Francisco Zamora llegó a Moreras al poco de nacer. Lo hizo con toda su familia, procedente de Castro del Río, para instalarse en una de las casas portátiles y aún hoy sigue en el barrio.

Aunque por su trabajo se ausenta a menudo de la ciudad regresa cada fin de semana a su casa de Moreras, donde preside la asociación vecinal que se creó en la década de lo 70 para decidir sobre el futuro de quienes residían en las viviendas provisionales.

Cuatro décadas después, Francisco destaca que una de las principales reivindicaciones de la asociación es conseguir más talleres y cursos formativos para su población más joven, la que se encuentra entre los 16 y 18 años, mucha de la cual no ha querido estudiar y tampoco tiene un oficio para salir adelante. Por eso considera fundamental que se hagan más escuelas taller que mejoren sus alternativas laborales y les abra nuevos horizontes, alejados del consumo de drogas que asoló el barrio en los años 80. Por eso demandan más ayuda.

Pero también existe una juventud solidaria en el barrio que dedica parte de su tiempo a atender y a visitar a los mayores que viven solos y a quienes dan conversación o les friegan «4 platillos».