Se hizo esperar, pero mereció la pena. Con algunos minutos de retraso sobre el horario previsto, la hermandad del Perdón puso su cruz de guía en la calle. Un cortejo que caminó lento por las calles de la Judería, pero impecable. Más de un centenar de hermanos perfectamente ataviados de oscuro y cirio en la mano acompañaron a su titular, Nuestro Padre Jesús del Perdón.

Un titular que caminó por las calles de la Judería como nunca lo había hecho, aunque daba la sensación que siempre había salido así. Todo era novedad, pero nada desentonaba. El Señor elevado en una magnífica peana dorada cedida por la hermandad de Jesús Preso de Cabra, escoltado por candelabros de guardabrisas dorados y con un exorno floral atrevido pero elegante, armonizado en tonos rojizos y púrpura donde se pudieron ver tulipanes y orquídeas entre otras variedades. En el centro, una imagen de la Virgen del Rocío cedida por la hermandad de la Paz que de alguna manera recordaba a la titular mariana de la cofradía.

Un quinteto de la banda de la Esperanza ponía música al cadencioso caminar del Señor del Perdón, cuya imagen esperaban las hermandades en la Catedral. Pasadas las seis de la tarde el Señor entró en el Patio de los Naranjos. En apenas unos minutos cruzó el muro norte para llegar a la Puerta de las Palmas donde esperaba el obispo de la diócesis para dar comienzo el vía crucis de las cofradías cordobesas.

ESTACIONES // El prelado elevó la oración inicial dando comienzo el rezo penitencial. A continuación, la inconfundible voz del cofrade Fermín Pérez fue leyendo cada una de las estaciones del vía crucis con las meditaciones de San Juan de Ávila. En un sobrecogedor silencio el Señor caminaba por las naves catedralicias haciendo estación en cada una de las cruces que señalaban las cofradías.

Concluido el rezo y tras la bendición del obispo, el cortejo comenzó a formarse para iniciar el regreso del Señor del Perdón a su templo. A las nueve menos cuarto de la noche el paso del Señor estaba enmarcado en la Puerta de las Palmas. Las cornetas de la banda de la Coronación de Espinas entonaban la Marcha Real mientras que Jesús del Perdón era recibido en el Patio de los Naranjos por cientos de fieles y curiosos que se acercaron al escuchar el vibrante sonido de las cornetas. Tras la granadera subió al cielo la primera de las marchas, que por cierto era estreno, Rey de los judíos. El Señor caminaba lentamente a los sones de la música, mientras giraba buscando la Puerta de Santa Catalina desde donde el cortejo se dirigió hacia su sede canónica en la iglesia de San Roque. Se cerraba una inolvidable e histórica noche para la hermandad del Perdón, una noche de auténtico ambiente de Semana Santa, que sin duda presagia lo que está por venir.