No estaban todos los que son, pero los que estaban lo dejaron claro. Convocados por la artista Verónica Ruth Frías, una veintena de creadores participó ayer en un simulacro de secuestro del avión cultural con el que denunciaron cómo la distribución económica de los presupuestos culturales les está condenando a la muerte. Como suena. No en vano, la líder del evento iba armada con una pistola de plástico que representaba la tijera de los recortes en cultura, con la que fue matando uno a uno a los artistas presentes para acabar pegándose un tiro. Así, sin anestesia.

Una voz en off sonaba de fondo y relataba, entre otros ejemplos, que: con los 40.000 euros que costó la instalación de la base sobre la que se levanta el avión se podrían haber mantenido tres años y medio las becas de Artes Nobles, dotadas con 18.000 euros. Con los 80.000 que costó el traslado, la chapa y pintura, 13 becas de la Fundación Rafael Botí, también extintas. Y con ambas partidas, se podría haber pagado 26 años de premios Pepe Espaliú. Y añadía: "Se presumía de que Córdoba tenía buenos pensadores, filósofos y artistas que luchan por una cultura libre y de acceso universal, pero todo está muriendo, están matando a la cultura con la excusa de la crisis mientras los castradores se siguen enriqueciendo a costa de los ciudadanos".

Mientras los presentes destacaban que "la cultura, la educación y el arte son la clave del progreso", la ideóloga de la performance recalcaba que "este avión es la pancarta de la capitalidad cultural más cara de la historia y antes de gastarse el dinero, los políticos deberían estudiar muy bien en qué se emplea".