad del templo es de la Diputación Provincial. El libro, de 350 páginas e inédito hasta el momento, editado por la Fundación Cajasol, ha sido prologado por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y lleva una presentación del presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, que ayer asistieron al acto de presentación.

González Porras explicó a este periódico antes del acto que la redacción de este libro le ha llevado al menos cinco años, tras una ardua labor de archivo en los fondos de la Diputación y pretende «ofrecer un poco de luz sobre un tema que en Córdoba ha sido muy debatido», como es el de las inmatriculaciones de los bienes de la iglesia.

Si bien González Porras defiende, y así lo ha mostrado en varios artículos, que la Mezquita Catedral es propiedad del Cabildo, en el caso de la iglesia de la Merced concluye que es de titularidad pública de la Diputación. El catedrático de Derecho Civil entiende que la iglesia de la Merced «es una joya desde el punto de vista artístico, en el que la Diputación ha gastado cientos de millones de euros en conservarla con gran gusto y delicadeza», pero, en su opinión, «debe imperar el buen sentido para que no se pongan dificultades al culto religioso, porque es el destino de una iglesia, pero que tampoco se cierren las puertas a los cordobeses no católicos que deseen verla».

González Porras realiza un estudio concienzudo desde el punta de vista histórico y jurídico explicando todas las vicisitudes por las que ha pasado este templo desde que lo construyeron, a mediados del siglo XIII. las Mercedarias, sobre los cimientos de la basílica de Santa Eulalia. Una fecha clave en la historia de este templo es el año 1964, cuando el entonces presidente de la Diputación, Antonio Cruz Conde, ordena la inmatriculación de todo el edificio en el registro de la propiedad, incluida la iglesia de la Merced. Estos son los hechos jurídicos e históricos, lo que no quita que el autor del libro opine que «no debió de inmatricularse porque la iglesia nunca fue de la Administración del Estado y porque en aquel momento la ley hipotecaria vigente exceptuaba de la inmatriculación a los edificios de la iglesia». González Porras señaló que la iglesia de La Merced es «una obra impagable para Córdoba», una joya «para el disfrute de los católicos y los que no lo son» y destacó el trabajo de Eduardo Corona en la restauración del retablo tras el incendio.