El martes, si el tiempo no lo impide y con permiso de la autoridad, habrá división de opiniones en el Pleno, que es el ruedo de la política municipal, en torno a la designación de Manolete como Hijo Predilecto de Córdoba. La junta de portavoces de ayer, donde se decide el cartel de la corrida del martes (siguiendo con el símil taurino), terminó en bronca, pitada y abucheos. Las voces de algunos concejales, hechos un auténtico toro, se escucharon a través de la puerta y eso que el rechazo de IU y Ganemos a la distinción era «por una cuestión de formas». Pura antítesis. Política, toreo de salón, ya se sabe. Se habló de quién había roto el consenso histórico --nunca antes había ocurrido-- sobre la máxima designación que la ciudad otorga a sus hijos más destacados. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?, se preguntaron los diestros.

«Si se nos hubiera planteado de manera formal» sacar la designación de Manolete del resto de distinciones que se han dado este año, «habríamos preferido que esa persona fuera Andrés Ocaña», dijo Pedro García (IU), que tildó de «chapuza» el procedimiento y acusó sus socios de gobierno, con puyas de picador, de no haberles comunicado las conclusiones de la comisión del centenario de Manolete. Los socialistas, por cierto, negaron la mayor y sostuvieron que todos sabían desde septiembre cuál era el plan. El PP consideró, por su parte, que la junta de portavoces es un ejemplo del «chantaje que estamos sufriendo todos los cordobeses por parte de los partidos minoritarios de esta ciudad», en referencia a IU y Ganemos, que también votó en contra del nombramiento. Su portavoz, Rafael Blázquez, ha recordado estos días que la figura de matador de toros «choca en la actualidad con un sentir general de la sociedad en favor del bienestar animal». El ambiente no estaba para declaraciones institucionales (no salió adelante ni una) y la velada acabó con brega.