Casilda Ghisla Guerrero-Burgos y Fernández de Córdoba, la duquesa de Cardona, se sentó ayer en el banquillo. Cazadora experimentada, el ministerio público la acusa de un delito de lesiones por imprudencia grave y otro relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos. Según sostiene el fiscal, hirió accidentalmente al guarda de su finca Cerro del Trigo, de Almodóvar del Río, en una cacería nocturna no autorizada.

Los hechos se remontan a la madrugada del 15 de septiembre del 2015. Según el relato que hace el fiscal en su escrito de conclusiones, aquel día le apeteció a la duquesa «una cacería nocturna». Con ese fin avisó al administrador de la finca y al guarda de la misma para que le acompañaran, disponiéndose un vehículo para la carga de las reses que pudieran ser abatidas, a pesar de que para esa cacería «no contaba con permiso de ningún tipo de la autoridad competente, siendo época de veda». Aun así, provista de un rifle monotiro al que acopló un silenciador y con la ayuda de un foco luminoso, abatió a una muflona desde el vehículo.

Una vez que obtuvo la pieza, y siempre según el relato del fiscal, doña Casilda -como la llaman sus empleados- ordenó al guarda que fuera a recogerla. Cuando este fue a cargarla en el vehículo, con la ayuda del administrador, la acusada, que previamente había cargado de nuevo el rifle, lo dejó apoyado «sin seguro alguno y de forma inestable» en el vehículo. En esas circunstancias, «en un momento dado, golpeó el rifle de forma no intencionada mientras se encontraba manipulando su teléfono móvil, lo que provocó que el arma cayera al suelo y se disparase», alcanzando al guarda. Como consecuencia del disparo, el hombre, de 36 años, sufrió una herida en el talón, que le tuvieron que reconstruir quirúrgicamente, y en la actualidad presenta una «ostensible cojera» y necesita la ayuda de muletas para andar.

La versión de la duquesa, sin embargo, es otra. Durante la vista celebrada ayer en el juzgado de lo Penal número 3, negó que aquella noche saliera a cazar y que portara un rifle. Según su declaración, por la tarde sí que había abatido una cierva y, junto al guarda y el administrador de la finca, salió a recogerla de madrugada. Pero algo pasó. Cuando la cargaban en el vehículo, escuchó un disparo y los gritos del guarda, que había resultado herido. «La primera vez que veo esa noche el rifle es después del disparo», declaró. Es más, «ocuparse del arma eran función del administrador». «Si hubiera estado el arma bajo mi custodia esto no hubiera pasado», afirmó. Además añadió que ella no podía cargarla porque estaba «muy dura».

Por el contrario, tanto el guarda como el administrador señalaron ante el juez que era ella quien portaba el rifle, que sí que mató a una muflona y que cuando la cargaban, mientras ella manipulaba el móvil, el arma cayó del vehículo e hirió al trabajador. «El rifle lo llevaba ella», afirmó el administrador, quien narró que luego recibió presiones del entorno de la duquesa para que firmara unos documentos en los que se decía que el arma la portaba él.

Respecto a la atención que recibió en los días siguientes por parte de la duquesa, el guarda dijo que «en ningún momento» le dio ayuda económica. Doña Casilda, en cambio, sostuvo que le entregó «dinero, fui tres o cuatro veces a verlo al hospital y le puse un piso en Almodóvar al lado del colegio para que llevara a los niños». El herido aseguró que lo único que obtuvo fue el despido.

Ahora, aquel día de caza, le puede costar a doña Casilda un año de cárcel y multa de 72.000 euros, que son las penas que pide el fiscal. La acusación particular, que representa al guarda, las eleva a dos años y medio de prisión y una indemnización de 200.000 euros. El caso de la duquesa de Cardona quedó ayer visto para sentencia.