El marqués de Villaseca, Eduardo Cabrera Muñoz, ha dirigido a la Delegación territorial de Cultura de la Junta un escrito en el que le pide que «no autorice bajo ningún concepto ninguna excavación ni intervención ni en la iglesia ni en el resto del convento» de Santa Isabel de los Ángeles «hasta que la autoridad judicial se pronuncie sobre el destino y tratamiento que han de tener los restos» de sus antepasados y de importantes personajes históricos «a fin de que no se perturbe el descanso de las personas allí enterradas y no pueda ser considerado como colaborador necesario de hechos de relevancia penal». El edificio fue vendido el año pasado por las monjas clarisas a la empresa Arete 2016, que ha pedido licencia para convertirlo en un hotel de cuatro estrellas. Mientras tanto, la Junta tiene iniciado el expediente para la declaración del convento como Bien de Interés Cultural.

En su escrito, el marqués de Villaseca pone en conocimiento de Cultura que «es patrono del convento de Santa Isabel de los Ángeles» y que «tiene iniciado ante la jurisdicción civil un procedimiento judicial que se sigue ante el juzgado de primera instancia número nueve» a fin de que se declare el convento como fundación, «y requiera a la congregación de religiosas clarisas» para que «vuelva a ocupar el convento para destinarlo a casa perpetua de religión, con apercibimiento de que, en caso contrario, se destinarán las instalaciones a otros fines benéficos de interés general». En el escrito, el marqués expone a Cultura que en el convento hay enterrados más de 40 familiares y personajes históricos y que «tuvo conocimiento de la posible manipulación de dichos enterramientos y de la posible exhumación e incineración de los restos de mis familiares, todo ello sin mi conocimiento ni autorización», por lo que informa que «se están siguiendo ante la jurisdicción penal las diligencias previas» ante el juzgado de instrucción número cinco de Córdoba.

De la misma manera, el marqués de Villaseca se ha dirigido a la Gerencia Municipal de Urbanismo para solicitarle que no autorice ninguna intervención ni en la iglesia ni en el resto del convento.