El socialista Emilio Aumente (Córdoba, 1955) conoció al popular Luis Martín (Córdoba, 1953) en el año 91. El segundo ya era concejal, el primero, funcionario de Urbanismo, el área que en 2011 pasó a gestionar Martín. En aquella Corporación, Aumente se quedó en la oposición, hasta que en 2015, cambiaron las tornas, y fue él quien tomó las riendas de Presidencia y Martín, el que pasó al banquillo. Ahora, después de años de servicio público, se jubilan.

-Emilio, ¿cómo le pilla el cuerpo en la despedida?

-Son muchos años, y es un cambio de vida brutal. Voy a pasar de tener una tensión máxima a la descompresión absoluta, como los submarinos. Calculo que será cuestión de días.

-Luis está más descansado porque viene de la oposición ¿no?

-No he tenido la responsabilidad de la inmediatez, y el no dormir y darle vueltas a la cabeza no lo tienes en la oposición. Pero más allá de eso, depende de la persona. Hay políticos a full time y otros que no.

-¿Y de qué tipo han sido?

-(Luis Martín) Pienso que en la política estás o no estás, no se puede ser mediopensionista. Otra cosa es que luego las cosas salgan bien.

-(Emilio Aumente) Cada uno tenemos una forma de enfocar la vida. Cuando estás gobernando asumes una responsabilidad 24 horas, sobre todo si tienes Seguridad, Bomberos, Vía Pública y Presidencia. Luis y yo somos de la vieja escuela, a la hora del trabajo siempre hemos asumido mayor cuota de dedicación.

-¿Es peor la nueva política?

-(E.A.) No digo eso, digo que los nuevos enfocan el trabajo desde otro punto de vista. No es ni malo ni bueno.

-(L.M.) No se trata de sustituir. Las relaciones antes eran personales, de tú a tú. Tenías que estar con vecinos o afilados. Ahora eso se sustituye por un guasap.

-¿Qué echan de menos de la política de hace 30 años y qué de más?

-(E.A.) Creo que Luis lo ha centrado bien en el tema de la comunicación, que ha cambiado completamente. Antes la política era más humana. La inmediatez genera una ansiedad por tener que dar respuesta inmediata a asuntos que, quizá, no la tienen. Si te mandan un guasap diciéndote que está rota una loseta, tú tratas de solucionarlo, aunque eso no funciona así porque hay una burocracia. Pero la persona que te ha mandado el guasap cree que al día siguiente estará arreglado.

-Por contra, ¿qué ha mejorado, si no, en la política, en Córdoba?

-(E.A.) Es distinto, ni mejor ni peor. Cada época tiene su cosa. La ciudad ha avanzado en muchas cuestiones. El grado de inversión que se ha hecho en España en infraestructuras fundamentales ha sido imponente. Sin embargo, en nuestra generación, buscar trabajo no era un problema, porque había, y ahora lo es para la gente joven. Mentalmente eso afecta mucho, y en Córdoba con una actividad económica limitada y sin industria se nota mucho.

-Diganme una cosa que sepáis ahora y que desconocíais cuando entrásteis en política. ¿Qué habéis aprendido?

-(L.M.) La política municipal es escuchar y aprender. En la vida pública, se nota quienes han pasado por lo municipal y quienes no. Cuando eres un alto cargo y no has estado a pie de calle se te nota. La distancia que tienes respecto a los problemas es más lejana que la de un concejal.

-(E.A) En el 82, la mayoría de ministros que nombró Felipe González habían sido concejales. La administración local era una escuela para después ocupar determinados cargos. La calle y la relación con las personas eran fundamentales. Ahora mismo vemos aviones volando que entran por arriba y no han pasado por esta escuela, que debía ser obligatoria. Eso se está notando en la legislación, porque no se tienen en cuenta las cosas de pie de calle.

-¿Les hubiera gustado estar en otra institución? Bueno, Luis estuvo una legislatura en el Parlamento andaluz.

-(E.A) Yo no, siempre me enfoqué al tema municipal, quizá por mi condición de funcionario desde el año 79. Entonces veía carencias que tenía el Ayuntamiento y que podían mejorarse. Siempre he dicho que desde aquí me iba a mi casa. Nunca me ha llamado la atención ningún cargo. La política local tiene algo gratificante que es la relación humana.

-(L.M.) Que tiene, como hemos dicho antes, el inconveniente de la inmediatez. Tú vas andando por la calle, te reconoce la gente, y lo mismo te plantea un problema de IBI, que de licencias. La gente no entiende de competencias.

-¿Qué es lo más raro que les han pedido?

-(E.A.) El Ayuntamiento es la madre de todo. Para ir de Capitulares a Gerencia tengo que salir una hora antes, si no no llego. Te piden las cosas más insospechadas, desde el arreglo de la autovía, al lo de las cacas de los perros. Somos el paño de lágrimas de todos.

-¿Es verdad que son más peligrosos los compañeros de partido que los de la oposición?

-(E.A.) A veces (Risas).

-(L.M.) No, bueno depende de los compañeros y de las relaciones que tengas. Por ejemplo con mi presidente del PP, Adolfo (Molina), cuando yo era secretario provincial fuimos a hablar mi mujer y yo con él y con Fernando (Priego) para que se hicieran cargo del partido en Cabra. Imagínate eran unos muchachos.

-¿Qué consejo le dan a los jóvenes que entran en política?

-(L.M.) Consejos, ninguno. Lo único recordarle que cuando uno entra, mañana no es teniente de alcalde.

-¿Antes la gente se acercaba más a la política por pasión y ahora más buscando un trabajo?

-(E.A.) Sí, indudablemente. Recuerdo en los 80, cuando la gente entraba en política para cambiar las cosas. Hoy los intereses pueden ser más personales, pero creo que era la época.

-(L.M.) Coincido contigo. Antes la gente era más participativa, o entraba en la vida pública, en una asociación de vecinos o de voluntariado. Ahora vamos a los sitios para ver lo que hay, no para ver qué podemos aportar.

-Ahora somos más de entrar en el Facebook... ¿De qué se sienten más satisfechos?

-(E.A.) Del reconocimiento de la gente. Me están llegando unos piropos que, sinceramente, a uno le agradan. He intentado cumplir con mi vocación de servidor público, que es no tener tiempo, ni familia y deberse a los ciudadanos, que son quienes pagan.

-(L.M.) La mayor satisfacción que tienes es la individual, cuando, qué te digo yo, Pepito Pérez, al que casi no conoces, te escribe para agradecerte algo.

-¿Cuál es la crítica que más les ha dolido?

-(L.M.) Cuando en 2011 tomamos posesión la Corporación municipal y había una manifestación en la puerta del Ayuntamiento. ¡Sin haber tomado ni una decisión!

-(E.A.) Cuando los bomberos protestaron en la Feria del 2018, pidiendo mi cese. Tengo mi trabajo y a la política no me agarro como un clavo ardiendo. Aquello me molestó porque en mi época de enlace sindical trabajé para que los bomberos tuvieran muchas ventajas. Me afectó mucho.

-¿Han sufrido sus familias su exposición pública y su ausencia doméstica?

-(L.M.) En la época dura (habla de ETA) fue complicado el tema de la seguridad y había riesgo cierto de atentados. Y, por otro lado, claro, sin la colaboración familiar esto es imposible llevarlo.

-(E.A.) Mi mujer no solo me ha aguantado, sino que me ha animado a cumplir mis compromisos. Eso es fundamental. Dedicarte a la política local sin tener un apoyo de tu familia es imposible.

-¿Qué van a hacer el domingo?

-(L.M.) Yo voy a ir a la procesión de Cañero.

-(E.A.) El domingo entero, lo voy a dedicar a mi mujer.

-Ahora viene el momento de la compensación.

-(E.A.) Por supuesto.