La mascarilla, esa prenda que nos protege de un posible contagio del coronavirus o de que nos convirtamos en difusores de la enfermedad, es obligatoria desde hoyobligatoria desde hoy en espacios cerrados y en aquellos espacios abiertos en los que no podamos garantizar una distancia mínima de seguridad de dos metros con otras personas.

Esta norma, obligada para los mayores de seis años y recomendable para los niños de entre 3 y 5 años, se hace más difícil de cumplir aún en lugares, como Córdoba, donde las altas temperaturas han hecho ya acto de presencia. La Aemet espera para este jueves máximas que ronden los 36 grados y la previsión es que alcancen 38 grados en los próximos días. No todos lo sufren igual, aunque sí coinciden en la necesidad de protegernos y proteger a los demás.

Es el caso de Francisco Ibáñez, 90 años, que esta mañana salió a pasear. Él padece “de los bronquios” y ha sido fumador, lo que complica aún más su respiración, tamizada por la mascarilla quirúrgica que lleva mientras aprovecha los bancos de la plaza de Las Tendillas para descansar un rato en esta mañana soleada.

Para Antonio, cartero, no se encuentran en la misma situación aquellos que tienen que utilizar la mascarilla cuando salen de casa que quienes tienen que trabajar con ella. "Una cosa es llevarla para salir puntualmente y otra llevarla durante toda la jornada laboral. Después de cuatro horas y estos días de calor es bastante molesta. Hay compañeros que optan por no usarla si no es estrictamente necesario”, asegura en mitad de una intensa mañana de trabajo, cerca de la sede de Correos en la calle Conde de Robledo.

Sofía y sus hijas Natalia y Mónica han salido a la calle esta mañana protegidas por sus mascarillas. Ella trabaja en un supermercado e insiste en lo necesario de la prenda que tendremos que incorporar en esta denominada “nueva normalidad”. “Creo que mascarillas, pantallas, mamparas, geles, son medidas muy necesarias y todos debemos concienciarnos para evitar la propagación del virus” y critica que “mucha gente no está concienciada”. “No debemos relajarnos”, concluye. Las niñas, que no salen a diario, entienden la necesidad de llevarlas, pero saben que la suma de mascarilla y altas temperaturas hacen su uso “muy agobiante”.

Mascarillas y termómetros disparados. FRANCISCO GONZÁLEZ